REDES- Revista hispana para el análisis de redes sociales.
Vol.1,#2, enero 2002.
http://revista-redes.rediris.es

 

 

Relaciones, redes y discurso:

revisión y propuestas en torno al análisis reticular de datos textuales

 

Carlos Lozares Colina
Joan Miquel Verd Pericás
Joel Martí Olivé
Pedro López Roldán
Departamento de Sociología,

Universidad Autónoma de Barcelona

 

 

El artículo hace un repaso de las diferentes propuestas que dentro del ámbito de la sociología (o cercanos) toman elementos de o se han inspirado en el Análisis de Redes Sociales para realizar el análisis de textos y/o discursos.

A pesar de que la concepción relacionista tiene ya una cierta tradición en el análisis del discurso, no ha sido mas que a partir de la década de los ochenta que se han desarrollado propuestas que, con mayor o menor intensidad, aplican la idea y el instrumental de redes sociales al análisis de textos. No obstante, muchas propuestas no superan los problemas que llevan asociados los análisis de carácter atributivo y/o categorial. Sólo algunos procedimientos llegan a utilizar la aproximación reticular como forma de preservar la articulación, y con ello, la estructura semántica y sintáctica del texto. Al panorama de las escasas propuestas existentes que siguen esta orientación, el artículo incorpora los procedimientos (que denominados Análisis Reticular del Discurso) que los autores vienen desarrollado sobre dicha perspectiva y que insisten además particularmente en el trabajo de interpretación y con-textualización del discurso

 

1. Introducción

La perspectiva reticular vs. la perspectiva atributiva en las ciencias sociales.

La perspectiva de análisis centrada en las variables y/o atributos juega y ha jugado un papel hegemónico en la investigación cuantitativa en ciencias sociales y en particular en sociología. Su potencialidad está demostrada para los modelos de tipo correlacional y causal y en otros procedimientos de naturaleza más descriptiva y/o empírica. Por su generalización se ha naturalizado y se presenta casi como la exclusiva perspectiva de análisis cuantitativo de datos sociales y, en consecuencia, como algo que va de sí, como puramente instrumental y sin una carga metodológica particular. Lo propio de esta orientación está en que selecciona como objeto directo  y elemental de análisis los atributos de las unidades de análisis; de ahí que la imagen de un sujeto con sus características pueda equipararse a la de un átomo con sus propiedades. La relación entre sujetos sociales queda entonces eclipsada en tanto que unidad directa e irreductible del análisis social. Es verdad que en esta perspectiva atributiva se recupera la relación entre sujetos, pero de una manera abstracta y posteriormente en los análisis, aunque previamente se haya usado a los sujetos como comodines aleatorios, es decir, sin vínculos. Esta perspectiva exige claras segmentaciones y categorizaciones de los contenidos sociales junto a una dicotomía analítica entre la unidad de análisis, el sujeto social, y sus atributos como condición previa del análisis, lo cual conlleva toda una visión de cómo considera a los sujetos y al fenómenos sociales. Por el contrario cabe otra orientación que considera la interacción, y la relación como resultado, como la unidad irreductible del análisis social, en la que las propiedades o características sociales se construyen en los procesos relacionales (Emirbayer, 1997).

 

Siguiendo esta idea y como alternativa[1] a la perspectiva atributiva se presenta el modelo reticular como un intento de establecer como objeto primero y directo de análisis la relación entre sujetos sociales. La idea de relación, como unidad de análisis, está en el meollo del todo social y, por tanto, de su construcción, partiendo siempre de que la relación es el resultado de la interacción. Parece pues que la orientación relacional guarda una mayor homología con lo que es el proceso de constitución de lo social. La idea central consiste en que lo social no se construye a través de categorías o atributos sino a través de los lazos o vínculos entre sujetos, incluso no estando directamente relacionados y unidos. Las acciones son pertinentes y consideradas en la medida que expresan propiedades emergentes de la conexión o ligazón entre las unidades de observación (Knoke y Kuklinski, 1982). Además una relación está vinculada específicamente a otras relaciones que constituyen su contexto, contexto que la relación primera contribuye también a construir. Ambos, relación y contexto relacional, pueden modificarse en los procesos sociales. Las entidades o unidades quedan “atrapadas” o coaccionadas, o mejor, identificadas, por su posición en dicho andamiaje social. Esta perspectiva se sitúa más acá del holismo y más allá del atomismo atributivo y del individualismo. Lo que interesa recalcar aquí es que esta perspectiva reticular se ancla en una visión de la práctica social (de los sujetos sociales y de la estructura) centrada en la interacción social sin romper, desde la misma recogida inicial de la información y del dato, la unidad constitutiva de donde emerge lo social que es la relación. No se trata pues de un simple instrumento, sino que posee y se deriva de un contenido metodológico y de una visión específica de los fenómenos sociales. Dentro de las teorías y métodos que tratan de asentar y operativizar esta orientación se encuentra la teoría de las redes sociales.

 

Objetivos planteados

Con todo, tampoco se puede olvidar el lado operativo e instrumental que juegan los diferentes métodos reticulares en el análisis de los hechos o fenómenos sociales. Este carácter instrumental de las redes sociales implica que, como herramientas, puedan ser utilizadas no solamente en la descripción y explicación de las pautas de relación de contenido estrictamente grupal o institucional, sino que sean aplicables a cualquier sistema en que sea posible conceptualizar relaciones de carácter reticular entre diferentes unidades. Pero el análisis de redes sociales tiene limitaciones en sus aspectos de aplicación. Hace ya unos años Pizarro señalaba algunos de estos límites (1990: 147): “Por el momento al menos, las investigaciones inspiradas en la perspectiva del análisis de redes tienen dos limitaciones de capital importancia: son fundamentalmente estáticas y descriptivas”. A ellos habría que añadir los problemas relacionados con la identificación de los actores, las relaciones en redes de gran tamaño y las dificultad que entraña una teoría muestral de relaciones. Algunos de estos problemas lo son menos cuando esta perspectiva se aplica a datos de carácter textual, aunque -también sorprendentemente- estas aplicaciones son hasta el momento muy escasas. Es cierto que toda superficie discursiva es el producto de un proceso de carácter dinámico de (co)construcción e interacción con un contexto determinado, pero también es cierto que como producto acabado de ese proceso tiene un naturaleza estable y estática. Es en este sentido que Van Dijk (1998: 76-9) traza una distinción entre análisis dinámico-procedimentales y estático-estructuralistas: mientras que los primeros caracterizan las formas en que los objetos discursivos son gradualmente construidos o interpretados a lo largo de su producción, los segundos los analizan como producto o resultado de un pensamiento y, por lo tanto, en referencia a sistemas cognitivos y/o ideológicos previos. Por otro lado, como conjunto finito y delimitado de enunciados, la identificación de la “población” no resulta especialmente problemática, siendo una prerrogativa del analista definir las unidades textuales que constituirán los nodos y el tipo de relaciones que se establecerán entre ellos.

 

Nuestro objetivo en este artículo es revisar los trabajos de todo un conjunto de autores/as que, con una aproximación de carácter sociológico o cercano, tienen como rasgo en común el haber aplicado con  mayor o menor intensidad el instrumental de las redes sociales a la construcción y análisis de redes de carácter textual. No nos proponemos pues, pasar revista a todos los métodos relacionados con el análisis del discurso. No entramos por tanto en  el análisis de contenido, ni en los estructurales, ni en otros de naturaleza más cualitativa o de carácter interpretativo o hermenéutico, tampoco en aquellos considerados más clásicamente como análisis del discurso, al menos en la tradición anglosajona, como el análisis conversacional,  el de la comunicación etnográfica,  el análisis interaccionista o el pragmático del discurso. No obstante, estas inspiraciones están presentes en las interpretaciones necesarias previas al análisis reticular del discurso.

 

Hacia una clasificación de los métodos

La clasificación de las propuestas existentes la hemos realizado en función de dos dimensiones principales: 1) la extensión y amplitud de las unidades de análisis (que va de las palabras como unidad elemental, pasando por la proposición o frase, hasta los párrafos o el texto en su totalidad) y 2) la complejidad de los vínculos entre ellas (que va de la existencia o no de relación, a vínculos que expresan intensidad, signo, dirección o significado). De este modo hemos obtenido tres grupos principales, considerados, respectivamente, en los epígrafes 2, 3 y 4 del artículo. Aunque los/as autores/as que trataremos, provienen de diferentes tradiciones, es posible agruparlos no sólo en función de las características de los análisis que practican, sino también en función de los antecedentes teóricos[2] en los que se han inspirado y del marco institucional en el que se enmarcan sus trabajos. En el epígrafe 5 presentamos nuestro propio desarrollo de lo que hemos denominado análisis reticular del discurso. Finalmente en el epígrafe 6 presentamos las conclusiones. 

 

2. Análisis de redes textuales centradas en las palabras y con escasa caracterización de las relaciones

En este epígrafe se agrupan aquellos análisis que se caracterizan por la utilización de los lexemas o  las palabras como unidad de análisis y por el escaso uso de la posibilidad de caracterizar (en términos de intensidad, signo, dirección o significado) las relaciones entre las unidades (nodos) de la red textual resultante. Se trata de análisis que entroncan principalmente con el análisis de redes de comunicación, aunque existen otros más inspirados total o parcialmente en los análisis de carácter cognitivo o semántico. En general, y especialmente los autores que construyen “redes de palabras”, el procedimiento consiste en codificar un tipo de relación que es simplemente “estar cercano en el texto”[3].

 

De acuerdo con los objetivos marcados en la introducción solamente nos centramos en aquellas orientaciones que asumen modelos con un grado de cercanía a las aproximaciones relacionales y que, además, tengan una preocupación formalizadora en el tratamiento y puesta a punto del texto para su análisis. Los métodos que se centran exclusivamente, con más o menos intensidad, en la contabilidad y/o correlación de los elementos de la superficie textual no son objeto específico de nuestro interés actual aunque puedan inscribirse dentro de los métodos formales. La perspectiva con que tratan el texto es atributivo-distribucional ya que operan con relaciones entre lexemas-variables a partir de su frecuencia y lo que nos proponemos, precisamente, es su superación por métodos que vayan más allá de la exclusiva contabilidad de proximidades. Esto no quita para que estos métodos de naturaleza estadística no solamente tengan ya bastantes años de vigencia sino que hayan demostrado su validez y eficacia en el análisis de textos, sobre todo en los literarios[4].

 

2.1. Análisis en el ámbito de las redes de comunicación 

En términos estrictos, una red de comunicación (communication network) es el conjunto de “pautas regulares de contactos que podemos identificar entre las personas que intercambian información en un sistema social” (Monge y Contractor, 1988: 107).  Los/as autores/as que hemos agrupado a continuación se han dedicado a analizar las pautas de comunicación en variados sistemas sociales, aunque principalmente en el seno de (y entre) organizaciones. En este último campo, el análisis de redes de comunicación y de  redes conversacionales ha tenido una gran difusión, llegando algunos autores (Bronstein, Gaillard y Piscitelli, 1994) a definir una organización como un conjunto de redes conversacionales o de acuerdos estructurado a diferentes niveles.

 

No obstante, no es hasta los años ochenta cuando autores trabajando en el ámbito de redes de comunicación empiezan no sólo a analizar quién se comunica con quién (presencia o ausencia de comunicación), sino también qué se dice en esas interacciones. En los primeros trabajos de este tipo las redes se construían entre personas, constituyendo los miembros de la organización los nodos de la red. Este es el inicio de la construcción de redes de carácter verbal, aunque aún no propiamente “redes de palabras”[5]. Sólo posteriormente un pequeño número de autores se ha centrado en la elaboración de “redes de palabras”. En aras de una mayor claridad expositiva hemos distinguido ambos tipos de análisis.

 
 Explorando el contenido de la comunicación

En la elaboración de redes de comunicación (una buena revisión en Wigand, 1988) ha sido habitual considerar conversaciones, memorándums o llamadas telefónicas como la base para construir las redes entre actores dentro de una misma organización o entre diferentes organizaciones/comunidades. Pero no es hasta inicios de los ochenta cuando surgen trabajos en que los contenidos (lo que en términos generales podríamos llamar el “significado”) de la comunicación pasan a ser el vínculo entre los actores. Dentro de esta orientación se sitúan autores/as como Rogers y Kincaid (1981), Monge y Eisenberg (1987), Stohl (1993), Contractor, Eisenberg y Monge (1994),  Krackhardt y Kilduff (1990) o Doerfel y Barnett (1997); estos tres últimos citados en Doerfel (1998). Sus trabajos se han encaminado a la construcción de redes en que las personas constituyen los nodos de la red, y los datos verbales o textuales son tomados como relación que une a esos actores.

 

En términos generales el objetivo de estos autores es llegar a obtener grupos de actores diferenciados en función de los contenidos de la comunicación. Monge y Eisenberg (1987) por ejemplo, llegan a hablar de diferentes subculturas (grupos semánticos) dentro de las organizaciones que analizan, y Stohl (1993) establece también diferencias culturales entre los directivos de cinco países analizados. 

 

Redes de palabras dentro o entre organizaciones

Más interesantes en relación con la propuesta de utilización de las redes sociales que aquí haremos son todo un conjunto de autores/as que toman directamente como nodos unidades de carácter textual.  A grandes rasgos comparten las preocupaciones y conceptos de los/as autores/as que acabamos de citar, aunque las técnicas utilizadas difieren.  

 

En el trabajo de estos autores/as se pueden observar dos procedimientos principales: 1) Redes construidas a partir de las coocurrencias de las mismas palabras o términos relacionados en un espacio de una amplitud dada dentro del texto; la relación que une las palabras es la copresencia en la “ventana” de texto considerada. 2) Redes construidas sobre la base de una matriz de actores por palabras, en que se obtiene una matriz valorada de palabras por palabras representando el número de ocasiones en que cada una de ellas concurre en un mismo actor. En relación al primer procedimiento podemos citar los trabajos de Danowski (1988; 1993), Freeman y Barnett (1994) y Schnegg (1997). Como muestra del segundo procedimiento podemos citar el trabajo de Schnegg y Bernard (1996).

 

Según Doerfel (1998: 23) el calificativo más indicado para las redes que se obtienen de este tipo de análisis es el de redes semánticas, aunque como ella misma reconoce habitualmente este término se aplica a las redes que establecen relaciones entre actores en función de unas percepciones comunes o una cultura común, es decir las que nosotros hemos agrupado en el apartado precedente.

 

Independientemente del término que les apliquemos, estos procedimientos se caracterizan por analizar las asociaciones de palabras en los textos de modo que esas asociaciones representen el significado inherente de los datos. El vínculo o lazo entre las palabras representa la medida en que dos nodos, i y j, participan de su significado. Es común en todos los estudios mencionados no partir de categorías previamente elaboradas o predeterminadas que se impongan al análisis; ello hace que su “lenguaje” de tratamiento se acerque al lenguaje real y por lo tanto que respete una mayor validez interna. 

 

2.2. Análisis inspirados en las redes cognitivas

El concepto de redes cognitivas no es mayoritariamente utilizado entre los autores que agrupamos a continuación. De hecho, prácticamente cada autor que utiliza el instrumental de redes como forma de representar el conocimiento que sobre la realidad tienen unos actores ha acuñado su propio término, aunque uno de los preferidos es el de redes semánticas. Este término también lo utilizan -y por ello resulta un concepto equívoco- algunos autores (Jang y Barnett, 1994; Monge y Eisenberg, 1987; Schnegg y Bernard, 1996) que trabajan en el ámbito de las redes de comunicación[6].

         Tomemos la definición de Miles y Huberman (1994: 134): “un mapa cognitivo muestra la representación que una persona tiene de los conceptos relacionados con un determinado campo, mostrando la relación entre ellos”. Como vemos estos autores añaden un nuevo término (mapa cognitivo) a la lista y por si no teníamos suficientes podemos acudir a Richards y Richards (1994), que resuelven el problema mediante una proclamación de identidad terminológica (p. 458): “Diagramas de conceptos, grafos conceptuales, redes semánticas y redes conceptuales son (aproximadamente) diferentes nombres dados a la misma idea, la de representar información de carácter conceptual de forma gráfica”.

 

Aplicaciones de las redes cognitivas

Intentando trascender la confusión terminológica existente definiremos una red cognitiva como una estructura de nodos y lazos útil para representar un conocimiento. Los nodos representan conceptos, atributos, estados o acontecimientos; y los lazos representan las relaciones existentes entre los nodos. Estas relaciones pueden ser de carácter lógico (causalidad, identidad), representar el papel semántico que juegan unos nodos en relación a los otros (cercanía, propietario, amigo) o simplemente representar una pertenencia tipológica, en cuyo caso el resultado suele denominarse jerarquía de tipos o taxonómica.

        

En la actualidad pueden distinguirse como mínimo dos formas completamente diferentes en cuanto a su utilización. Por una parte el uso que de ellos hacen autores del campo de la ciencia cognitiva como forma de notación[7]. El propósito es la búsqueda de rigor formal a la vez que flexibilidad en el momento de representar relaciones entre objetos y/o la construcción de un lenguaje preciso, en algunas ocasiones como alternativa al lenguaje natural. Por otra parte podemos encontrar el uso que se hace en investigaciones de carácter -principalmente- cualitativo en diferentes campos de las ciencias sociales como forma de incrementar la capacidad analítica del investigador, de manera que puedan visualizarse las relaciones existentes entre los conceptos manejados. En estos casos los grafos, en muchas ocasiones organizados en forma de árbol, aunque no únicamente, son utilizados por su fortaleza descriptiva, y también para explorar las propiedades de carácter lógico (transitividad, simetricidad) entre los conceptos que se manejan en la investigación. También este último tipo de redes son utilizadas como base para un ulterior proceso de generalización teórica o dimensionalización conceptual, en lo que se ha denominado codificación de segundo orden (Prein et al., 1995).

 

No nos detendremos en la explicación de los trabajos que realizan ni los primeros ni los segundos. Recordemos que nuestro interés se centra en los/as autores/as que han utilizado instrumentos inspirados en las redes sociales para el análisis de datos de carácter textual, y éste no es el distintivo ni de unos ni de otros. Por lo tanto deberemos abordar un tercer grupo de autores/as -escasos-, que inspirándose en la tradición de las redes cognitivas, se han dedicado fundamentalmente al análisis de textos aplicando elementos de la perspectiva de redes sociales.

 

Redes textuales de inspiración cognitiva  

Los trabajos de Kathleen Carley y sus colaboradores encajan inicialmente en este tercer grupo de trabajos de inspiración cognitiva. Carley está interesada en un análisis formalizado de textos que permita “examinar procesos de decisión, modelos mentales, definiciones, estructuras conceptuales y el papel del conocimiento social en ellos” (1993: 108)[8]. No obstante, a pesar de que los objetivos de Carley y sus colaboradores entroncan con los análisis de carácter cognitivo, el hecho de que utilicen conceptos provenientes del análisis de redes sociales como forma de preservar la estructura semántica o sintáctica del texto los aleja del resto de autores que hemos englobado en este epígrafe.  Así mismo, en sus últimos trabajos (Carley, 1997; Palmquist, Carley y Dale, 1997) han reseñado la aplicación del conjunto de programas que han diseñado (MECA) a propósitos diferentes[9]. Todo ello nos lleva a clasificar sus trabajos en el epígrafe 4, junto al network analysis of evaluative texts.

 

En comparación con el trabajo de Carley, las propuestas en el campo de las redes cognitivas por parte de Borgatti (1997), de Van Meter y Turner (Van Meter y Turner, 1997; Van Meter, 1999) o de Lievrouw et al.  (1987) han tenido una menor aplicación al análisis de datos textuales. Mientras que Borgatti (1997) se centra casi exclusivamente en las técnicas de reducción de los grafos (considera principalmente dos situaciones diferentes: el caso de nodos estructuralmente equivalentes y el caso de nodos adyacentes), el procedimiento que Van Meter y Turner (Van Meter y Turner, 1997; Van Meter, 1999) denominan cognitive mapping tiene como objetivo principal detectar, a partir de los conceptos principales utilizados dentro de un determinada disciplina académica, diferentes grupos de investigadores, así como la propia evolución de la disciplina (aquí, las redes se basan en la coocurrencia de palabras, aunque a diferencia de otros/as autores que utilizan este método, las coocurrencias no se contabilizan mediante la utilización de una “ventana corredera”, sino dentro de un texto de carácter cerrado). Por otra parte, Lievrouw et al. (1987) estudian la copresencia de palabras en un estudio sobre los términos usados para indexar y evaluar las subvenciones del Instituto Nacional de la Salud (NIH) en Estados Unidos. Su procedimiento tiene la virtud de preservar el sentido de la información en el contexto en que ha sido producida, y aunque este método no ha sido ideado para el análisis reticular, puede usarse con todo para este objetivo (véase Carley, 1993).

 

3. Análisis que tienen la proposición como unidad y/o referencia del análisis textual

Citamos a continuación una serie de métodos y concepciones que superan de alguna manera la palabra y/o lexema como unidad o referencia en su análisis del texto. La incidencia del modelo relacional está presente, aunque sea incipiente, pero sin utilizar a fondo la aproximación reticular que tratamos.

 

El método de Harris (Maingueneau, 1997), trabaja sobre la base de términos pivotantes de  las proposiciones. Las proposiciones pasas a ser así testigo-pilotos, resúmenes concentrados del discurso textual. Cada elemento pivotante tiene un entorno de otros elementos que configura su posición por las relaciones que con él mantienen. Las diferentes posiciones de los términos pivotantes mantienen también relaciones mutuas. Por tanto un texto discursivo pasa a ser una sucesión de posiciones pivotantes y su análisis consiste en dar cuenta y en interpretar las regularidades o pautas de las posiciones y relaciones de los términos pivotantes.

 

El método del análisis automático del discurso de Pêcheux (1969) y sus colaboradores, tiene una evidente connotación reticular. El trabajo sobre la proposición sigue las orientaciones de la lógica normal considerando las proposiciones principales, subordinadas y coordinadas en un orden clásico de la principal en cabeza jerárquica y de las otras en su relación con ella. Al mismo tiempo se realiza una descomposición de la frase en enunciados elementales que dan cuenta: i) de la forma del enunciado centrada en los modos y tiempos de los verbos y en la naturaleza de la frase pe. interrogativa o afirmativa, ii) del sujeto del enunciado y de sus determinantes, iii) de los adverbios y locuciones proposicionales o proposiciones y iv) de otros sujetos y objetos. En una tercera  fase se construyen los grafos, uno por cada proposición. Además se establecen relaciones entre las proposiciones dentro de las frases por los vínculos de subordinación y/o coordinación entre ellas.

 

En el análisis proposicional del discurso (APD) de Ghiglione y Blanchet (1991) el texto discursivo está constituido por un conjunto de proposiciones que son, además de una unidad sintagmática, una unidad de contenido y de análisis. La proposición realiza una función de sentido asociando un argumento a un predicado. Las funciones pueden ser de atribución de una propiedad o acción a un objeto u otro sujeto, a una circunstancia, a otra proposición antecedente o consecuente; las funciones pueden ser también declarativas, modales, de creencia, etc. Bajo este método el discurso describe el mundo por el conjunto de las proposiciones que vinculan los objetos entre ellos o de sus propiedades atribuidas. .

 

Las redes semántico-proposicionales de Maida y Shapiro (1982), representan el discurso (conocimiento) por nodos y arcos dirigidos cumpliendo las siguientes condiciones: i) cada nodo representa un concepto único y cada concepto está representado en la red por un único nodo (se trata de un principio de unicidad); ii) los actos o acciones representan relaciones binarias  entre nodos; iii) el campo cognitivo que abarca cada concepto se extiende a toda la estructura de la red conectada a dicho nodo. Maida y Shapiro se preguntan sobre la relación entre red semántica, estructura y forma del conocimiento. Su opción consiste en que la red semántica modela la estructura de creencia de un pensamiento, un razonamiento o el lenguaje usado por las personas.

 

La aproximación gramático-semántica de Franzosi (1989) es una propuesta particularmente sencilla que se organiza en torno a una estructura elemental de sujeto/ acción/ objeto (SAO) y sus modificadores (por ejemplo, espacio o tiempo). Preserva la conexión entre los elementos del lenguaje y en consecuencia conserva elevados grados de información. Además se adapta bien a la narrativa y en particular a las entrevistas biográficas. La gramática semántica pretende captar no solamente la estructura semántica y sintáctica manifiestas del texto sino también, la representación profunda que da la estructura del mismo, sea en la forma de las cuestiones básicas Ws (who, what, when, where, why- how) o de las relaciones causa-consecuencia. Para organizar los datos en vistas al análisis utiliza la teoría de conjuntos: el producto cartesiano a partir de tres conjuntos, Au de actores (sujetos u objetos), Ac de acciones y M de modificadores. La gramática semántica puede expresarse así como un conjunto de conjuntos y los elementos de dichos conjuntos que interaccionan como un producto cartesiano.

 

4. Análisis reticular de textos: la ampliación de las unidades y de las referencias

Según la definición de Roberts (1997: 3), “en el análisis reticular de textos [network text analysis] se examina la posición de temas y/u oraciones en el seno de redes que interrelacionan temas [y/u oraciones]”. Con una definición tan escueta prácticamente todas las técnicas que hemos venido repasando hasta el momento encajarían en ella, pero los autores cuyos trabajos revisaremos bajo este epígrafe van algo más allá de la utilización de una red como soporte -en el sentido más material del término- para el análisis. Agrupamos aquellos/as autores/as que, además de utilizar una estructura reticular como forma de representación formalizada del texto, han desarrollado el uso de vínculos con intensidad, signo, dirección y significado entre los nodos de dicha red. Se trata así mismo, de autores/as que insisten en la importancia de la codificación inicial de los enunciados del texto, para después agregarlos en forma de red. Evidentemente esta representación supone una reducción (teóricamente guiada) del texto, puesto que recoge únicamente las relaciones que son de interés para el analista.

 

Los procedimientos que encajan bajo esta perspectiva son escasos: el map analysis de Kathleen Carley y sus colaboradores, y el network analysis of evaluative texts elaborado inicialmente por Van Cuilenburg y después continuado por otros colegas holandeses En el repaso que Popping (2000) realiza de lo que denomina network text analysis -cuya limitación explícita es que el análisis permita extraer inferencias estadísticas[10]- son también los dos únicos reseñados.

 

4.1. Map analysis: La disposición reticular de los conceptos.

Uno de los principios fundamentos en que se basa el análisis de Carley y sus colaboradores (Carley, 1993, 1997; Carley y Palmquist, 1992; Palmquist, Carley y Dale, 1997) es que el lenguaje es un elemento clave para la representación de modelos mentales (Carley y Palmquist, 1992: 602-3). Es por ello que la representación de estos modelos mentales la obtiene mediante la transcripción de entrevistas. Carley engloba el procedimiento por ella propuesto dentro de lo que denomina map analysis, conjunto de técnicas de análisis textual en que se enfatiza “la construcción de redes formadas por vínculos entre conceptos y no el cómputo” (1993: 78). Dentro del map analysis la autora distingue los procedimientos de carácter semántico (que son los que ella ha aplicado, encaminados a la obtención de relaciones semánticas entre conceptos) y los de carácter más sintáctico, encaminados a la obtención de relaciones basadas en el desarrollo del texto o de los enunciados.

 

Este segundo procedimiento tiene como ventaja, según la autora, que el conocimiento social necesario por parte del/de la analista en el proceso de codificación no es tan voluminoso como el necesario en el enfoque semántico. Según Carley (1993), en tal orientación, la codificación pone énfasis en la secuencia de relaciones en la historia, en la trama del texto que se analiza, en lugar de ponerlo en las relaciones entre conceptos o definiciones. Ejemplos de los conceptos típicamente utilizados en una codificación de carácter sintáctico serían: “actor-emisor”, “acción”, “objeto”, “objeto-modificador” y “actor-receptor” (p. 108).

 

En la práctica, de todos modos, ni ella ni sus colaboradores han llevado a cabo ninguna aplicación de carácter sintáctico, aunque es cierto que sí se ha esforzado en desarrollar desde un punto de vista teórico el map analysis, de modo que los indicadores ofrecidos cubran todas las posibilidades de aplicación que ella misma menciona. Para empezar (Carley, 1997: 83) distingue dentro de una red entre el ámbito local y el extenso, siendo el primero el conjunto de términos vinculados directamente con el concepto o conceptos en torno a los cuales se centra la investigación, mientras que el segundo incorpora todas las relaciones indirectas que posee dicho concepto. Igualmente la autora define todo un conjunto de medidas que pretenden recoger la situación en el texto de los conceptos analizados, estas medidas son  reproducibilidad, evocabilidad, densidad, conductividad e intensidad; que, respectivamente -utilizando la definición aplicada al ámbito local-, corresponden al grado nodal de salida, grado nodal de entrada, grado nodal total, capacidad de intermediación y capacidad de presencia en las relaciones (1997: 85-6).

 

4.2. Análisis reticular de textos de evaluación: Redes para encontrar las valoraciones implícitas.

El objetivo del análisis reticular de textos de evaluación (network analysis of evaluative texts) es la construcción de redes basadas en los enunciados explícitos en un texto, de modo que pueda llegarse a “la formulación de reglas de inferencia que revelan el contenido implícito o latente” (Kleinnijenhuis, de Ridder y Rietberg, 1997: 191). Esta aproximación fue originariamente desarrollada por Van Cuilenburg, Kleinnijenhuis y de Ridder (1988) como alternativa al análisis de contenidos totalmente automatizado, de modo que el software constituyese únicamente una ayuda en el análisis llevado a cabo por el/la analista.

 

El procedimiento propuesto por estos autores consiste en codificar los enunciados que se desean analizar en forma de relación valorada entre un sujeto y un objeto (puntuación entre -1 y 1). Pueden establecerse hasta quince tipos diferentes de conexión, que en el programa quedan simplificadas en cuatro tipos principales de vínculos: similitud, causalidad, relación emocional y asociación, con sus respectivas puntuaciones entre -1 y 1 (Popping, 2000: 102). Una vez realizada esta codificación el programa con que trabajan (CETA) ofrece dos tipos de información: “sobre los juicios de valor realizados en torno a los objetos con significación en el texto [es decir, se excluyen artículos, adverbios, etc.] y sobre las relaciones de evaluación entre esos objetos” (Van Cuilenburg, Kleinnijenhuis y de Ridder, 1988: 92). Las evaluaciones de carácter implícito se obtienen mediante el análisis de los paths existentes entre objetos en la red agregada.

 

En el artículo publicado por Van Cuilenburg, Kleinnijenhuis y de Ridder en 1988 el procedimiento se aplica a un conjunto de seis afirmaciones de carácter ficticio, aunque recogen el estado de opinión existente en los medios de comunicación en relación al conflicto entre Irán y los Estados Unidos tras la revolución de Jomeini. Mediante su análisis es posible, por ejemplo, conocer que en el material analizado existe una valencia (evaluación) positiva en la relación entre Iraq y el sha, a pesar de que esa relación no sea explícita en ninguna de las frases analizadas.

 

En su trabajo publicado en 1997, Kleinnijenhuis, de Ridder y Rietberg analizan las noticias de carácter económico aparecidas en dos periódicos holandeses entre 1968 y 1984. En esta ocasión se realiza un muestreo de enunciados. En la práctica su “texto” es la representación de la realidad económica por parte de los dos periódicos analizados; su red no representa un texto físico, sino el discurso que sobre un determinado acontecimiento han producido unos determinados medios de comunicación.

 

5. Análisis reticular del discurso: Nuestra propuesta

Al igual que los dos procedimientos expuestos en el epígrafe 4, el análisis reticular del discurso (Lozares, 2000; Lozares, Martí y Verd, 1997; Martí, 2000, Verd y Lozares, 2000) pretende traducir a una red de relaciones un conjunto concreto de enunciados, caracterizando diferentes tipos de relaciones y tomando el conjunto del texto como unidad de análisis. Su planteamiento se aleja de los propósitos habituales en el análisis de contenido -en el sentido de búsqueda específica de unos determinados temas o contenidos- para acercarse a la concepción holista habitual en el análisis del discurso -entendiendo discurso en su sentido amplio, es decir, conjunto homogéneo de escritos, entrevistas o conversaciones. De hecho el ARD surgió como un procedimiento aplicado al análisis de entrevistas, uno de cuyos objetivos principales era el de no dejar de lado a priori ni uno sólo de los enunciados en la entrevista. Con ello se pretende minimizar las posibles pérdidas de información utilizando unidades de registro mínimas, a la vez que maximizar las potencialidades de interpretación reconstruyendo el texto en forma de red, de modo que recupere su carácter unitario. El objetivo de todo el proceso de interpretación y codificación consiste en llegar a establecer una distribución reticular del discurso para reconstruir y analizar los procesos de acción, los intencionales y/o estratégicos, o la identificación de las situaciones de interacción con sus secuencias en la narración de los entrevistados. La red, así elaborada, nos proporciona una estructura objetivada, explícita y formalizada de la entrevista, tanto de los núcleos o unidades en su diversa naturaleza, como de las relaciones entre ellos.

 

Con estas premisas generales el ARD que proponemos toma diferentes caminos según los objetivos del análsis y las preocupaciónes teóricas y metodológicas de los miembros del equipo. Señalamos a continuación las distitintas concreciones a que han dado lugar estos planteamientos comunes.

 

5.1. Una aproximacion enunciativa, proposicional e interaccionista al análisis reticular del discurso: el relato de vida como secuencias vinculadas de episodios o situaciones de interaccion

La narración biográfica puede contemplarse como un conjunto de entornos o dominios de interacción creados y comunicados por el mismo entrevistado quien va generando en la interlocución diversas identidades del YO, del Nosotros, de los Otros según el momento biográfico, como también de un conjunto de objetos y entornos sociales. El narrador elabora así unos dominios y/o situaciones constituidos por diversos sujetos sociales que interaccionan por la acción del verbo-acción (que pasa a ser el contenido de la relación entre los sujetos) y que se enmarcan en contextos espaciales, temporales, objetuales y relacionales, en general, deícticos. Desde este punto de vista el relato biográfico puede contemplarse como una sucesión y superposición de situaciones y/o dominios de interacción. Aunque estos dominios, episodios o situaciones tienen un innegable referente realista (relato de vida) no hay que olvidar que este tejido de situaciones biográficas se produce y se crea in situ y en el momento de la interlocución. Por tanto, el relato biográfico no es sólo una cierta reproducción de las realidades pretéritas del entrevistado, tal y como se pudieron objetivamente dar, sino que es también el resultado de la relación que el entrevistado mantiene con el entrevistador en la situación de interlocución entre ambos. Además, el entrevistado no se representa a sí mismo ni a los otros como individuo(s) particular(es) sino como miembro(s) social(es): perteneciente(s) a categorías sociales, grupos, organizaciones y, más en general, a una sociedad y cultura. No sólo el entrevistado genera agentes/actores sociales sino también contextos que, a su vez, son realidades indexicales para la interpretación de  los dominios, de los actores, espacios, tiempos, objetos y relaciones. Por tanto la narración biográfica es “actuante y actualizada”, es decir, es un hecho pragmático; es un acto de habla en un doble sentido: i) primero, porque es una acción conversacional en presente entre entrevistador y el entrevistado y ii) segundo, porque el habla tiene en el mismo relato un valor accionarial (notarial) con relación a los mismos hechos relatados manifestándose en las expresiones verbales de cada proposición. Precisamente este segundo aspecto es el que interesa resaltar en esta propuesta (para un mayor detalle véase Lozares, 2000). Por el habla, en el relato de vida se hacen aserciones y actividades, se establecen relaciones, se dan réplicas, se ordena, se manda, se obedece, se nombran instituciones y agentes o actores que, a su vez, actúan, se externalizan recursos, se procuran estrategias, etc.

 

Esta propuesta se asienta sobre varios pilares: primero, en una visión interaccionista (Schiffrin, 1994; Goffman, 1961; Gumperz, 1982a, 1982b; Peña-Martín, 1980); y enunciativa del discurso (Bally, 1965; Benveniste, 1966; Coulioli, 1990); segundo, por una aproximación pragmática (Austin, 1962; Searle, 1969, 1975; Moeschler, 1985); tercero, por los métodos vinculados al análisis proposicional (Franzosi, 1994, 1989; Maida y Shapiro, 1982; Blanchet y Gotman, 1992; Ghiglione y Blanchet, 1991); cuarto por el modelo reticular de White (White, 1992, 1995; Cicourel, 1987; Mische y White, 1998); y quinto, por el modelo genérico (teoría, métodos y técnicas) de las redes sociales (Freeman, White y Romney, 1989; Galaskiewicz y Wasserman, 1993; Wasserman y Faust, 1994; Wellman y Berkowitz, 1988).

 

5.2. Una aproximación argumentativa al discurso: las relaciones tópicas como base para la identificación de estructuras discursivas.

Es mediante la argumentación que las personas, grupos e instituciones sociales establecen explicaciones sobre su entorno, por lo que un aspecto fundamental en análisis del discurso son los argumentos. Muy sintéticamente, podemos definir un argumento como una relación que vincula un enunciado p (premisa) y un enunciado q (conclusión). Desde la teoría de la argumentación en la lengua (Anscombre y Ducrot, 1983, 1994), se considera que estos vínculos son posibles porque en ellos se evocan unas reglas generales socialmente compartidas: las relaciones tópicas o topoi (sing. topos). Así, por ejemplo, el enunciado "encontré trabajo porque soy inteligente" es un argumento plausible no por la presencia de la preposición "porque", sino debido a la existencia de un topos socialmente compartido, según el cual a más capacidades intelectuales, mayor éxito laboral.

 

Desde este principio teórico, las relaciones tópicas pueden ser identificadas sucesivamente en un texto (mediante la interpretación contextual del mismo), obteniéndose una red o estructura que los hablantes utilizan como soporte cognitivo de una enunciación particular. Se trata de una red que conserva la unidad global del discurso sin fragmentarlo en categorías preestablecidas, y que registra los vínculos (socio)cognitivos (en última instancia, ideológicos) que se establecen entre distintas instancias sociales. La estructura reticular permite mostrar como distintos conjuntos de relaciones tópicas se entrelazan y solapan, reflejando las múltiples pertinencias sociales del discurso, y alejándose con ello de la idea de unicidad del sujeto hablante.

 

El método no conserva ni pretende conservar toda la riqueza discursiva, sino únicamente estos vínculos argumentativos, que se registran en una matriz relacional (relaciones dirigidas y valoradas según su frecuencia de aparición) que posteriormente es tratada y representada mediante análisis de redes sociales. El análisis es de especial utilidad en corpus textuales amplios, en los que se pueden confrontar distintos pasajes de texto, distintos materiales y/o distintos perfiles sociales.

 

Los referentes teóricos de esta propuesta se encuentran en diversas tradiciones: la teoría de la argumentación en la lengua y la pragmática integrada (Anscombre y Ducrot, 1983, 1994; Moeschler 1985); la aproximación sociocognitiva al estudio del discurso (Van Dijk, 1993, 1995, 1998); las teorías heteroglósicas y polifónicas (Bajtin, 1981; Ducrot, 1986); el análisis crítico del discurso (Fairclough, 1989, 1992; Fairclough y Wodak, 1997); y, evidentemente, la teoría y análisis de grafos y de redes sociales. Un mayor desarrollo de esta propuesta se encuentra en Martí (2000).

 

5.3. Una propuesta de análisis narrativo que contempla simultáneamente las dimensiones de registro y de construcción del discurso: la narración como sucesión de acontecimientos de carácter causal relacionados de forma reticular. 

Partiendo del concepto de narrativa entendido como secuencia ordenada (no necesariamente cronológica) de acontecimientos que son agrupados formando una unidad, este procedimiento pretende realizar un análisis formalizado que destaque las relaciones causales entre los enunciados de los/as entrevistados. Aquí se apuntarán los objetivos y fundamentos de la propuesta, para una explicación más extensa véase Verd y Lozares (2000).

 

Uno de los objetivos metodológicos fundamentales del análisis es el de realizar un análisis que permita, mediante codificación, tratar con el máximo de rigor toda la información proporcionada por el texto analizado, a la vez que permita reproducir y contrastar el procedimiento seguido. Los humanos no somos buenos procesadores de grandes cantidades de información, por ello se propone un análisis que desglose al máximo la información, para después poder tratarla de forma conjunta. En este sentido recoge las pretensiones del análisis de contenidos clásico (Berelson, 1971; Weber, 1985), aunque el análisis pormenorizado del texto también lo aproxima al análisis proposicional (Ghiglione y Blanchet, 1991). Todo ello permite a la vez tener un mayor control sobre cada una de las etapas del procedimiento aplicado. No obstante, la inevitable segmentación que produce el análisis de contenidos es superada retomando algunos elementos del análisis narrativo formal de Abell (1987) y de Heise (1991), que reconstruyen en forma de estructuras narrativas unos determinados acontecimientos narrados, aunque estos autores no utilizan una formalización inspirada en el análisis de redes sociales.

 

El procedimiento que se propone toma la forma de unas reglas de codificación que no se pueden eludir. En cierto modo, se trata de un álgebra de pertinencias lógicas que, a diferencia del álgebra matemática, es producida inductivamente desde el propio sujeto y que, como tal, se mantiene abierta a la reformulación y/o modificación. También debe señalarse que las relaciones obtenidas de esta codificación inicial son de carácter intensional (véase Bennet, 1988; Maida y Shapiro, 1982; Woods, 1991) por lo que las implicaciones causales representadas son únicamente las correspondientes a la situación concreta vivida/reconstruida por el/la narrador/a y sólo después de un proceso de simplificación y abstracción pueden extrapolarse o compararse con otras situaciones. La matriz de relaciones resultante permite obtener los acontecimientos (nodos) centrales de la narración, los cuales son significativos tanto por ser elementos causados como por ser elementos causantes.

 

La codificación, así como todo el proceso posterior de reconstrucción del discurso en forma reticular, tiene un marcado carácter interpretativo. En este sentido, siguiendo las propuestas de Grice (1989), se rebasan los límites del contenido informativo estrictamente proposicional, para introducir el contexto y el co-texto en la representación y posterior análisis del discurso. Así mismo, este proceso de simplificación y abstracción no puede eludir, a riesgo de quebrar o incluso traicionar el propio discurso analizado, la estructura cognitiva que subyace a cualquier acto de narración (Carley, 1993). De este modo se aborda conjuntamente la dualidad de dimensiones (Flick, 1998) que tiene todo discurso: se analiza como construcción individual y colectiva, sin renunciar a realizar una interpretación en términos de registro (“factual”).

 

6. Reflexiones finales: Más allá de la red como instrumento heurístico o instrumental

Como se ha ido comprobando en los apartados anteriores, las aproximaciones al análisis de textos inspiradas en la metodología del análisis de redes sociales son numerosas y difíciles de abarcar en un somero repaso. No obstante, es posible detectar unos intereses de fondo que dan coherencia a las diferentes tendencias o grupos que permiten abordar un panorama tan diverso como el que tratamos.   

 

La primera reflexión se refiere a los diferentes criterios utilizados. La clasificación presentada nos ha parecido al mismo tiempo exhaustiva y pertinente con respecto a los métodos precedentes descritos. En las diferentes aproximaciones hemos guardado una cierta coherencia clasificatoria dada por la aplicación de tres criterios, ya anunciados en la introducción, aunque el riesgo de encabalgamiento sea difícilmente superable. Ello nos da, además de una clasificación, una posible tipología de las aproximaciones que usan la idea de red como línea metodológica y teórica de análisis. Los dos primeros criterios están más vinculados al método y a consideraciones lingüísticas, sobre todo el primero, y a la formalización del procedimiento, sobre todo el segundo. El tercero es más funcional y de contenido más sociológico. Estos criterios son los siguientes:

 

1)     El primero de los criterios o dimensiones, más lingüístico, ha consistido en la extensión y amplitud con que se toman los componentes lingüísticos del texto como unidades de análisis y/o referencia del análisis-red  (que va de los lexemas y/o palabras como unidad elemental  hasta los párrafos o el texto en su totalidad pasando por la proposición o frase).

2)     El segundo criterio o dimensión, que se refiere más a la formalización, y en buena medida es paralelo al precedente pero no confundible, se refiere a la complejidad de los vínculos que van de una relación que se establece por cuasi afiliación y/o contingencia de los elementos dentro de una unidad de referencia más amplia hasta los vínculos más complejos que expresan intensidad, signo, dirección o significado. Dentro de esta misma consideración pueden darse  procedimientos que, en términos de la teoría de redes, dan pie a análisis “egocéntricos” hasta otros que pueden articular el conjunto de los componentes del texto o de los diferentes subgrafos o sub-relaciones que se dan en él. [11]

3)     El tercero de los criterios o  dimensiones, más sociológico, tiene que ver más con los contenidos, temáticas o incluso con el objetivo, función o uso de procedimientos.

 

También hemos realizado, en algunos epígrafes y dentro de las clasificaciones precedentes, alguna subclasificación de métodos, por ejemplo entre una orientación más comunicativa o más cognitiva o entre temas o contenidos: empresas, instituciones,  etc.  

 

La segunda reflexión se refiere a la amplitud e intensidad en la utilización del paradigma y método reticular. Tal y como ha sido sugerido, una de las diferencias clave entre unos procedimientos y otros es el modo diferente en que se utiliza la perspectiva de redes en la formalización y análisis. Pretendemos que nuestra propuesta sea rigurosamente reticular, es decir desde la unidad textual más elemental y referencial considerada en el texto hasta la articulación de todo el corpus textual. En ello sigue más de cerca los procedimientos descritos en los epígrafes 3 y 4 que tratan de extender la relación más allá de las palabras, hacia la proposición, y de ahí a la frase y al texto. Partimos de la premisa básica de que es más coherente con la naturaleza articulada de un texto e informativamente hablando más eficaz en la búsqueda del sentido del texto, el respetar, desde las unidades más elementales hasta el texto en su totalidad, las relaciones que se establecen entre sus elementos o componentes. El segundo supuesto es que la metodología y los procedimientos ligados a la teoría de Redes Sociales constituyen un instrumento adecuado para estas pretensiones. Dentro de la visión reticular del discurso pueden darse diversas orientaciones, argumentativa, interaccionista, pragmática, enunciativa.., lo importante es considerar el discurso como un enjambre o tejido de juegos reticulares, sea entre los sujetos enunciadores o que aparecen en el discurso, sea entre los elementos deícticos o escenográficos en las narrativas, sea entre las propias proposiciones o enunciaciones, sea entre los diferentes grados de concreción situacional o abstracción de un modelo teórico u otras formas de implicación mutua. Lo que nos parece fundamental es el intento de no quedarse en la categorización del texto como la exclusiva manera de descubrir el sentido del discurso y ello en todos los niveles en que puede tratarse el texto.

 

La tercera reflexión se refiere a la función que juega el texto como contexto. El modelo de análisis de textos que proponemos presenta algunas otras bondades ligadas a la teoría de redes sociales. La primera, la de poder contextualizar cada unidad o relación elemental de la red con retículos más amplios en los que se inscribe y que la misma relación elemental a contribuido a generar. El “diálogo” entre las unidades reticulares más irreductibles y las más  amplias es “natural”. Como se sabe hay muchos indicadores conceptuales que dan cuenta de las características globales de una red o de parte de ella. La segunda, es que dentro de la teoría de redes sociales se pueden analizar conjuntos (subgrafos) de nodos o relaciones, previa o posteriormente caracterizados. Es decir, se pueden  estudiar composiciones o clases internas no sólo provenientes de contagios o vínculos directos sino también de relaciones indirectas y a distancia; es decir, se puede conseguir una especie de descomposición del texto en composiciones más elementales que no son confundibles con las unidades de partida ni con la totalidad del texto. Así se puede pensar e interpretar el interior de un texto como formado de campos o episodios discursivos que, a su vez, pueden entran en interacción entre sí. La tercera es que, evidentemente, se puede continuar también realizándose todos los análisis “egocentrados” que se deseen.  

 

Estas posibilidades de formalizar, de alguna manera, la interacción entre las partes constituyentes del texto, la transferencia y la “co-donación” de sentidos, es pues uno de los aspectos que nos parece más fecundos en la  propuesta del uso del modelo de las Redes Sociales en el tratamiento de textos.

 

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WOODS, W. A. (1991) “Understanding Subsumption and Taxonomy: A Framework for Progress”, en John F. Sowa (ed.): Principles of Semantic Networks. San Mateo, California: Morgan Kaufmann.



[1] Debe tenerse en cuenta, no obstante, que las perspectivas reticular y atributiva tienen aspectos complementarios. La reticular como primer nivel de aproximación a un determinado fenómeno, y la atributiva como tratamiento a un segundo nivel más abstracto, cuando las relaciones en el primer nivel han sido ya establecidas.

[2] En cada grupo empezamos con una breve referencia a estos antecedentes que, aunque no aplican el análisis de redes sociales a datos de carácter textual, ya avanzan aproximaciones de carácter relacionista.

[3] Esta es la razón por la cual Popping (2000) no considera el word-network analysis como un análisis reticular de textos, argumentando que tiene carácter temático, basado exclusivamente en la coocurrencia de términos. Por otra parte, Carley ha criticado este tipo de análisis (que denomina proximity analysis) por su incapacidad para recoger el diferente sentido que otorga a un enunciado la alteración del orden de sus términos (1993: 105).

[4] Nos referimos concretamente a los análisis lexicométricos (Maingueneau, 1997; Salem, 1986): 1) de los pioneros como Guiraud, Muller, Warner y Yule;  2) de segmentos gráficos de tipo estadístico, análisis de co-ocurrencias; y de segmentos repetidos como los del laboratorio de Lexicologie et textes politiques de la Ecole Normal de Saint-Cloud de los finales 60 y 70, dirigido por Wagner, Salem e integrado en 1977 en el Institut National de la Langue Française (InaLF), que trabajaron sobre textos de naturaleza socio-política; y 3) los análisis multivariados de textos basados en el análisis de correspondencias o en el Q-análisis, ambos de carácter estructural atributivo, como los de Lebart y Salem (1988), Conde  (1991) o el análisis sociosemántico de Navarro y Diaz (1994).

[5] Típicamente los datos se organizan en una matriz de actores por palabras o conceptos, obteniéndose posteriormente una matriz cuadrada de actor por actor. El paso a un análisis basado en una matriz de palabras por palabras exige únicamente multiplicar de modo diferente la matriz inicial.  Éste es, de hecho, el procedimiento que aplican Schnegg y Bernard (1996).

[6] Se trata de los autores que hemos revisado en el epígrafe 2.1.

[7] Según Sowa (1991) la utilización de grafos para la descripción del conocimiento se remonta al filósofo neoplatónico Porfirio, asentándose posteriormente con los trabajos de Peirce a finales del siglo XIX, y con los del psicólogo Selz a principios del XX. Collins y Quillian (1969) los introdujeron como una forma de representación jerárquica de conceptos, aunque su modelo fue muy criticado por su rigidez: en la práctica es difícil concebir que las asociaciones conceptuales se hagan jerárquicamente, ya que a algunos conceptos prototípicos como “gallina”, “tigre” o “agua” se asocian “granja”, “selva” o “sed” antes que a sus respectivas “familias biológicas” (Johnson-Laird, 1990: 311). El modelo revisado de Collins y Loftus (1975) propone una representación más flexible denominada propagación de la adaptación, en la que los conceptos no se relacionan jerárquicamente, sino de acuerdo con distancias semánticas (por ejemplo, el concepto “rojo” se puede relacionar con otras categorías de colores, pero también con otros conceptos como “fuego” o “pasión”).

[8] Los modelos mentales se entienden aquí como redes de conceptos, y no como son introducidos en ciencia cognitiva por Johnson-Laird (1983), definidos como representaciones analógicas de la realidad.

[9] De hecho, también ha ido reformulando parcialmente algunos fundamentos teóricos de su análisis, en consonancia con la expansión de sus campos de aplicación.

[10] No obstante, el map analysis de Carley no tiene este objetivo. Popping (2000: 30) ve posible la construcción de una matriz de casos (redes) por variables (nodos) en que los valores de las variables se obtienen mediante una ponderación de las relaciones existentes.

[11] Estos dos primeros criterios han sido la base de la clasificación fundamental de los epígrafes 2, 3, 4 y 5. Cada dimensión o criterio es más complejo y denso informativamente a medida que se avanza o pasa progresivamente de los epígrafes 2 al 5.