REDES- Revista hispana para el análisis de redes sociales
Vol. 20, #10a, Junio 2011
http://revista-redes.rediris.es
Estrategias de activación y de construcción de redes sociales en la migración. El Ejemplo de los migrantes africanos clandestinizados en la frontera sur española
Pauline Carnet – Universidad de Toulouse 2 (LISST-CERS, UMR 5193 CNRS) – Universidad de Sevilla GEISA (SEJ 149)[1]
Resumen
En un contexto donde se aumentan los controles en las fronteras exteriores así como dentro del espacio europeo, los migrantes africanos que no pueden optar por las vías regulares de circulación, deben apoyarse cada vez mas en la relaciones sociales para poder entrar en España, ser acogidos y posteriormente encontrar trabajo y regularizar su situación. Lejos de limitarse al entorno familiar o comunitario, las redes que utilizan integran actores sociales muy diversos.
Palabras clave: Migración africana – Redes – Circulación – Frontera – España – Almería.
Résumé
Dans un contexte de renforcement des contrôles aux frontières extérieures de l’Union Européenne et à l’intérieur de ses pays membres, les migrants africains qui n’ont pas accès aux moyens officiels de circulation s’appuient de plus en plus sur les relations sociales pour pouvoir entrer en Espagne, être accueillis puis trouver du travail et régulariser leur situation. Les réseaux socaiux qu’ils croisent et activent ne se limitent pas au milieu familial ou “communautaire”, mais intègre des acteurs très divers.
Mots-clés: Migration africaine – Réseaux – Circulation – Frontière – Espagne – Almeria.
Los análisis en términos de redes sociales, en los estudios sobre migraciones, permitieron dejar atrás el prisma de los factores económicos de push / pull para, por el contrario, entender las lógicas de las movilidades de los migrantes mismos. Los investigadores se interesaron primero en la forma en que las redes de los migrantes (ya estudiados por Thomas y Znaniecki en 1918-1921) permitían la circulación entre los países de salida y de llegada (Faist 1997) a través de la creación de “hileras migratorias” y de “cadenas migratorias”. Efectivamente, los migrantes ya instalados favorecen la llegada de nuevos migrantes dentro de redes constituidas esencialmente sobre la base de lazos familiares y amistosos (Guilon, Ma Mung, Taboada-Leonette 1994 ; Pedone 2003 ; Qacha 2010).
D. Massey (1998) define el “migrant network” como el conjunto “de vínculos interpersonales que conectan a migrantes, antiguos migrantes y no migrantes en su área de origen y de destino a través de los lazos de parentesco, amistad y comunidad de origen compartida” y se focaliza, como otros, en la noción de “capital social” (Espinosa y Massey 1997 ; Portes 1998 ; Waldinger 1997). En Francia, los investigadores conciben la red migrante mas bien como “un conjunto de relaciones que giran alrededor de un principio organizador (…): intercambios recíprocos u objetivos comunes” y que, gracias a normas poco rígidas, “permiten una adaptación mas fácil a su contexto socio-espacial que los grupos institucionalizados”. La noción de red esta entonces ligada al concepto de “circulación migratoria”: “derivado del de migración, hace referencia a la movilidad de las personas, con sus itinerarios, sus medios de transporte y de comunicación, la practica efectiva y afectiva del espacio recorrido, entre espacio de origen y espacio de residencia” (De Tapia 1996). Invitando a deshacerse de las visiones etnocentristas, todos estos análisis han derrumbado poco a poco la tradicional dicotomía entre “país de emigración” y “país de inmigración”; ofreciendo una legibilidad de los espacios sociales transnacionales. Pero a la visión relativamente bipolar de los autores estadounidenses, la focalización de los investigadores franceses sobre la circulación les a conducido a tomar en cuenta el conjunto de los espacios recorridos por los migrantes. Así, A. Tarrius (1993) desarrolla la noción de “territorio circulatorio” que constata “una cierta socialización de los espacios que soportan los desplazamientos”. Estos territorios exceden el marco de los Estados-naciones y son el soporte de actividades comerciales ejercidas por las “hormigas de la mundialización” (1992) – estos migrantes de múltiples orígenes que, haciendo de su movilidad un recurso, extraen sus beneficios económicos del diferencial de riqueza entre diferentes países-. A pesar de sus diferencias, estos análisis tienen en común la idea que las relaciones sociales permiten a los individuos obtener recursos a los cuales no tendrían acceso a través de los dispositivos oficiales; y permiten también a los migrantes circular a través de espacios que exceden los territorios estatales.
En un contexto de refuerzo de los controles en las fronteras exteriores de la Unión Europea y dentro de los estados miembros, se trata de interrogarse sobre el papel que tienen las redes sociales en las estrategias de paso y de estancia de los migrantes africanos clandestinizados[2] (magrebíes y subsaharianos) en la frontera sur española. Para ello, me centraré no en la morfología de las redes de los migrantes (Potot 2003) sino en las formas de entrar en relación de los migrantes, entre ellos mismos, y con diversos actores locales, en los múltiples espacios que recorren. Este articulo tiene como objetivo mostrar que lo relacional, la red como forma social, cobra aquí mucho mas sentido que el hecho de compartir un supuesto “origen comunitaria”. Los migrantes, a través de sus estrategias para lograr con éxito las dos fases de su proyecto migratorio – cruzar la frontera sur-española y conseguir un trabajo/papel – se inscriben en unos universos socio-económicos que testifican de múltiples “mundos sociales” (Strauss 1992). Me basaré en los resultados de un largo trabajo de campo, efectuado en el marco de una tesis doctoral.[3] Las entrevistas semi-directivas me sirvieron para reconstruir el recorrido de los migrantes que no podía acompañar en los momentos mismos de su movilidad. Las observaciones, en cuanto a ellas, me permitieron descubrir las condiciones de vida y las estrategias de estancia de los migrantes en la etapa almeriense.
Las redes sociales en las estrategias de travesía y de entrada en Europa
Migrar fuera de las vías oficiales supone utilizar unos medios cuyo acceso no es tan simple como presentarse en una agencia de viaje y comprar un billete. Es necesario saber donde ir, a quien ver, qué hacer, cómo y con quien. En cada etapa de su recorrido migratorio, los migrantes africanos se apoyan en las relaciones sociales porque son indispensables a sus proyectos. Los candidatos a la migración que optan, a falta de algo mejor, por las vías clandestinas, se informan sobre los diferentes modos de travesía y su funcionamiento a través de los amigos y familiares que ya han efectuado el viaje. De esta forma, consiguen información sobre la ruta a seguir y las condiciones de viaje, consejos y avisos y, finalmente, direcciones y contactos. Luego, cada vía migratoria presenta sus propias especificidades organizativas. Con el fin de aclarar mi propósito, tomaré tres ejemplos : los migrantes subsaharianos que pasan por la ruta transsahariana, los que utilizan los cayucos desde Senegal hasta las islas Canarias, y finalmente los migrantes marroquíes que atraviesan el estrecho de Gibraltar (en pateras o por otros medios mas seguros).
Los migrantes subsaharianos – de diversas nacionalidades – que pasan por la ruta transsahariana se organizaron en redes para poder cruzar las diferentes fronteras a las que se enfrentan. Se encuentran en Mali o en Níger para ir hasta Marruecos o Libia, pasando por el Sahara. A lo largo de este camino, constituyen una especie de “cadena” enlazando diferentes “etapas”, en las cuales descansan, se encuentran, intercambian informaciones, se organizan, trabajan, venden y compran servicios (Alioua 2003 ; Escoffier 2008) – otras tantas ocasiones de reformular su proyecto migratorio. Diferentes figuras participan al viaje propiamente dicho : “transportistas”, “conductores”, “taxistas”, transportan a los migrantes por un precio que sobrepasa ampliamente los habitualmente en vigor. Otras figuras facilitan las conexiones entre las etapas. Tomemos como ejemplo la frontera entre Argelia y Marruecos. Una parte de los migrantes subsaharianos se reagruparon en Maghnia, generalmente según la nacionalidad, en “campos” o “ghettos” situados fuera de la ciudad. Un “campo” esta organizado con un modelo gubernamental : comporta un “presidente” o “chairman”, unos “ministros” y también un servicio de “policía” y un “tribunal” (Alioua 2003, Pian 2010). Esta organización tiene como objetivo organizar la vida cotidiana y la cohabitación pero también de organizar el viaje de los migrantes hacia Marruecos. Los miembros de un “gobierno” forman parte de los mas antiguos y experimentados entre los migrantes rechazados. En efecto, arrestados por la policía en una etapa y rechazados o expulsados hasta la etapa anterior, conocen non solamente el “camino”, sino también sus actores y sus dificultades. Conocen los lugares, los pasadores y sus modos de acceso, pero ya no disponen de dinero como para emprender ellos mismos el trayecto. Por lo tanto, juegan un papel de intermediario entre los migrantes que acaban de llegar y los “pasadores” autóctonos : son, como los denomino M. Alioua (2003), “migrantes-pasadores”. Por supuesto, este servicio se paga. Los migrantes-pasadores cogen una comisión que les permite reunir el dinero suficiente para emprender ellos mismos una nueva travesía (de hecho, los miembros del “gobierno” no pueden quedarse mas de tres meses en el poder). Los “pasadores” autóctonos dominan su territorio y saben evitar o corromper las diferentes fuerzas de control (policía o gendarmería). Los contactos entre unos y otros se hacen esencialmente por teléfono. Gracias a este medio, las “listas” de los migrantes a llevar al otro lado de la frontera, es decir, los que han pagado su viaje, son comunicadas al “corresponsal” que les espera en la próxima etapa. Este ultimo también es un migrante – aquí estaría situado en Rabat – que facilita el alojamiento de los recién llegados y que hace de enlace con los intermediarios necesarios para la próxima etapa – por ejemplo, los pasadores marroquíes que organizan la travesía en el mar. Así, cada segmento de este viaje posee sus propios precios e intermediarios.[4] Estamos, pues, frente a un constante movimiento donde uno siempre esta reemplazado por otro y donde la migración se vuelve posible gracias a la puesta en red de migrantes y sedentarios autóctonos de todo tipo – especialmente pasadores, policías y gendarmes. Así, podemos calificar estas redes de migrantes como “semi-autonomas” : a través de su organización colectiva y de sus iniciativas, los migrantes demuestran una autonomia social relativa[5] ya que, al mismo tiempo, siguen dependiendo de actores locales – profesionales o no de pasar gente – exteriores a su grupo y con quiénes tienen que negociar.
Al contrario, otros migrantes están totalmente “a cargo” de redes que podemos calificar de “profesionales” o “especializadas” quienes se ocupan de gestionar todos los tramites necesarios para el viaje en su totalidad. Éstos últimos dependen entonces de las relaciones establecidas con los migrantes para poder desarrollar su comercio de paso o de travesía.
La travesía de migrantes subsaharianos que suben en un cayuco desde Senegal hasta las islas Canarias – también llamados “Express Senegal” – es resultado de la acción combinada de migrantes, aspirantes a la migración y actores que dominan la red de travesía. Podemos distinguir tres figuras participantes en la organización propiamente dicha de la travesía : el propietario del cayuco, el “gancho” y el gestor de la “residencia”. A éstas, añadimos la figura del “capitán” quien conduce el cayuco. Los propietarios de los cayucos, o pasadores, son generalmente antiguos pescadores que se reciclaron en el mercado de las migraciones una vez que la pesca dejo de satisfacer sus necesidades.[6] (Es, de hecho, significativo que los primeros candidatos al “Express Senegal” hayan sido pescadores). Emplean a “coxeurs” [7] o “ganchos”, encargados de encontrar “clientes” para ellos. Para que este comercio funcione, el propietario reúne un “equipo” de cinco o seis “coxeurs” trabajando en las grandes ciudades de Senegal, cerca de los puntos de partida de los cayucos. Los suele eligir entre personas de confianza – generalmente amigos o familiares –. Sobre todo, el propietario debe disfrutar de una buena reputación, que se forja particularmente llevando sanos y salvos a los migrantes hacia el punto de destino. En efecto, para entrar en contacto con el “coxeur”, los aspirantes a la migración preguntan a un cercano que ya efectuó la travesía, al que conoce a pescadores o al que es pescador. El “coxeur”, por su lado, hace publicidad entre sus conocidos, y luego, viene el efecto “bola de nieve”. Pasar a los hechos, por lo tanto, no depende solamente de la oferta de un “gancho”, puesto que los aspirantes a la migración se apañan ellos mismos para encontrarlo. Una vez que el “coxeur” reunió suficientes “clientes”, los acompaña hasta una ciudad marítima cerca del punto de salida y los entrega a la persona que gestiona la “residencia”. Ahí, se les aloja y se les proporciona comida – el coste esta incluido en el precio del “billete”, que cuesta entre 600 y 800 euros[8] – hasta el día de la travesía. A la hora de salir, el “coxeur” o el gerente de la “residencia” acompaña los “clientes” hasta el cayuco. Luego es el “capitán” o “comandante” quién toma el relevo con un “equipo” que elige él mismo. Si bien es cierto que, al conducir el cayuco, facilita el paso de todos, sigue siendo un migrante a pesar de todo. Elegido por el propietario por sus cualidades de pescador, su función solo le permite no pagar el “billete” e incluso, a veces, recibir una pequeña remuneración (no mas de 300 euros). Él mismo designa entre dos y diez personas para ayudarle en la conducción y ocuparse de la intendencia a bordo. Es responsable del GPS – cuando existe – y orienta los conductores sobre el rumbo a seguir. Así, la organización de estas travesías depende ampliamente del tejido social senegalés, de las redes familiares y amistosas, y de la red profesional de la pesca.
Del mismo modo, una parte de los migrantes marroquíes que pasan en pateras por el estrecho de Gibraltar se apoyan en lo que F. Qacha (2010) denomina “redes de confianza”, las cuales someteré brevemente a explicación. Primero, las redes organizadas de pasadores enviaron representantes a los pueblos del interior. Éstos últimos estaban encargados de localizar al hombre de confianza del pueblo, es decir, una persona que fuese conocida y respetada por todos. Estos hombres de confianza son los “assenssam” y los “damn”, especialmente presentes en el espacio publico de los pueblos por su papel tradicional. En efecto, el “assenssam” tiene información sobre el mercado del ganado y de la tierra y funciona como una agencia, tomando parte en las negociaciones. Hoy en día, sirve también de intermediario entre los candidatos a la migración y el representante de los pasadores, quedándose con una comisión sobre el precio del trayecto. Es, por lo tanto, garante de la transacción y obtiene su remuneración tanto de las redes organizadas como de los particulares. El “damn” conserva el dinero del migrante hasta su llegada a buen puerto – en el caso de los pasos totalmente organizados desde el pueblo de salida hasta la ciudad de destino y el encuentro del migrante con el familiar o el amigo que le acoge-. En efecto, los servicios propuestos por los pasadores no se limitan únicamente a la travesía en mar, pueden incluir también el acompañamiento del migrante hasta la familia que le acoge en España y el acceso a un primer empleo, poco remunerado. Los “pasadores” , nos explica F. Qacha, se encuentran por lo tanto a los dos lados de la frontera: los primeros organizan la travesía y los segundos tienen una función de relevo.
El precio de la mayor parte de estas vías de paso son negociables : varían según el numero de intermediarios que intervienen en la transacción pero, sobre todo, según la fuerza del lazo existente entre el cliente y el intermediario o el cliente y el pasador. En todos los casos, la importancia y la cualidad de las relaciones sociales es tal que nublan la frontera entre migrantes y pasadores.
Una vez cruzada la frontera europea, los migrantes tienen como objetivo alojarse, encontrar trabajo y obtener la regularización de su estancia. Cuales son, entonces, sus modos de circulación y organización?
Las redes sociales en la elección de Almería como etapa
En cada etapa, los migrantes se encuentran en los mismos espacios, los mismos micro-lugares. Ahí hacen contactos y obtienen nuevas informaciones que les permiten reajustar su proyecto inicial. De hecho, en Europa como en África, sus contactos previos no siempre determinan la geografía de sus recorridos. Además, si los migrantes activan sus redes, también crean otras nuevas, porque disponer de una red previa no siempre basta para lograr los recursos necesarios para la obtención de un alojamiento y de un trabajo/papel.
En el espacio de circulación de los migrantes africanos, la provincia andaluza de Almería constituye, a la vez, un espacio de transito, un lugar de instalación y una etapa donde “buscar los papeles”. En efecto, tiene como reputación el ser más “tranquila” en cuanto a controles policiales y el ofrecer mas facilidades que otros lugares de España o de Europa para encontrar trabajo sin tener papeles y así poder obtener la regularización (Carnet 2008) – principalmente a través de su sector agrícola, que funciona como una “plataforma hacia la regularización”- (Martín, Castaño, Rodríguez 1999 ; Martín Diaz 2003).
La provincia constituye, de hecho, un verdadero polo que centraliza a los migrantes africanos en situación precaria, los cuales vienen de todos lugares en búsqueda del trabajo/papeles.
Algunos llegan del sur, bien directamente desde el estrecho de Gibraltar, bien tras una estancia en los Centros de Internamiento para Extranjeros (CIE) de las islas Canarias y de la Península y un posterior hospedaje por una asociación y/o un cercano. Otros bajan hasta allí después de haber vivido varios meses o incluso años en diversos países europeos (Alemana, Francia, Holanda) porque sus intentos de regularización, mediante el matrimonio o el trabajo, allí fallaron. Movilizan entonces su red para ser acogidos en otro sitio : “Yo, no he dejado a nadie tranquilo, he llamado a todo el mundo”. Esta circulación de Norte a Sur puede tener lugar durante un proceso extraordinario de regularización, pero también en cualquier otro momento. Es la concordancia entre su red relacional, y las posibilidades de empleo y de regularización que ofrecen los diferentes países y sectores económicos, lo que determina en gran parte su circulación dentro del espacio europeo.
C., trasladado a Málaga desde Canarias, tenía amigos en diferentes ciudades de España pero prefirió ir a Almería. Por un lado, sus amigos le dijeron que no podría encontrar trabajo en las demás ciudades. Por otro lado, la asociación que le había recogido no podía pagarle un billete hacia Italia, donde su tío estaba dispuesto a acogerle; sin contar con que el trayecto le parecía demasiado arriesgado. “Tenia que ponerme en contacto con alguien que fuera a recogerme, porque él no tiene tiempo. Luego pensé: Bueno, ya no merece la pena, como ya estoy en España, es mejor quedarse. No quería asumir el riesgo.”
Otros, de entre los que llegan desde el Sur, no salen de la región porque – aparte del miedo a un control policial en la ruta – su familia residente en otro sitio de España o de Europa no quiere realmente acogerle : “Si no tienes papeles, la familia dice que no puedes venir, porque hay muchos policías. Y si tienes papeles, te dicen que no hay trabajo, que ellos mismos no tienen trabajo.” En efecto, no se suele oponer un rechazo frontal, porque de hacerlo, el lazo familial podría romperse definitivamente. Así, con el aumento de los controles y de las dificultades económicas, la acogida de los recién llegados tiende a limitarse a la familia cercana y a aquellos con quienes el lazo afectivo es intenso.
Todos estos migrantes son orientados hacia esta provincia por los parientes y amigos que les han acogido en otro sitio de España o de Europa, por las redes de migrantes que hacen circular informaciones acerca de su reputación (la travesía, la estancia en CIE y el alojamiento por una asociación son diversas ocasiones para intercambiar informaciones) o también porque en esa provincia reside el pariente o el amigo dispuesto a acogerles.
Las redes sociales en la acogida y la búsqueda del trabajo/papeles
Ser “tomado de la mano” versus buscarse la vida
Si la acogida es tan importante, es porque una vez entrados en Europa, los migrantes se encuentran en un situación de competición. Todos, en efecto, tienen las mismas necesidades en cuanto a alojamiento, trabajo y regularización; y sus contactos pueden no solamente informales sino también ayudarles a pasar con éxito esta segunda fase del proyecto migratorio. Por lo tanto, los migrantes procuran primero ser “acogidos” por un “contacto” o “tutor” y luego desarrollar su red social.
Los migrantes subsaharianos utilizan este último termino cuando evocan su “liberación” en la Península. Después de su salida del CIE son, la mayoría de las veces, recogidos por una asociación que les alberga unos días y les pregunta si tienen alguien dispuesto a acogerles. Los migrantes dan el nombre y el número de teléfono de su “tutor”.[9] La asociación les llama para asegurarse de su acuerdo y luego les proporciona un billete de autobús para que se reúnan con él. Esta “encuesta”, que se hace por teléfono, no permite a los miembros de estas asociaciones conocer las condiciones reales del alojamiento previsto para el recién llegado. De hecho, el “tutor” no siempre es alguien que el migrante conoce personalmente y tampoco le alberga siempre él mismo. Las organizaciones no gubernamentales o religiosas que “acogen” migrantes reproducen, por lo tanto, manera de hacer de éstos.
Si bien todos los migrantes provenientes del continente africano no pasan por un CIE, todos, sin embargo, buscan ser acogidos por alguien. Por eso decidí reutilizar este término de “tutor” para transformarlo en una figura que pueda describir la complejidad de la “acogida”.
¿Qué significa, de hecho, “ser acogido”? Contestar a esta pregunta supone distinguir la “acogida” con y sin alguien que se ocupe del migrante, que le “tome de la mano”. Esta distinción me permite construir la figura del tutor y sus declinaciones. La primera figura es la del “tutor-guardián”. Este término designa una persona cercana (pariente o amigo) que se hace cargo del recién llegado. Se divide en dos sub-figuras. Por un lado, el “tutor-protector” alberga al recién llegado en su propia casa durante un largo periodo de tiempo, o le busca un alojamiento y un trabajo para que éste pueda pagarse el alquiler. En todo caso, se siente comprometido y responsable de su devenir, y le abre su red para facilitarle todo tipo de trámites y gestiones. Por otro lado, el “tutor-carcelero” alberga el recién llegado en su propia casa durante un largo periodo de tiempo pero, al contrario del “tutor-protector”, limita sus posibilidades de autonomía social. Puede, por ejemplo, restringir sus ocasiones de socialización, que son ocasiones de agrandar sus conocimientos y su campo de posibilidades. Puede también pedir o exigir que un trabajo no remunerado sea hecho a cambio de esta acogida. El recién llegado es así transformado en obrero o interno. Estos efectos perversos aparecen esencialmente cuando el tutor pertenece a la propia familia del recién llegado. En efecto, ser “tomado de la mano” implica a menudo una “deuda” simbólica ya que un contra-don – que puede tomar diferentes formas – se espera tácitamente. Pero cuando se trata de una relación familiar, este sentimiento de estar en deuda, puede exacerbarse porque el lazo entre tutor y recién llegado implica al colectivo, es decir, el grupo familiar, que posee un carácter permanente. Así, la relación familiar se presenta tanto como un recurso o como una limitación. Acentúa la asimetría de la relación durante la acogida y por eso algunos prefieren solicitar apoyo a sus amigos en vez de a sus familiares. La segunda figura es la del “tutor-relevo”. Se trata de una persona que el recién llegado conoce poco o nada, pero que un tercero – cercano a los dos – le ha encargado encontrar un alojamiento; o de una persona cercana que le aloja durante unos días o unas semanas antes de redirigirle a otro sitio. En todo caso, el “tutor-relevo” no se siente responsable del devenir del recién llegado.
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Por lo tanto, un tutor es un migrante instalado el suficiente tiempo como para disponer de un alojamiento, eventualmente de un trabajo, y como para dominar un mínimo las reglas que rigen la sociedad española. Contra más fuerte el lazo social personal (directo o intermediario), más posibilidades tiene el recién llegado de ser acogido y “llevado de la mano”. Para el migrante, el tutor ideal es, pues, aquel que le va a alojar en su propia casa, que le va a “guiar” durante el tiempo necesario para que se adapte a este nuevo espacio, y que va a servirle de intermediario en su búsqueda de empleo (por ejemplo poniéndole en contacto con su propio jefe). Pero, sobre todo, es aquel que procura al recién llegado una ayuda que corresponde con el proyecto de éste. Es decir, quien se hace cargo de sus necesidades el tiempo necesario, le deja su libertad y le abre una red susceptible de ayudarle en sus proyectos, sin solicitar nada a cambio. Por esta razón, los migrantes que pueden permitírselo no dudan en buscarse un nuevo tutor si el primero no les conviene.
De esta forma, una parte de los migrantes son “llevados de la mano” por su red – formada de parientes, de amigos y/o de familias transnacionales (Qacha 2010) – mientras que a otros se les pide pronto valerse por si mismos. Los primeros tienen el apoyo de su red, que les ayuda a circular, alojarse y encontrar trabajo – o les mantiene si no lo tienen-. Los segundos no tienen a nadie que les acoja o, como mucho, son acogidos por la red o por un contacto que sólo les proporciona una ayuda limitada, la cual consiste esencialmente en estar alojado unos días. Disponer de una red, pues, no significa necesariamente disponer de un capital social en condiciones de facilitar la circulación, el trabajo y los papeles. Por lo tanto, los que no disponen de un capital social previo tienen que construirse uno. Los otros, particularmente dependientes de su red social en un primer momento, buscaran a continuación ampliarlo y diversificarlo.
Fazz – un migrante senegalés llegado por el Express Senegal con tres primos y hermanos – activó, en cuanto llegó al CIE, los contactos que podían revelarse útiles, con el fin de preparar su posible liberación. No movilizó a su hermano, que vive en Italia, porque no se lleva bien con él. Así que llamó a su hermanastra, que estaba residiendo en Francia después de haber vivido en España. Ésta llamó a una prima materna, que reside en España. Esta última, como se había marchado de la provincia de Almería para ir a Palma de Mallorca, contactó con su “novio”, que todavía se encontraba allí, y le encargó buscar un alojamiento para Fazz y los demás. Así, estuvieron alojados en dos habitaciones en la casa de una pareja senegalesa, cuyo alquiler pagaron gracias al dinero que les envió la hermanastra de Francia. Pero la cohabitación no funcionó y la mujer del arrendador les pidió marcharse. Fazz y sus primos se alojaron entonces en un cortijo, en medio de los invernaderos, y pagaron los dos primeros meses de alquiler gracias a un nuevo envío de dinero por parte de la hermanastra. Esta última, por lo tanto, no “acogió” realmente a su hermanastro y sus primos (bien porque no tenia los medios para ello, bien porque su relación con ellos no era lo suficientemente fuerte como para justificar tal ayuda). Sin embargo, activó una “cadena relacional” que les permitió tener un tutor oficial a designar en la Cruz-Roja, después de su liberación del CIE, y obtener recursos. Fazz y los demás, en efecto, se beneficiaron gratuitamente de un alojamiento y dispusieron de tiempo para encontrar un trabajo con que poder mantenerse ellos mismos. La ayuda financiera de esta hermanastra es, por lo tanto, momentánea: “Desde que estamos aquí, desde que nos instalamos y todo, bueno, ya no se nada de ella. Quizá sea una forma de decirnos que tenemos que apañárnoslas solos, sabes. Ella hizo lo esencial.” Ahora bien, ella no les abrió posibilidades profesionales y Fazz y sus primos no encontraron trabajo durante este periodo de alquiler gratis. Como llegaron durante la temporada baja, no pudieron trabajar en los invernaderos de Almería. Así que se fueron a Jaén – donde uno de ellos tenia un “contacto” – con la esperanza de recolectar aceitunas. Sin éxito. Entonces se separaron. Uno se fue para Huelva y otro a Lérida para trabajar en la agricultura. Fazz volvió a Almería. Se define como un artista-peluquero, se niega a trabajar “en los campos” y sobrevive como puede. Primero, pidió una ayuda financiera a su hermana, que vive en Estados-Unidos. Fazz tiene con ella una relación mas fuerte que con su hermanastra. Mientras tanto, ganaba algunos euros peinando a sus compatriotas, que viven en los cortijos de los alrededores. Luego, se puso de acuerdo con un compatriota que gestiona un locutorio para instalar ahí un rincón de peluquería. La idea era compartir los beneficios pero, el gerente, al ver los pocos ingresos de Fazz, no le exijo nada finalmente. Sintiéndose en su cortijo como en una “cárcel”, Fazz intenta constituirse una red fuera del mundo agrícola y fuera de su red de migrantes. Ya conoció a una cineasta francesa y a una socióloga (yo). Cada persona representa para él una posible oportunidad susceptible de llevarle hacia algo distinto. Por supuesto, nada le asegura este resultado, pero la mera posibilidad basta para justificar el hecho de “perder su tiempo” con estas personas. Fazz señala que no se puede prever con antelación quién va a ser útil o no – lección que quizá aprendió a través de la activación, por su hermanastra, de la cadena relacional.
En busca de trabajo/papeles
Los migrantes en busca de trabajo/papeles en la etapa almeriense se apoyan, por lo tanto, en múltiples actores: familia, amigos, conocidos, redes comunitarias, redes asociativas y caritativas e intermediarios de todo tipo. Al principio, el recién llegado consigue información sobre los medios materiales, jurídicos y simbólicos de su estancia junto a otros migrantes. La red asociativa, por su parte, viene como refuerzo o complemento de la red migrante – a excepción de la información sobre la regularización-. Además, los servicios – pedidos y propuestos – entran tanto en el marco del don y de la solidaridad como del intercambio mercantil. La movilización del capital social constituye la primera estrategia de estancia de los migrantes clandestinizados y las relaciones mercantiles solo son accesibles desde la movilización previa del capital social.
Una vez que el “tutor-protector” asegura al recién llegado un primer trabajo que le permita – en el mejor de los casos – cubrir sus necesidades, el migrante está entonces en posición de desarrollar él mismo su red relacional y de aumentar, en consecuencia, sus posibilidades de encontrar un trabajo mejor, en términos de condiciones laborales o de un “plus” (por ejemplo, que paguen algunos euros menos pero que proporcionen el alojamiento). Los que no tienen la suerte de ser “llevados de la mano”, aprenden, gracias a su “tutor-relevo” o dentro de los lugares donde socializarse (como los comercios), dónde dirigirse para encontrar un empleo. Se dirigen así a las plazas publicas donde los agricultores contratanl, pero también a las asociaciones, organizaciones religiosas y sindicatos que consideran como “agencias para el empleo”.
Sin embargo, frente a la competencia, y especialmente durante la temporada baja, la red social del migrante se vuelve indispensable para la contratación. Los que utilizan los dispositivos, como las asociaciones, procuran personalizar su lazo con uno de los miembros, con el fin de hacer mas efectivos los servicios propuestos. De forma más general, son los migrantes extranjeros ya empleados los que sirven de intermediario entre los jefes y los demandantes de empleo. Cuando la informalidad es importante, la confianza es fundamental. En el servicio domestico, buena parte de las contrataciones se hacen mediante una recomendación. En la agricultura, el migrante encargado privilegia los lazos fuertes a la hora de recomendar a alguien a su jefe. La necesidad de pasar por un intermediario es tal que algunos de ellos no dudan – especialmente cuando el lazo con el demandante es débil – en sacar un beneficio pecuniario de su posición. Sin embargo, el pago de este servicio no se hace necesariamente en el marco de una relación mercantil : cuando no es un requisito previo, puede efectuarse a modo de agradecimiento. Por otra parte, los migrantes ya instalados que montaron su propio negocio proporcionan ellos mismos unos empleos, generalmente ocupados por los recién llegados. Se trata principalmente de locutorios, de sitios de restauración rápida y de venta ambulante (venta de perfumes, cinturas, bolsos, gafas de sol, durante las ferias o en los mercados). Por último, los migrantes clandestinizados también pueden alquilar tarjetas de residencia y trabajo a los migrantes regularizados cuyo trabajo no esta declarado : esencialmente los comerciantes ambulantes y las trabajadoras del sexo. Esto les permite aumentar sus posibilidades de encontrar un empleo al acceder a unos sectores que en teoría les son cerrados –como los almacenes y la construcción-.
“Hay un amigo que me dijo que (…) si conoces a un amigo senegalés u otro africano que no trabaja sobre los papeles, tienes que pedir prestado un papel. Entonces, hay una amiga de Nigeria[10] que me dió su papel para trabajar. He trabajado durante tres meses. (…) No es una amiga. No la conozco así, es una mamá que vive allí quién la conoce, una mamá camerunesa. Es ella quién me presento a la chica. (…) Ahora, le he devuelto sus papeles; pero me dijo : si el año que viene el almacén abre, si quieres trabajar, te entrego los papeles.”
Es así como Awa, una migrante senegalesa, siguió el consejo de su compatriota y consiguió un nuevo recurso – el papel alquilado a una Nigeriana – movilizando una relación personal con una “mamá camerunesa”. Los términos empleados (tomar prestado, dar, alquilar, entregar) subrayan la ambigüedad de este tipo de relación mercantil. Totalmente encastrado en las relaciones sociales, el intercambio puede ser gratuito. En efecto, cuando las personas están personalmente ligadas – es decir, cuando se trata de un miembro de la familia o de un amigo – el papel se “presta”.
Los que quieren salir de los sectores que les son habitualmente reservados buscan establecer contactos fuera de la red migrante – como lo vimos con Fazz. Desapegarse de la red migrante es una estrategia que también desarrollan los que están a la búsqueda de un trabajo que les permita acceder a la regularización.
Los migrantes movilizan, en efecto, su red social en sus trámites para regularizar su estancia. Las primeras informaciones les son dadas por la red migrante. Algunos migrantes – también a veces llamados “decanos” [11]– son de hecho reconocidos por su conocimiento de las estructuras administrativas. Se convierten en “personas-recursos” que informan gratuitamente los recién llegados. Las asociaciones, ONGs, organizaciones religiosas y sindicatos, que trabajan en el campo de la migración, proponen, en su mayoría, servicios de atención social y gestión administrativa. Otras entidades se especializan en la “ayuda a los migrantes” mediante remuneración. Por un lado, encontramos las gestorías y, por otro lado, migrantes que funcionan como gestorías, pero de forma individual – a quiénes llamo “gestores informales”.[12] Los migrantes consiguen de esta forma informaciones más precisas, sacan expedientes administrativos y empiezan diferentes procesos de regularización. La demanda es tal que todo tipo de intermediarios se deslizan en el “mercado de la regularización”. Informar y ayudar a los migrantes en sus gestiones administrativas puede, por ejemplo, ser un medio para desarrollar otros mercados totalmente formales y legales, como el de los seguros de vida.
Uno de los tramites regularmente efectuado consiste en encontrar un contrato de trabajo. Par ello, existen dos soluciones posibles. Primero, el migrante puede desarrollar y movilizar su red social con el fin de encontrar un jefe que acepte empezar los tramites. Al igual que el etnólogo, debe multiplicar los contactos y trabajar las relaciones para multiplicar las oportunidades. No sirve sólo que te presenten a un jefe, también hace falta simpatizar con él para poder distinguirse de los demás empleados y tener su favor. Pero también es posible comprar un contrato de trabajo y unas pruebas de presencia en el territorio en el “Mercado negro”. Un contrato en la agricultura cuesta entre 1500 y 3000 euros; en la construcción, hay que contar, mínimo, con 3000 euros. Este precio varia según el número de intermediarios que participan a la transacción y según la fuerza del lazo que une al cliente con su vendedor. En efecto, la mayoría de las personas interrogadas acerca de este tema me indicaron que para encontrar un contrato de trabajo, sea gratuito o pagando, hay que pasar por un “amigo” que ya trabaja para un empresario a quien pedir este servicio. El empresario puede tener conocimiento de la transacción y participar en ella, o, al contrario, no estar al corriente de nada. Así, este tipo de servicio lo proponen trabajadores que aprovechan una oportunidad ocasional (un encargado o un trabajador de confianza), pero también “profesionales” (gestorías, gestores informales y a veces incluso asociaciones). Estos “profesionales” deben dominar el castellano y los procesos administrativos, disponer de una importante red de conocidos entre los empresarios – sean españoles o extranjeros – y estar ligado a abogados.
Así, los migrantes clandestinizados movilizan su red relacional para obtener informaciones, contactos y para ser acogidos. De hecho, no solo movilizan sus lazos familiares y amistosos sino que también desarrollan otros nuevos. Por ejemplo, entreteniéndose para hablar con los demás porque se esta buscando un empleo. O, habiendo escuchado rumores acerca de un proceso de regularización en algún lugar de Europa, se pedirá confirmación e información a un amigo quién, si no tiene la respuesta, movilizara a su vez su red y así hasta encontrar la respuesta. Uno también puede simpatizar con un compatriota y ser ayudado por la red de éste último. De este modo, los migrantes se encuentran regularmente frente a varias posibilidades para un mismo objetivo y eligen lo que les parece mas apropiado en una situación dada.
A modo de conclusión
Mientras la Unión Europea se cerró progresivamente a las migraciones llamadas “extracomunitarias”, la configuración clásica de la “cadena migratoria” se complicó. Por un lado, la red social adquiere una importancia creciente para cruzar las fronteras y entrar en Europa (Potot 2003 ; Alioua 2003 ; Escoffier 2006 ; Qacha 2010), especialmente en el caso de los migrantes clandestinizados[13] Por otro lado, las solidaridades intrafamiliares o amistosas ligadas a la acogida de los recién llegados ya no tienen un carácter automático o de larga duración, por los riesgos ligados a las condiciones clandestinas de estancia y por el aumento de las dificultades económicas a las que se encuentran sometidos los migrantes ya instalados en Europa. Además, los destinos son cada vez mas imprecisos y uno ya no necesariamente migra por un país en particular. Al construir sus trayectorias socio-espaciales entre regularidad et irregularidad, las migraciones se efectúan por etapas y los migrantes modifican regularmente su proyecto migratorio en función de las circunstancias económicas, sociales y políticas en las que se encuentran. Para cruzar la frontera sur-española y encontrar trabajo y papeles, activan y crean redes cuya composición incluye a migrantes y a actores sedentarios cercanos o no a los migrantes. Actuando así nos muestran una “forma de errar controlada”. Volvemos a encontrar, pues, la figura del extranjero tal y como la desarrollo G. Simmel en el siglo XIX : este “vagabundo potencial” (Simmel 1999 : 663) quién, después de haber llegado un día y haberse hecho un sitio en nuestras sociedades, es susceptible, en todo momento, de irse de nuevo.
Bibliografía
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[1] Enviar correspondencia a: pauline.carnet@univ-tlse2.fr
[2] Conviene poner entre comillas la expresión “migrante clandestino” par evitar la confusión entre el estatuto de extranjero (ilegalidad de la estancia) y el derecho de trabajo (ilegalidad de empleo). De la misma forma, la expresión “emigración ilegal” es un sinsentido ya que se opone a los artículos 13 y 14 de la Declaración universal de los derechos humanos (1948) que estipulan que “toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país” y que “en caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país.” El uso de la expresión “migración clandestina” es igualmente delicada puesto que uno solo es “clandestino” una vez se ha cruzado la frontera. Es, sin embargo, un atajo practico, pero impreciso a largo plazo, de esta migración en la que el migrante alterna entre un estatus regular y un estatus irregular. Con el fin de deshacerse de estas dificultades, me parece pertinente hablar de “migración clandestinizada” y de “migrante clandestinizado”, puesto que este adjetivo invita cada uno a interrogarse sobre los procesos que conducen al carácter irregular de la situación administrativa. El migrante llamado “clandestino” también se distingue del “sin-papeles”, según S. Laacher (2007) : “ El “sin-papeles” primero entró irregularmente en otra nación que la suya propia. Luego, se convirtió en un huésped cargante, pero no para todo el mundo. A lo largo del tiempo, se convirtió en una causa colectiva. Moviliza las esferas de la sociedad que producen opiniones publicas y representaciones (intelectuales, artistas, iglesias…). El clandestino, no sabemos qué hacer con él. Es la población cargante por excelencia ; cargante para el lenguaje : es un migrante económico? Un refugiado? Un irregular? Etc. La mayoría de las veces, el primero busca arraigarse mientras que el segundo dice : “sobre todo, no os molestéis por mi. Solo estoy de paso. No me quedaré mucho tiempo.” Podemos emitir la hipótesis que, en España, el marco legislativo limitó la emergencia y la consolidación de esta figura del “sin-papeles”, muy presente en Francia. En efecto, la Ley de extranjería 8/2000 quitó a los inmigrantes en situación irregular el derecho de reunión, manifestación, asociación, sindicalización y huelga. Hubo que esperar la reforma de 2009 para que los recuperasen.
[3] Este articulo se basa en varios trabajos de campo (de una duración total que ronda los 9 meses), efectuados en el marco de una tesis doctoral centrada en las estrategias de cruce “clandestino” de los migrantes africanos en marcha hacia España y en las condiciones de su inserción en la provincia de Almería. Siguiendo un método comprensivo, efectué varias pre-investigaciones en las provincias de Cádiz y de Almería, luego una investigación etnográfica en ésta última, que completé con una estancia en Marruecos y Senegal.
[4] De esta forma, también existen Españoles que participan en la organización de cayucos desde las playas del Sahara Occidental hasta las islas canarias.
[5] M. Alioua (2003) habla de “colectivo de transmigrantes”, los cuales forman, según C. Escoffier (2007), “una comunidad de itinerancia”.
[6] La bajada de la producción, la vetustez del material de pesca, y también los acuerdos firmados con Europa y Japón, han contribuido a debilitar el sector (Tandian 2007 ; Coulibaly 2008). Los pescadores senegaleses denuncian, sobre todo, los acuerdos de 2002-2006 y acusan los pescadores europeos de violar la reglamentación, pescando especies prohibidas y utilizando material no reglamentario (Tandian 2007).
[7] En Senegal, éste termino designa oficialmente las personas cuyo trabajo es “enganchar” a los pasajeros para los conductores de autobuses y autocares rápidos. En un primer momento, parece ser que se trataba de antiguos conductores cuya salud ya no les permitía a seguir conduciendo.
[8] Un cayuco cuesta alrededor de 14000 euros y contiene de media entre 80 y 100 personas. A 600 o 800 euros el billete, la travesía genera entre 34000 y 66000 euros a su organizador quién, de ahí, debe pagar todavía a su equipo.
[9] Los que no lo tienen se quedan en las casas de acogida de las asociaciones, durante un mes y medio aproximadamente.
[10] Casi siempre, a quienes se designa como “nigerios”, son en realidad “nigerianos”.
[11] Los Senegaleses emplean este termino, Africanos de otros países lo reconocen pero no lo utilizan, o jamás lo han escuchado pero conocen la figura a la que se refiere.
[12] Las gestorías, los gestores informales y, por otra parte, los migrantes mismos, están ligados a abogados especializados en extranjería.
[13] Es importante indicar que los migrantes que están reagrupados bajo esta apelación no siempre entran clandestinadamente en los territorios que atraviesan.