El capital activo de los comerciantes ambulantes:
un análisis
cualitativo de sus redes sociales
El
presente artículo es una reflexión a partir de los resultados de una investigación
sobre redes sociales como soporte y posibilidad de desarrollo del comercio
ambulatorio. En la actualidad, las concentraciones de vendedores ambulantes han
cambiado de tamaño, ubicación y cobertura. Las grandes concentraciones de
comercio informal que perduraron hasta mediados de los 90’s en las zonas
céntricas de Lima Metropolitana ya no son el signo principal de este fenómeno.
Comúnmente conocidas como ‘paraditas’, las pequeñas concentraciones de
vendedores en la vía pública, se ubican en los distritos periféricos de la
ciudad y abastecen una demanda barrial. En este contexto, caracterizado por la
pobreza, se analizan cualitativamente los vínculos que componen las diversas
estrategias que dan sustento a esta actividad, en tres planos: el mercado, la cooperación
y la negociación. La investigación encuentra en las paraditas comunidades
relativamente cerradas organizadas en base a vínculos no adscritos de media o
baja confianza (vecinos, compañeros de trabajo, amigos y socios de
organización). No obstante, los vínculos adscritos (familia) caracterizados por
la alta confianza, constituyen un potencial por los niveles de apoyo que
canalizan en el manejo más cotidiano del negocio; aunque no logran
desarrollarse lo suficiente para incorporarse en estrategias de crecimiento más
amplias. En este marco, las redes sociales aparecen como un recurso individual
y del colectivo, lo que constituye una suerte de capital social para la
visualización de las oportunidades de crecimiento y formalización de esta
actividad.
Hacer un recuento histórico del fenómeno del comercio ambulatorio en
Lima Metropolitana nos remonta a la época colonial. En aquella época, los que
se dedicaban a esta actividad eran los propios españoles y criollos
empobrecidos. Posteriormente, se fueron incorporando otros grupos étnicos como
los mestizos, negros y mulatos y a mediados del siglo XVII los indios (Iwasaki,
1989:125). Así, esta actividad ganó un perfil costumbrista y a inicios de la
república, en 1915, ya se la reglamentaba estableciéndose un cobro por el uso
del lugar o sisa lo cual significó un avance para reclamar el derecho de uso de
la vía pública para el comercio (De Soto, 1987:74).
Si bien desde siempre existieron conflictos entre ambulantes y
autoridades, la actividad logró asentarse con el transcurso de los años en las
zonas más transitadas de la capital al paso que significaba la incorporación a
la ciudad de nuevos contingentes poblacionales. A nivel nacional, las
tendencias muestran que en las últimas décadas la informalidad ha crecido en
relación con el crecimiento urbano y el desarrollo de las ciudades, haciéndose
evidente su presencia en el sector terciario de la economía. Mientras en 1940
el comercio informal brindaba empleo al 38.7% de los 112,100 habitantes dedicados
a esta rama de actividad; en 1961, 1972 y 1981, este tipo de comercio crece
representando el 61.0%, 61.4% y 65.5% respectivamente del total de la PEA
ocupada en esta rama a nivel nacional (INEI, 1992).
A raíz de la migración, Lima cambia su carácter señorial
en la primera mitad del siglo XX, y con ello las calles de la ciudad van
llenándose progresivamente de ambulantes.
En 1976, al producirse el deterioro del modelo
económico de sustitución de importaciones que había iniciado un proceso de
desarrollo industrial en los 50’s, la crisis económica empuja a buena parte de
los trabajadores expulsados del sistema productivo –pero no sólo a ellos[2]- al autoempleo y con eso se produce el desborde de
comerciantes ambulantes en las calles. En este mismo año se registran en Lima
metropolitana 58,284 personas dedicadas a esta actividad de las cuales el 56%
se concentraban en el centro de la ciudad (INEI, 1977). Una década después, de 90,309 ambulantes en
Lima Metropolitana, 49,546 se localizaban en el centro de la ciudad, llegando a
20 mil sólo en el centro histórico o Cercado de Lima (ILD, 1986). La última
Encuesta Nacional de Municipalidades que incluye esta variable se realizó en
1994, un año antes que las políticas de formalización sean aplicadas
enérgicamente por la municipalidad provincial, y estima 182,167 ambulantes en
Lima Metropolitana, de los cuales 69 mil laboraban en el Cercado de Lima (INEI,
1994).
Ante el crecimiento explosivo del sector en la primera mitad de los
90’s, etapa que coincide con la aplicación de las medidas de ajuste
estructural; la Municipalidad Provincial aplica la Ordenanza 002 en la cual se
establece plazos para la formalización con exoneración de impuestos para la
compra de locales y facilidades para la tramitación de licencias. En este tratamiento
político del problema, la formalización es entendida como la salida de las
calles y la ubicación de los comerciantes informales en locales construidos
para ese fin (galerías o campos feriales); no significa necesariamente su
incorporación al sector moderno y formal de la economía, lo cual amerita una
solución a largo plazo.
Estas medidas alcanzan primeramente al Cercado de Lima y
posteriormente se replican en otros distritos con concentraciones numerosas de
comercio ambulatorio como el conglomerado textil de Gamarra en el distrito de
la Victoria, y otros distritos caracterizados por sectores de clases medias
como Jesús María y Magdalena. Este
mayor control impuesto en las zonas más mesocráticas de la ciudad, ha devenido
en una mayor proliferación de este fenómeno en las zonas periféricas donde hay
menos control y más tolerancia. En
estas zonas, todavía subsisten conglomerados como Caquetá ubicado en el
distrito de San Martín de Porres y La Chanchería en Villa el Salvador. Si bien
no hay cifras oficiales que sustenten esta tendencia, es una característica
regular, evidente y visible cuando se pasa de uno al otro lado de la ciudad[3].
Estos conglomerados periféricos, a tono con los tiempos, también están
sujetos a políticas ediles de formalización y actualmente están concertando
para lograr un consenso entre las partes.
No obstante, también existen concentraciones más pequeñas que si bien
son afectadas por este proceso presentan mayores dificultades para el establecimiento
de estrategias que apunten a la formalización, debido a la casi nula
acumulación económica existente que impide un ahorro sostenido, y también a las
dinámicas sociales y organizativas que adquieren un perfil bastante defensivo.
El presente artículo hace referencia a una investigación iniciada en
Lima Metropolitana en Febrero del 2001 con el propósito de conocer la dinámica
social de este sector al ubicarse en las zonas periféricas de la ciudad. El caso que se presenta es el distrito de
Independencia el cual se caracteriza por la concentración de ‘paraditas’, es
decir pequeñas concentraciones de ambulantes que abastecen a un comercio
barrial y no de alcance interdistrital como las concentraciones de antaño
situadas en las zonas céntricas de la ciudad.
Se asume que este repliegue al barrio en relación al mercado al cual
abastece marca una diferencia con respecto a los otros conglomerados
comerciales. En este contexto, se considera que un análisis de sus redes
sociales alrededor de los intercambios potencialmente más significativos (como
estrategias para la compra de locales, formas de ahorro colectivo, redes de
apoyo, etc.) puede ser útil para la ejecución de proyectos promocionales que
permitan la instrumentalización de estas prácticas que operan naturalmente en
el sector con el fin de lograr un crecimiento cualitativo de la actividad, un
sustento de base para un proceso de formalización de mayor alcance. Asimismo,
se hace necesario conocer otro tipo de dinámicas sociales que nos permitan
comprender la lógica de su mercado y sus relaciones de negociación política.
La base de datos que se expone no responde a un
análisis estructural de redes sociales con gráficos y medidas propias como
centralidad, intermediación, etc; no obstante, se aproxima a un análisis de
este tipo partiendo de un muestreo convencional para precisar las siguientes
variables: la posición económica en comparación con el entrevistado, grado de
igualdad en las condiciones del negocio y ubicación territorial. Se trata de
una encuesta aplicada a 232 comerciantes ambulantes del distrito de
Independencia - ubicado en el Cono Norte de Lima Metropolitana- el cual
concentra aproximadamente 1000 ambulantes que trabajan en 8 concentraciones o
paraditas en turno diurno y que se encuentran organizados en 20 asociaciones.
Las variables han sido trabajadas reconociendo la
diversidad del plano de relaciones sociales en donde se desarrollan las redes.
Estos planos son el mercado, en el cual simplemente se consideró la
tipificación del vínculo; la cooperación con fines económicos, en la cual se
utilizó todas las variables señaladas anteriormente; y la negociación, en la
cual se tiene una aproximación por los
vínculos de representación en los diversos gremios.
Más que argumentaciones acabadas se pretende poner en el debate y
hacer una reflexión, a la luz de los resultados de la investigación empírica,
sobre los planteamientos teóricos de la teoría del capital social y su
desarrollo en los sectores marginales de la sociedad.
Desde sus inicios las ciencias sociales han intentado
entender las dinámicas que ligan a los individuos unos con otros y cómo estas
relaciones establecen roles y mantienen o cambian las estructuras sociales de
la sociedad. Durkheim, padre de la sociología, se ocupaba del problema de la
integración social y entre sus múltiples explicaciones surgieron los conceptos
de anomia, solidaridad orgánica y mecánica, etc. Marx interesado por el cambio
social contribuyó a esta inquietud científica desde la óptica del poder y su
expresión en la lucha de clases, de ahí desarrolla conceptos importantes tales
como relaciones sociales de producción, estructura y superestructura, entre
otros. Dentro de este interés por explicar al individuo en sociedad y sus
relaciones, se inscribe tanto la perspectiva de redes sociales como la de
capital social.
Al tejido de vínculos que relacionan un conjunto de
personas entre sí se llama red social. Esta metáfora fundamenta un enfoque que
tiene como premisa básica que los fenómenos sociales no se pueden explicar solamente
por las características de los agregados individuales, sino principalmente por
los patrones de relaciones que se establecen entre las personas, las cuales
justifican y pautan su comportamiento y pensamiento. Wellman uno de los
precursores del análisis de redes sociales en la sociología sostiene: “las
relaciones sociales estructuradas constituyen una fuente más poderosa de
explicación sociológica que los atributos personales de los miembros del
sistema” (Wellman, 1997:61).
Parte de la fortaleza de este enfoque radica no sólo
en esta apuesta por los vínculos sociales como unidad de análisis, sino en
proveer de las siguientes fuentes de interpretación (Light et. al., 1992:
63-70):
1.
El poder y el status de un
individuo pueden explicarse desde la posición de éste dentro de una red.
2.
El análisis de la
distribución de diversos recursos se hace más precisa dentro de la dinámica del
flujo de la red.
3.
El puente entre los niveles
de análisis micro y macro se hace más evidente puesto que permite a partir de
las interacciones personales o institucionales acercarse a la configuración de
un orden social mayor.
Mientras que el desarrollo del enfoque de redes
sociales tanto desde la antropología[4] como la sociología data desde la posguerra, el
desarrollo del debate entorno a la noción de capital social es más
contemporáneo. El término hace referencia a las normas, instituciones y
organizaciones que promueven confianza, ayuda recíproca y cooperación; y con
ello, se atribuye que puede reducir costos de transacción, producir bienes
públicos y facilitar la constitución de organizaciones favorables para el
desarrollo social y político (Durtson, 2000:7). Asimismo, Putnam (1993)
sostiene que las asociaciones voluntarias y las redes sociales de la sociedad
civil contribuyen a la democracia. La carga positiva atribuida a esta noción ha
despertado gran interés en los organismos de cooperación internacional y otras
instituciones otorgándole un perfil más político. El Banco Mundial, por
ejemplo, viene desarrollando desde 1996 una iniciativa para la promoción de
investigaciones en este sentido[5].
No obstante su connotación normativa, el concepto de capital social sigue
siendo desarrollado y también ha suscitado el interés de las ciencias sociales.
Portes confirma que la novedad y el atractivo de este
concepto para las ciencias sociales tiene que ver con: “Primero, el concepto
centra su atención a las consecuencias positivas de la sociabilidad y aísla sus
características menos atractivas. Segundo, ubica esas consecuencias positivas
en el marco de una discusión más amplia del capital y llama la atención en cómo
tales formas no monetarias pueden ser recursos de poder e influencia” (Portes,
2000:44). En este sentido varias investigaciones se han ensayado para medir su
impacto en los temas de democracia[6] y desarrollo económico. Asimismo, estas experiencias
empíricas han conllevado a intentos por asir el concepto de capital social
dentro de una teoría del capital y explicar la lógica de su funcionamiento. En
este sentido, se ha propuesto una visión integrada entre la enfoque del capital
social y redes sociales donde se inscriben numerosos científicos sociales[7].
Esta visión integrada se justifica al contemplar que las medidas
convencionales, construidas a partir de indicadores como participación en organizaciones
sociales, involucramiento en acciones comunitarias, etc., no permiten explorar per sé los beneficios y obstáculos de la
socialidad del individuo para el acceso a recursos, información u
oportunidades. Por ejemplo, Carrión
(2002) observa que para el caso peruano los indicadores tradicionales de
capital social (como la pertenencia a organizaciones sociales) no correlacionan
positivamente con los niveles de confianza interpersonal ni es soporte firme
para un gobierno democrático. En cambio, desde la teoría de redes, al ahondarse
en la dimensión estructural de la interacción, nos permite explicar de qué
manera mediante los vínculos fluyen o se restringen ciertos recursos. De esta manera, el capital social se hace
capital en cuanto puede explicar procesos de diferenciación emergentes de las
formas cómo vínculos personales estructuran determinadas posiciones sociales.
Uno de los puntos principales de discusión que ha traído consigo esta
visión integrada son los mecanismos que construyen un mayor capital
social. Burt sostiene que se tiene
mayor capital social cuando se puede ser un tercero dentro de una relación
entre dos personas, es decir cuando existe mayor capacidad de intermediación
(Burt, 1992:30-32). De acuerdo a su propuesta, los vínculos más importantes
serían aquellos que no redundan en los mismos espacios debido a que dejan mayor
margen de posibilidades para a obtención de nuevos recursos. Por su parte,
Coleman defiende la tesis que el capital social es mayor cuando hay un ‘cierre’
es decir una densificación de las vínculos sociales en la red, debido a que
éstos generan relaciones de compromiso que facilitan la cooperación y la ayuda
mutua (Coleman, 1988:107). No obstante, Burt, en un reciente ensayo, reconoce
la necesidad de una visión integrada de ambos mecanismos. En esta visión,
existiría cuatro tipos de combinación de estos mecanismos, como lo demuestra el
siguiente gráfico.
Gráfico
N° 1
Falta de Constreñimiento externo
Sin contactos
redundantes Alto |
D Grupo desintegrado con diversas perspectivas,
habilidades y recursos. |
A Máximo rendimiento |
Bajo |
C Mínimo rendimiento |
B Grupo cohesionado que contiene las mismas
perspectivas, habilidades y recursos. |
Bajo Alto
Cierre
dentro del grupo
Falta
de constreñimiento interno
Fuente: Burt 2001, 48
Traducción propia.
El gráfico muestra que los grupos sociales que privilegian el cierre
se orientan a la conservación de recursos, puesto que sus fuentes son las
mismas entre los miembros que componen la red (B). Mientras que el grupo que
privilegia la intermediación se orienta en mayor medida a la canalización de
nuevos recursos que desintegra al grupo en su interior (D). Lo óptimo (A) es la
utilización de ambos mecanismos en el grupo para lograr su mejor rendimiento y
lo menos favorable sería la subutilización de ambos mecanismos (C).
En el caso del comercio ambulatorio este esquema tiene una gran fuerza
explicativa. Si bien los resultados que presentamos no permiten visualizar
claramente si existen ambulantes que en sus relaciones comerciales puedan ser
intermediarios, nos es evidente que el grado de personalización de los vínculos
comerciales generan un ‘cierre’ el cual es difícil de transgredir por el marco
cultural que sustenta la normatividad de los vínculos establecidos. En este
sentido privilegiarían el cierre, aunque no en todos los planos de sus
relaciones sociales.
1.
Redes en el mercado
En Independencia, el comercio ambulatorio se desenvuelve en un mercado
muy personalizado, no solamente porque los vínculos establecidos se recrean
cara a cara sino también porque dichos vínculos superponen a la transacción
económica su normatividad social[8].
Esta superposición de los vínculos genera roles mixtos en los cuales los
clientes o proveedores también son familiares, vecinos, amigos, caseros, etc.
En el caso de las relaciones de los comerciantes ambulantes con los
familiares es más evidente la tensión entre una racionalidad de cálculo
económico y otra emocional[9].
Empero, el ‘casero’[10]
también presenta esta misma tensión de modo muy particular. En las entrevistas
encontramos argumentaciones en las cuales la relación cliente o proveedor se
refleja cargada con algún nivel de involucramiento emocional. Por ejemplo una
ambulante señala cuando nos comenta la relación con sus proveedores: “Les tengo confianza porque me están dando
la mano y no es dable que cuando tenga plata compre en otro lado”,
confundiendo las facilidades que le otorga con un acto de solidaridad o el
cumplimiento de la norma de reciprocidad “hoy por tí, mañana por mí”. En otro
caso, ante un cliente que ha preferido comprar en otro lado, una ambulante
aplica la siguiente estrategia: “Ah,
donde la encuentro la saludo y le digo caserita ¿está de viaje? No ha venido a
visitarme estos últimos días”. En esta afirmación se observa una sutil
condena al no comprar como sinónimo de desatención a la amistad en la cual la
compra va más allá de esta funcionalidad económica y tiene calidad de ‘visita’.
Por lo tanto, con el casero, si bien se tiene una relación comercial
en la cual uno es cliente y otro proveedor, ésta tiene una normatividad que
caracteriza un tipo de comercio tradicional. El casero es aquel a quien siempre
se compra por motivos que se sustentan en las ventajas de precio, oferta,
garantía, etc.; pero también y especialmente porque se cree en él. El casero no
sólo es un comprador de siempre sino además un cliente o proveedor fiel con el
que se puede conversar hasta cuestiones personales. Es por ello que la
personalización de los vínculos sociales en el mercado hace evidente que
existen motivos extra económicos que sustentan una transacción comercial. Si
bien esta afirmación no es nada nueva, se sostiene que la personalización de
los vínculos de mercado en el comercio ambulatorio - la cual trae consigo una
norma social y se traduce en el cumplimiento de algún compromiso con el otro -
tiene una incidencia mayor que en otro tipos de comercio.
En el Cuadro N° 1, los vínculos con los proveedores están asociados en
casi 50% a algún grado de personalización. En el mejor de los casos son caseros
(29.7%), mientras que en otros casos son amigos (7.3%) y hasta familiares o
paisanos (5.9% y 1.8% respectivamente). Sólo un 42.5% tendría diferentes
proveedores quienes al parecer son escogidos según circunstancias y 11.4% se
abastece de empresas; en estos casos no se personaliza el vínculo económico en
tanto ello no significa el cumplimiento de algún compromiso extra comercial. En
estos casos, quizá habría mayor posibilidad de construir un capital social
sobre la base de la intermediación como lo sostiene Burt en tanto una aptitud
favorable a este mecanismo supone un manejo flexible de sus redes sociales;
aunque se requeriría una base empírica más amplia para sustentarlo.
Tipo de relación |
Frecuencias |
Porcentajes |
Familiares |
14 |
5.9% |
Vecinos |
2 |
0.9% |
Amigos |
17 |
7.3% |
Paisanos |
4 |
1.8% |
Conocidos(caseritos) |
69 |
29.7% |
Desconocidos |
99 |
42.5% |
Compañeros de trabajo |
1 |
0.5% |
Empresas |
26 |
11.4% |
Total |
232 |
100.0% |
Ser intermediador en las relaciones con los
proveedores sería posible si es que no existiera una exclusividad de las
transacciones comerciales y de la información referente al abastecimiento.
Tenemos como ejemplo el caso de una comerciante: “ yo tuve la mala experiencia de contarle a mis amigas de que en este
sitio está más cómodo y cuando yo le veía otro modelo y le decía dónde han
comprado no eso me lo han traído acá me decían, entonces que cuando vengan me
pasen, ya pues, pero nunca llegaban”. Esta información y las relaciones con
los proveedores es un bien preciado dentro de su racionalidad y por lo tanto
‘un secreto del negocio’.
De igual modo, las relaciones con los clientes están
marcadas en mayor medida que las relaciones con los proveedores por la
personalización de los vínculos sociales. En el Cuadro N° 2, se muestra que
casi el 80% de los principales clientes son conocidos con los cuales se
comparten algún vínculo que trasciende lo comercial. Otra vez se observa la
supremacía de la calificación de caseros (34.2%), y seguidamente los vecinos
(21.6%), amigos (15.6%) y familiares (10.0%).
Sólo el 16.9% tiene clientes ocasionales con los cuales no construye
algún vínculo extracomercial.
Tipo de relación |
Frecuencias |
Porcentajes |
Familiares |
23 |
10.0% |
Vecinos |
50 |
21.6% |
Amigos |
36 |
15.6% |
Paisanos |
5 |
1.7% |
Conocidos(caseritos) |
79 |
34.2% |
Desconocidos |
39 |
16.9% |
Total |
232 |
100.0% |
Asimismo, la alta personalización de las relaciones
con los clientes lleva a una competencia que exalta el plano emocional en la
búsqueda por ganar clientes, limitando la capacidad de intermediación en este
plano de los vínculos sociales. Como un comerciante bien lo expresa: “Acá a veces los compañeros cuando uno vende
no comprenden esa situación (…) por eso digo el que vendió, vendió” Asumir
una competencia abierta a la caza de los clientes del otro es muy condenable y
quien asume una postura así puede generar resentimientos.
La caracterización particular de este tipo de comercio
pone en evidencia uno de los mecanismo principales que rigen las redes de
mercado: el cierre. Al parecer en este tipo de actividad la densificación de
los vínculos es mayor por la cotidianidad y los marcos culturales que
caracterizan a este comercio. De esta manera, los comerciantes ambulantes sacan
ventaja al manejar una cartera de clientes y proveedores fieles. Aunque la
capacidad de intermediación podría traer mayores ventajas para hacer más
extensivas sus transacciones comerciales, ésta se vería reducida en un contexto
donde es marcada la personalización de los vínculos económicos. Entonces, esta
manera de configurar los vínculos en el mercado de este colectivo constituiría
un capital social aprovechable y no necesariamente deficiente dada su
particularidad.
Coleman sostiene que el cierre de las relaciones sociales permite la
existencia de normas sociales efectivas y la confianza que permite a los
actores la proliferación de obligaciones y expectativas de acción (Coleman,
1988:107). Por lo tanto, la cooperación sería más posible en un ambiente con
vínculos densos y centrados en la comunidad local, puesto que permitiría la
vigilancia en el cumplimiento de normas evitando riesgos en la acción
colectiva. Esta cooperación que se refleja como patrimonio de un colectivo
‘cerrado’ posibilita su aprovechamiento para cumplir ciertos objetivos comunes,
no obstante limita el acceso a nuevos recursos en el exterior del grupo donde
los vínculos débiles jugarían un rol más preponderante.
Para fines promocionales del comercio ambulatorio en Independencia, al
aparecer, son más importantes los vínculos ‘fuertes’[11]
porque la cooperación se manifiesta de manera más extensa y susceptible a ser
incorporada en políticas sociales de mayor involucramiento colectivo. Sin
embargo, no todas las redes de cooperación centradas en la localidad están
sujetas a tener un impacto expansivo para el conjunto de los comerciantes
ambulantes. Existen vínculos fuertes como los familiares que son aprovechables
individualmente; mientras otros vínculos –también fuertes pero no adscritos- suelen
ser sustento de grupos de cooperación que forman redes de mayor potencial para
el aprovechamiento del colectivo en general.
En la percepción de los comerciantes y de los sectores populares en
general observamos un retraimiento a la familia como base emocional de la
seguridad para realizar acciones de mayor envergadura o como un puerto de
arribo ante cualquier eventualidad[12].
Como se presenta en el cuadro N° 3, ante la pregunta de quiénes los apoyan de
manera general para realizar su actividad, observamos que la mayoría de los
casos perciben que es la familia, sea cercana o lejana. Las características de
estos familiares no son muy diferentes a las planteadas en los demás vínculos.
Presentan el mismo grado de igualdad con respecto al manejo de su negocio, son
ambulantes como ellos en la mayoría de los casos (cercanos: 72.0%, lejanos:
76.0%), con diferentes giros no necesariamente iguales que el entrevistado
(cercanos: 51.3%, lejanos: 37.5%), y de la misma situación económica según la
percepción del entrevistado (cercanos: 55.1%, lejanos: 60.0%). No obstante, una
de las principales diferencias con respecto a los otros vínculos es que
concentran mayores niveles de confianza que los demás vínculos sociales
(cercanos: 88.5%, lejanos: 76.0%). Además están menos concentradas en el lugar
de venta (cercanos: 56.4%, lejanos: 41.7%) que otros vínculos como los vecinos
y amigos.
Esta percepción se sustenta en la realidad cotidiana.
La familia comparte un mayor compromiso y exige en mayor medida el cumplimiento
de la reciprocidad a comparación con otros vínculos. Es también soporte ante
cualquier eventualidad y es apoyo concreto en lo cotidiano. Al revisar los
padrones de comerciantes ambulantes encontramos muchas coincidencias de
apellido. Al analizar estas coincidencias encontramos que alrededor del 50%, de
los 63 casos apellidos coincidentes que se logró verificar, se refería a otro
familiar trabajando como ambulante en alguna otra zona del distrito, siendo un
tercio de éstos miembros de una misma unidad familiar. Se trata de estrategias
de cooperación diádicas entre esposos o entre padres e hijos. Éstas sirven para
diversificar y hacer crecer el negocio y para aliviar las tareas cotidianas que
tienen los ambulantes a tiempo completo.
Por otro lado, los vínculos no adscritos (o
adquiridos) al parecer no son muy importantes en esta percepción de las redes
de apoyo. No obstante salta a la vista el papel de la concentración de los
vínculos en el distrito como son los vecinos (72.0%) y amigos (60.7%), quienes
presentan las mismas condiciones en el manejo del negocio. Trabajan en el mismo
lugar (vecinos:72.0%, amigos: 60.7%), son ambulantes (vecinos: 86.4%, amigos:
87.5%) – aunque no venden el mismo giro en la mayoría de los casos (¿se hacen
más amigos porque es menor la competencia?, cabría preguntarse) y tienen un
nivel medio o alto de confianza (vecinos: “Poca” 52.0%, amigos: “mucha” 60.7%
). Estos vínculos no adscritos se construyen en el cotidiano y la normatividad
podría obedecer a la larga duración de la relación.
(N=232)
Tipo de Vínculo |
Tipo de Negocio |
Giro |
Lugar de trabajo |
Situación económica |
Nivel de confianza |
|||||||||||||
Inform. |
Formal |
Total |
Mismo |
Otro |
Total |
Mismo lugar |
Otro lugar del distrito |
Fuera del distrito |
Total |
Mejor
|
Igual |
Peor |
Total |
Mucha |
Poca |
Nada |
Total |
|
Fam.Cercano (%) |
56 72.0 |
22 28.0 |
78 100.0 |
38 48.7 |
40 51.3 |
78 100.0 |
44 56.4 |
12 15.4 |
22 28.2 |
78 100.0 |
19 24.4 |
43 55.1 |
16 20.5 |
78 100.0 |
69 88.5 |
9 11.5 |
0 0.0 |
78 100.0 |
Fam.
Lejanos (%) |
19 76.0 |
6 24.0 |
25 100.0 |
16 62.5 |
9 37.5 |
25 100.0 |
10 41.7 |
9 33.3 |
6 25.0 |
25 100.0 |
7 28.0 |
15 60.0 |
3 12.0 |
25 100.0 |
19 76.0 |
5 20.0 |
0 0.0 |
25 100.0 |
Vecinos (%) |
21 86.4 |
4 13.6 |
25 100.0 |
9 37.5 |
16 62.5 |
25 100.0 |
18 72.0 |
3 12.0 |
4 16.0 |
25 100.0 |
3 12.0 |
18 72.0 |
4 16.0 |
25 100.0 |
12 48.0 |
13 52.0 |
0 0.0 |
25 100.0 |
Amigos (%) |
25 87.5 |
3 12.5 |
28 100.0 |
8 25.9 |
20 74.1 |
28 100.0 |
17 60.7 |
2 7.1 |
9 32.1 |
28 100.0 |
2 7.1 |
23 78.6 |
3 10.7 |
28 100.0 |
17 60.7 |
8 28.6 |
3 10.7 |
28 100.0 |
Paisanos (%) |
4 57.1 |
3 42.9 |
7 100.0 |
2 28.6 |
5 71.4 |
7 100.0 |
1 14.3 |
2 28.6 |
4 57.1 |
7 100.0 |
0 0.0 |
6 85.7 |
1 14.3 |
7 100.0 |
2 28.6 |
4 57.1 |
1 14.3 |
7 100.0 |
Comp. Organ. (%) |
17 88.2 |
3 11.8 |
20 100.0 |
4 20.0 |
16 80.0 |
20 100.0 |
18 90.0 |
1 5.0 |
1 5.0 |
20 100.0 |
2 10.0 |
17 85.0 |
1 5.0 |
20 100.0 |
4 20.0 |
15 75.0 |
1 5.0 |
20 100.0 |
TOTAL |
144 77.8% |
41 22.2 |
185 100.0 |
77 41.6 |
108 58.4 |
185 100.0 |
109 58.9 |
29 15.7 |
47 25.4 |
185 100.0 |
33 17.9 |
124 67.0 |
28 15.1 |
185 100.0 |
124 67.0 |
56 30.3 |
5 2.7 |
185 100.0 |
Siendo el 70% de estos comerciantes ambulantes
migrantes, sorprende el escaso involucramiento de los paisanos en estas redes
cooperativas. A diferencia de lo observado por Golte (1987) y Huber (1997) para
el caso de las actividades económicas de los migrantes en Lima Metropolitana,
el paisanaje no es un vínculo de mayor presencia en las relaciones de
intercambio y cooperación con fines económicos de los comerciantes ambulantes.
Podría argumentarse que estos comerciantes ambulantes tienen en estos vínculos
otro tipo de expectativas más bien culturales o festivas o que también han
pasado por un proceso de inserción y migración, fragmentada, en el cual se han
debilitado los vínculos con los paisanos en la medida que se consolidaban en el
espacio urbano. No obstante, otra posibilidad es que las habilidades requeridas
para esta actividad no son muy especializadas, como en los casos estudiados por
Golte o Huber[13], y por lo tanto no se necesita la transmisión de know how por parte de la comunidad de
origen.
En este primer hallazgo los vínculos adscritos -con
excepción de los paisanos- parecen ser el soporte para el establecimiento de
estrategias de movilidad social para el desarrollo del negocio y quizá su
formalización, sin embargo observamos que las estrategias que apuntan a este
segundo objetivo no necesariamente se sustentan en los vínculos familiares.
Por ejemplo en el cuadro N° 4 observamos que existen
-de manera reducida pero potencial- esfuerzos colectivos para la compra de
locales. En estas redes de cooperación los vínculos más importantes no son los
adscritos sino los adquiridos en el cotidiano del negocio. Aquí se desarrollan
más estas estrategias a partir de los mismos compañeros de trabajo o socios de
organización (que son lo mismo en muchos casos). La diferencia está en que los
segundos son regulados por un control formal que es la asociatividad y que
participan de un acuerdo colectivo, mientras los primeros son grupos
espontáneos de personas que pueden suscribirse en una asociación pero que son
más bien una red particular en su interior.
La característica de estos vínculos también son la
igualdad en las condiciones del negocio. Son ambulantes en su mayoría (vecinos:
100.0%, compañeros de trabajo: 87.5%, compañeros de organización 89.5%), venden
en el mismo lugar (vecinos: 80.0%, compañeros de trabajo: 87.5%, compañeros de
organización 66.7%) y se encuentran en la misma situación económica (vecinos:
40.0%, compañeros de trabajo 68.8%, compañeros de organización 100.0%). Además
la confianza varía desde un nivel medio hasta alto (vecinos: “mucha” 80.0%,
compañeros de trabajo: “mucha y poca” 43.8% y 50.0% respectivamente, compañeros
de organización: “mucha y poca” 42.1% y 52.6% respectivamente).
(N=232)
Tipo
de Vínculo |
Tipo
de Negocio |
Giro |
Lugar
de trabajo |
Situación
económica |
Nivel
de confianza |
|||||||||||||
Inform. |
Formal |
Total |
Mismo |
Otro |
Total |
Mismo lugar |
Otro lugar del distrito |
Fuera del distrito |
Total |
Mejor
|
Igual |
Peor |
Total |
Mucha |
Poca |
Nada |
Total |
|
Familiares (%) |
1 100.0 |
0 0.0 |
1 100.0 |
0 0.0 |
2 100.0 |
2 100.0 |
1 50.0 |
0 0.0 |
1 50.0 |
2 100.0 |
1 50.0 |
1 50.0 |
0 0.0 |
2 100.0 |
1 50.0 |
1 50.0 |
0 0.0 |
2 100.0 |
Vecinos (%) |
5 100.0 |
0 0.0 |
5 100.0 |
0 0.0 |
5 100.0 |
5 100.0 |
4 80.0 |
0 0.0 |
1 20.0 |
5 100.0 |
1 20.0 |
2 40.0 |
2 40.0 |
5 100.0 |
4 80.0 |
1 20.0 |
0 0.0 |
5 100.0 |
Comp.
trabajo (%) |
7 87.5 |
1 12.5 |
8 100.0 |
2 12.5 |
14 87.5 |
16 100.0 |
14 87.5 |
2 12.5 |
0 0.0 |
16 100.0 |
2 12.5 |
11 68.8 |
3 18.8 |
16 100.0 |
7 43.8 |
8 50.0 |
1 6.3 |
16 100.0 |
Comp. Organ. (%) |
17 89.5 |
2 10.5 |
19 100.0 |
3 16.7 |
15 83.3 |
18 100.0 |
12 66.7 |
0 0.0 |
6 33.3 |
18 100.0 |
0 0.0 |
19 100.0 |
0 0.0 |
19 100.0 |
8 42.1 |
10 52.6 |
1 5.3 |
19 100.0 |
TOTAL |
30 90.9 |
3 9.1 |
33 100.0 |
5 12.2 |
36 87.8 |
41 100.0 |
31 75.6 |
2 4.9 |
8 19.5 |
41 100.0 |
4 9.5 |
33 78.6 |
5 11.9 |
42 100.0 |
20 27.6 |
20 47.6 |
2 4.8 |
42 100.0 |
Otras de las redes que beneficiarían potencialmente a un proceso de
formalización y desarrollo son las que se establecen en torno a estrategias de
ahorro y crédito cooperativo. Entre ellas encontramos las juntas o panderos,
que constituyen un sistema de crédito rotativo en el cual cada miembro va
abonando una cuota mensual cuya suma acumulada le toca recibir por sorteo en
determinado momento.
Putnam se ha referido a estas estrategias como un
símbolo de desarrollo de un capital social en sentido comunitario: “La
cooperación voluntaria es más fácil en una comunidad que ha heredado un stock
sustancial de capital social en forma de normas de reciprocidad y redes de
compromiso cívico” (Putnam, 1993: 167). Las juntas serían una manifestación de
esta cooperación voluntaria y espontánea pues surgen de la consolidación de
ciertos vínculos cuya confianza hace posible el establecimiento de esta estrategia.
Como ahorro colectivo, la junta es la estrategia más usadas en Independencia
(38.4%). Cabe señalar sin embargo que estas experiencias no han estado exentas
de conflictos porque se requiere el alto cumplimiento de cada miembro para su
eficiencia. Esta experiencia consiste en un mecanismo de acumulación de capital
social porque está sujeta a renovarse o a eliminarse. Ante una junta exitosa, cada individuo volverá a contar con sus
miembros integrantes para otras posteriores y ante una falta el miembro
culpable será excluido del grupo cooperativo.
En el Cuadro N° 5, se observa que las juntas operan
sobre la base de redes de vínculos adquiridos como los vecinos, compañeros de
trabajo y de organización al igual que el caso anterior. Asimismo, se presenta un alto grado de
igualdad en las condiciones de trabajo: igual situación económica (vecinos:
75.0%, compañeros de trabajo: 70.8%, compañeros de organización: 96.8%), se
ubican en el mismo lugar de trabajo (vecinos: 76.5%, compañeros de trabajo:
65.4%, compañeros de organización: 81.3%) y son ambulantes en la mayoría de los
casos (vecinos: 81.3%, compañeros de trabajo: 77.8%, compañeros de
organización: 87.5%). Asimismo, los niveles de confianza no son muy altos salvo
en el caso de los vecinos (“mucha” 64.7%), pero varían entre los niveles medios
y altos (compañeros de trabajo: “Mucha y Poca” 46.2% y 53.8% respectivamente,
compañeros de organización: “Poca” 74.2%).
Existe, pues, una base de confianza colectiva que
alienta estas subredes potenciales para el desarrollo de estrategias de
formalización y promoción. Puesto que están asentadas sobre redes concentradas
y densificadas en vínculos adquiridos, la cotidianidad hace más probable el
control social para el cumplimiento de los compromisos emprendidos. Este cierre
hace que la intermediación no juegue un papel muy claro en estas estrategias, y
plantea un dilema debido a que al existir pocos puentes con vínculos entre
desiguales o relaciones verticales, los recursos aprovechables se limitan a lo
local inmediato pero no expande nuevas posibilidades al exterior de la red.
Por otro lado, el organizador de la junta sería quien
ejerce una mayor capacidad de intermediación; y aunque tiene un interés
particular, beneficia y dinamiza el capital social del colectivo al consolidar
vínculos en base al desarrollo de esta estrategia. En teoría, se podría pensar
que lo más probable es que la densidad de estos vínculos proporcionaría un
acercamiento de todos y disminuiría el poder del intermediario. No obstante, no
tenemos los datos que sustenten esta posibilidad.
(N=232)
Tipo
de Vínculo |
Tipo
de Negocio |
Giro |
Lugar
de trabajo |
Situación
económica |
Nivel
de confianza |
|||||||||||||
Inform. |
Formal |
Total |
Mismo |
Otro |
Total |
Mismo lugar |
Otro lugar del distrito |
Fuera del distrito |
Total |
Mejor
|
Igual |
Peor |
Total |
Mucha |
Poca |
Nada |
Total |
|
Familiares (%) |
1 50.0 |
1 50.0 |
2 100.0 |
0 0.0 |
3 100.0 |
3 100.0 |
2 50.0 |
1 25.0 |
1 25.0 |
4 100.0 |
2 50.0 |
2 50.0 |
0 0.0 |
4 100.0 |
3 75.0 |
1 25.0 |
0 0.0 |
4 100.0 |
Fam.
Lejanos (%) |
0 0.0 |
2 100.0 |
2 100.0 |
0 0.0 |
1 100.0 |
1 100.0 |
0 0.0 |
1 50.0 |
1 50.0 |
2 100.0 |
2 100.0 |
0 0.0 |
0 0.0 |
2 100.0 |
0 0.0 |
1 100.0 |
0 0.0 |
1 100.0 |
Vecinos (%) |
13 81.3 |
3 18.7 |
16 100.0 |
2 13.3 |
13 86.7 |
15 100.0 |
13 76.5 |
3 17.6 |
1 5.9 |
17 100.0 |
4 25.0 |
12 75.0 |
0 0.0 |
16 100.0 |
10 62.5 |
5 31.3 |
1 6.3 |
16 100.0 |
Comp.trab. (%) |
14 77.8 |
4 22.2 |
18 100.0 |
1 3.8 |
25 96.2 |
26 100.0 |
17 65.4 |
4 15.4 |
5 19.2 |
26 100.0 |
7 29.2 |
17 70.8 |
0 0.0 |
24 100.0 |
12 46.2 |
14 53.8 |
0 0.0 |
26 100.0 |
Comp. Organ. (%) |
28 87.5 |
4 12.5 |
32 100.0 |
2 6.3 |
30 93.8 |
32 100.0 |
26 81.3 |
1 3.1 |
5 15.6 |
32 100.0 |
1 3.2 |
30 96.8 |
0 0.0 |
31 100.0 |
8 25.8 |
23 74.2 |
0 0.0 |
31 100.0 |
TOTAL |
56 77.8 |
14 22.2 |
70 100.0 |
5 6.3 |
72 93.7 |
77 100.0 |
57 70.7 |
10 13.4 |
13 15.9 |
80 100.0 |
16 21.3 |
61 78.8 |
0 0.0 |
77 100.0 |
33 44.4 |
44 54.3 |
1 1.2 |
78 100.0 |
3. Redes en la negociación con el gobierno municipal
En el plano-tan precario e inestable- de la negociación entre Estado y
comercio ambulatorio, existe un intermediario por excelencia: el dirigente.
Este personaje tiene una característica general en los sectores populares
organizados y como sostiene Tanaka en su función “no dirigen ni representan
propiamente, sino que cumplen una función de intermediación, sirviendo como
brokers. Estos brokers asumen gran
parte de los costos de la acción colectiva (tiempo y recursos), a cambio de
recibir incentivos selectivos de carácter simbólico (status), y material, como
retribución a su función de intermediación, y a cambio de integrarse en
complejas y extensas redes gracias a su relación con agentes externos.”
(Tanaka, 1999: 18). Asimismo, se observa en este rol de intermediario
relaciones estratificadas tanto al interior como al exterior de la asociación.
En el interior de la asociación la relación estratificada es ‘de arriba a
abajo’, lo cual da lugar a perfiles autoritarios de los dirigentes sustentados
en actitudes delegativas de los dirigidos. En contraste, la estratificación
externa es de ‘abajo a arriba’ y en esta relación los dirigentes se encuentran
mediatizados y hasta manipulados por las autoridades y otros agentes externos
(López y Joseph, 2002).
Son los dirigentes quienes constituyen la base del capital social en
la asociación. Como observamos anteriormente los grupos de cooperación pueden
estar como no enmarcados por la asociatividad. La asociatividad en el comercio
ambulatorio surge a raíz de un interés común: defender el lugar de trabajo y el
derecho a trabajar y no tanto por el interés de formalizarse o crecer, lo cual
se mantiene en una dimensión más privada o individual. Su evolución es muy
parecida a otros tipos organizaciones en los sectores populares. Tienen un
esquema vertical de organización con una junta directiva que se personifica en
el dirigente, quien centraliza las decisiones y hace suyos los costos de la
acción colectiva.
Esta centralidad en el papel dirigencial no necesariamente disuelve al
grupo aunque hace que la dinámica organizativa sea circunstancial de acuerdo a
coyunturas urgentes que atender y no a una visión a largo plazo de lo que se
quiere alcanzar. Sin embargo hay mecanismos de integración al interior que se
activan por aspectos simbólicos como el comprar mandiles, puestos y triciclos
del mismo color o ponerse un nombre diferente a otras asociaciones, o también
el organizar actividades de recreo para sus miembros como deportes o fiestas.
En Independencia existen ocho concentraciones de comercio ambulatorio
con 20 asociaciones. En el gráfico N° 1 se ha demarcado por símbolos
geométricos las asociaciones que se ubican alrededor de las mismas calles. Así
tenemos el caso de la paradita ubicada detrás de la sede Municipal con 5
asociaciones, n José Gálvez 4 asociaciones y el eje central Tahuantinsuyo con 5
asociaciones. Estos ejemplos muestran que el establecerse en un lugar cercano
no trae consigo necesariamente la formación de una sola asociación, sino que se
tiende a diferenciar una de otra en base a los diferentes periodos de ocupación
de la zona y con ello ejercen un control en el acceso de nuevos miembros.
GRÁFICO
N° 2
REDES DE
REPRESENTACIÓN DE LOS DIRIGENTES ANTE LOS GREMIOS SEGÚN BASES
Gremios
|
A: Asoc. Pinos y Gladiolos F: Asoc. 16 de Julio K: Asoc. 2 de octubre O: Asoc. Quiquijana
B: Asoc. Los Tumbos G: Asoc. 8 de Diciembre L: Asoc. San Martín de Porres P: Asoc. 16 de Abril
C: Asoc. 11 de Noviembre H: Asoc. A.T.A.C.A M: Asoc. Nueva Esperanza Q: Asoc. Gladiolas y Laureles
D: Asoc. 37 días I: Asoc. J.C. Mariátegui N: Asoc. Inmaculada Concepción R: Asoc. Los Ficus
E: Asoc. Independencia J: Asoc. 16 de Marzo Ñ: Asoc. Tahuantinsuyo Bajo S:
Asoc. La Melchorita
Sobre este cúmulo de asociaciones se desarrollan las
estrategias gremiales. La Federación surge a principios de los 80’s y cumple la
función de defender a las bases frente a los problemas con el municipio, además
unifica y genera estrategias de presión para defender la causa común del
derecho al trabajo. La Federación siempre ha tenido por tradición un perfil más
confrontativo e intermitentemente clientelar, y su orientación a la solución de
problemas coyunturales con el municipio canaliza la mayor adherencia de las
bases. En el Gráfico N° 1, todas son asociaciones que pertenecen a la
federación pero el número de dirigentes que representan a cada base en ese
gremio varia notablemente según los intereses de los grupos o élites
organizativas. Por ejemplo, la parada ubicada detrás del municipio y que está
conformada por las asociaciones más antiguas (A, B, C, D, E), tiene mayor
número de adherentes a la Federación debido a que en esta zona es más constante
la presión del municipio. Por otro lado, las paraditas más aisladas y que son
también las más pequeñas (Ñ, Q, K, M) no tienen mayor presión por tener
representantes en la Federación.
Existe también la Comisión Técnica Mixta, que más que
un gremio pretende ser un órgano de diálogo con el municipio en el cual
participan de 4 a 5 representantes del sector ambulatorio, 4 funcionarios
municipales y 4 miembros de la comunidad. Lo más predecible sería que los
miembros de la Federación también participen en esta concertación con la
municipalidad pero no es así. En el caso de las asociaciones ubicadas detrás de
la Sede Municipal, tampoco existe un apego a este gremio, lo que reafirma la
opción por la confrontación más que el diálogo. Esta desconexión entre ambas instancias para la negociación
permite un juego más autónomo de las asociaciones y hace que sus dirigentes
compitan entre sí por el acceso a los canales que consideran más eficaces para
la solución de sus problemas particulares, y en muchas ocasiones este interés
singular se impone al interés colectivo.
La Comisión Técnica Mixta tiene entre sus
representantes miembros de las concentraciones de Contisuyo; Tahuantinsuyo,
José Gálvez y la asociación 2 de Octubre (K) (Ver Gráfico). En la mayoría de
estas concentraciones se registra un doble juego de mecanismos e instancias que
permiten un mejor posicionamiento para la negociación. En varios casos existen
asociaciones que funcionan como intermediarios potenciales ante las otras
asociaciones de su alrededor (L en Contisuyo, H en Tahuantinsuyo y J en José
Gálvez). El no sustento de estos representantes en un gremio permite mayores
libertades para la negociación al no haber control organizativo. En muchos
casos han preferido la defensa de su concentración particular a la de los
demás, por ello existen muchas críticas con respecto al desarrollo de un
clientelismo más abierto y favorable para el municipio, como señala una
dirigenta: “Es como un lazo decorativo
porque a la hora los que hacen y deshacen son los señores de la municipalidad”.
El juego político de la negociación toma como base principal la
relación entre dirigentes y el acceso de éstos a los gremios o canales de
negociación con el municipio. Los ambulantes socios de base están al margen de estos
procesos de negociación, salvo en ocasiones donde se hace necesario confirmar
la decisión de un dirigente que podría perjudicar al conjunto de su base. En
contraposición, los canales de comunicación en la asociación se encuentran
debilitados, el 75.8% sólo se entera de los asuntos organizativos por asambleas
las cuales se realizan dos veces al año según estatutos que a su vez son poco
conocidos por casi el 50% que afirma conocer muy poco de ellos.
En este plano, la intermediación es más importante que el ‘cierre’. La
asociatividad, es decir la capacidad del sector de construir organizaciones,
está construida mediante la lógica de la visualización y canalización de
oportunidades externas. Por lo tanto, este capital social de aprovechamiento
colectivo se sustenta en el juego particular de sus representantes y las
correlaciones que entre ellos se puedan establecer para hacer alianzas o pactos
con el gobierno municipal. En suma, los capitales (social y humano) del
dirigente están al servicio del colectivo, primando el mecanismo de
intermediación en la conformación de este capital social.
En estas redes que conforman la asociación y la
negociación se observa lo sostenido por Burt: “Los ‘huecos estructurales’ entre
personas u organizaciones en un grupo debilitan la comunicación y coordinación
interna, lo cual limita la habilidad del grupo para sacar ventaja de la
intermediación que va más allá del grupo” (Burt, 2001:49). Es decir, que la primacía de la
intermediación relaja la cohesión de la asociatividad interna lo cual podría
afectar a los procesos de negociación puesto que se asume una dinámica
caudillista en base al dirigente que no siempre puede tomar la mejor decisión
para el colectivo.[14]
Los resultados de esta investigación plantean puntos de discusión en
torno al enfoque de capital social y a la instrumentalización de las redes
sociales con miras de un proceso de formalización del comercio ambulatorio en
distritos de la periferia.
En primer lugar, se incide en la necesidad de situar el contexto donde
se inscriben los vínculos sociales. Al parecer, los sectores participantes en
los márgenes del economía capitalista tienen una condicionante estructural que
los restringe a un mercado pequeño y limitado. Este mercado, como en el caso
del comercio ambulatorio en Independencia, facilita la instrumentalización de
redes densas en las cuales la estabilidad de las relaciones está garantizada
por la normatividad que imprimen las relaciones cotidianas en un mundo del
cara- a – cara, cuyos vínculos son adquiridos y se encuentran tensados por
marcos culturales que elevan estos vínculos más allá de las relaciones
económicas o comerciales.
Por otro lado, las características propias de este
contexto altamente densificado y cerrado en los vínculos locales podrían
reducir las posibilidades de acceder a nuevos recursos de información y
oportunidades por la alta probabilidad de establecer vínculos redundantes.
En segundo lugar, es importante reconocer las ventajas
y desventajas de una cooperación ‘cerrada’ en relaciones de confianza y
centrada en lo local. En este estudio
de caso, encontramos que las redes cooperativas en torno a estrategias de
compra de locales o ahorro colectivo, aunque escasamente desarrollados, serían
potenciales para sustentar un proceso de formalización. No obstante, la
reducción de estos grupos a subredes de media o baja confianza impiden una
mayor extensión de las redes de cooperación y otra vez la redundancia limita el
acceso a nuevas fuentes de recursos. Por otro lado, en las redes de apoyo
tienen más presencia los vínculos adscritos caracterizadas por relaciones de
alto compromiso y confianza. Por lo
tanto, la instrumentalización de estos vínculos se manifestaría como un capital
que ampliaría las oportunidades individuales; aunque, no se observa de manera
evidente prácticas cooperativas entre ambulantes familiares alrededor de
estrategias que posibilitarían la formalización como compra de locales o
realización de juntas.
Finalmente, en un contexto que aparentemente promueve
el ‘cierre’ en la configuración del capital social no necesariamente se inhibe
la generación de roles de intermediación. En el plano de la negociación, el rol
de broker o intermediario es más central porque permite la conexión de dos
esferas, la asociación y los gremios. El papel del liderazgo dirigencial no
sólo promueve la acumulación de un capital individual sino que logran a través
de este proceso, ser puentes para el acceso a recursos del colectivo,
garantizando la estabilidad para el desarrollo de la actividad. Cabe señalar,
sin embargo, que el perfil de este liderazgo no se caracteriza por un cariz
democrático sino que surge sobre la base de una actitud delegativa de las bases
que ponen en manos de las élites las decisiones y a la vez presionan por el
cumplimiento de sus intereses restando importancia a los procedimientos. El fin se impone a los medios.
En consecuencia, el capital social de las paraditas se encontraría
organizada alrededor de vínculos adquiridos de media o baja confianza (vecinos,
compañeros de trabajo, amigos y socios de organización); mientras un capital
social de aprovechamiento más individual que colectivo estaría constituido
por vínculos adscritos (familia). De
manera general, tanto el cierre como el brokerage o intermediación
caracterizarían el capital social a nivel colectivo de los comerciantes
ambulantes; teniendo el primero más incidencia en los planos de mercado y
cooperación y el segundo en el plano de la negociación.
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redes sociales: del método y la metáfora a la teoría y la sustancia”. Debates en Sociología N° 22. PUCP, Lima.
[2] En Independencia – que es el caso que
tratamos en este artículo con mayor profundidad- el 73.3% de los ambulantes son mujeres, y la mayoría
de ellas no trabajó hace diez años en alguna fábrica más bien eran comerciantes
de artículos menores o amas de casa que ante la precarización del empleo de sus
cónyuges decidieron salir a vender a las calles representando casi el 50% de
los casos. (Ver, Aliaga, 2001: Capítulo I)
[3] A excepción de temporadas festivas como
Navidad cuando los ambulantes vuelven a invadir las calles de las zonas de
mayor flujo de compradores y presionan a las autoridades para permitir esta
modalidad de trabajo. Un ejemplo de
ello es Mesa Redonda en el Cercado de Lima y otras zonas del mismo distrito.
[4] En esta disciplina el desarrollo de este enfoque se remonta a los inicios de la antropología social británica, en el afán de responder cómo se prescribía el comportamiento correcto dentro de los grupos cerrados (Wellman, 1997:50).
[5] Visitar: www.worldbank/poverty/scapital
[7] Entre ellos tenemos a Lin, Burt,
Coleman, Durtson, Cook, entre otros.
[8] Por normatividad social entiendo el
cumplimiento de un conjunto de normas de reciprocidad en sus diferentes formas
de intercambio.
[9] Nan Lin distingue estos dos tipos de
racionalidad como económica y expresiva en donde la segunda obedece a la
obtención de beneficios sociales como el reconocimiento y la satisfacción
emocional (Lin, 2001)
[10] El casero es el apelativo con que se
identifica a quienes usualmente se les compra o vende.
[11] Granovetter hace la distinción entre
vínculos fuertes y débiles a partir de indicadores como intensidad emocional,
grado de intimidad, el tiempo invertido en la relación y los servicios
recíprocos. En este estudio si bien no
hemos desarrollado en el diseño estos criterios; como resultado del análisis,
los vínculos observados se asemejan a las características planteadas por este
autor. Granovetter ha sugerido que los vínculos caracterizados por una cercanía
física (la convivencia en un mismo vecindario o lugar de trabajo) permiten un
mayor involucramiento emocional (Granovetter, 1973: 1362), y los vínculos
múltiples o mixtos representan mayormente vínculos fuertes al presentar
diferentes contenidos en una misma relación social desarrollando sentimientos
de similaridad respecto al otro (Granovetter, 1973:1361). Así pues, se concibe para este caso que los
vínculos fuertes son aquellos que se desarrollan sobre la base la cercanía
física, la multiplicidad de roles y la relativa simetría, los cuales impactan
en el involucramiento emocional y grado de compromiso entre las personas
conectadas por este tipo de vínculo.
[12] Forni ha manifestado la necesidad de
ligar la problemática de la familia a interpretación de la informalidad pasando
por un análisis de sus redes sociales (Forni, 1999).
[13] Huber ha estudiado, entre otros, el
caso de los artesanos de Catacaos cuyas redes en la ciudad se remiten a la
comunidad de origen por ser proveedores de productos, los machinos en Lima y
Trujillo ligados a la actividad de calzado y los puneños en Gamarra. Asimismo, Golte ha analizado el caso de 12
comunidades en total procedentes de la costa y sierra (central, sur y norte)
observando patrones diferenciados de redes influenciados por su configuración
en la comunidad de origen. En todos los
casos, se tratan de actividades relativamente sólidas que necesitan cierta
especialización producto de la compleja cadena entre producción, distribución y
mercadeo. Los ambulantes podrían ser o
no sustento de este último eslabonamiento de la cadena pero no es lo que se
encuentra en la mayoría de los casos.
[14] Poniendo esta explicación en los
términos del Gráfico N° 1 de la pág. , según las coyunturas y circunstancias de
negociación estas redes podrían tomar los perfiles B y D.