Michel
Foucault y el tema de la censura.
(Una
mirada argentina desde el exterior)
Detrás
de la furia del coloso.
Berkeley, California, (Por
Fabián Banga, Especial para NCO).-
Se ha hablado mucho la semana
pasada sobre el tema de la censura. Quizás valdría entrar a debatir un poco
más este tema y encararlo desde otra perspectiva, desde un punto de vista
teórico y ver si podemos trabajar algunas ideas que nos permitan entender
un poco mejor cuál es la realidad y el contexto de la censura. Nietzsche decía
que el hombre encuentra en las cosas solamente lo que él mismo ha incorporado
en ellas. ¿Qué es por ejemplo un martillo? Una herramienta que sirve para
abrir un agujero en la pared, es también una herramienta para construir una
ventana, es también una herramienta para clavar clavos en una tabla, que terminará
cerrando el agujero en la pared.
Está en tal caso el debate rondando
sobre la postura del individuo frente a la realidad que lo rodea. El martillo
por si solo no sería nada, sería sí, un elemento en un contexto, un contexto
que le atribuya un poder a tal elemento. Y del "poder" se trata el tema. Michel
Foucault se refirió a este tópico, como buen contemporáneo del postestructuralismo,
al referirse a la relación entre el discurso y el poder. Cuando personajes
como Kennedy o Perón producían un discurso, era absurdo interpretarlo como
un simple texto, el texto implicaba un trastoque de la realidad, la proyección
en la historia, la tensión entre destino y poder. En este contexto es donde
podemos encarar la relación entre poder y discurso.
Dentro de este concepto de la
censura, Foucault incluirá la división entre locura y razón. Aquél que se
ubica en el espacio del "coherente", proyecta socialmente la herramienta de
la censura para con el "loco", el que amenaza esta coherencia subjetiva. La
censura de esta locura vendrá también complementada por lo sobrenatural del
discurso del loco y me animaría a afirmar, por el miedo que el discurso del
loco produce. Es así que si el censurador produce miedo al censurado, reprimiendo
y amenazándolo, lo que refleja es un intento de equilibrio con-en el miedo
que él mismo carga.
El poder contra el equilibrio
del estado, es un miedo íntimo, un miedo de pérdida del control de una realidad
preestablecida. En el acto de la censura no hay en si una simple producción
de miedo, hay un intento de alivio del miedo del censurador.
Pero lo más interesante de todo
esto es que el mismo acto de censura, hace del discurso, el máximo discurso,
el centro de la realidad misma. El mismo acto de censura valida al producto
censurado, haciéndolo centro de la realidad social. Es como decir que la insistencia
de la negación o represión de una cosa la hace a ésta más deseable. Entender
en tal caso, y no simple reprimir sería la idea. Pero el intento de entender
nos quita el control y el poder. El estar dispuesto a entender nos mueve a
un espacio en el cual podemos encontrar algo que no nos guste; y será muy
bueno esto para las ciencias o la filosofía, pero no para la política y las
artes del gobernar.
El intento de control nos lleva
nuevamente al terreno del miedo, el miedo a lo no previsible, al discurso
del loco que propone una lógica desconocida. En el siglo XIX se ve mucho esto
en la represión de los espacios de la mujer dentro del ámbito de la sociedad.
La mujer, era el centro de creación de la patria al ser ella la que engendraba
los hijos. Este acto de dar a luz un nuevo individuo en la sociedad representa
un acto de gran poder, ya que es ella la que controla muchos factores directamente
relacionados con este acto de traer un nuevo individuo. Una mujer libre que
cuenta con la posibilidad de decidir su destino y por sobre todo, una mujer
que controla su propia sexualidad, era vista como una amenaza que horrorizaba
a los teóricos de la época. Una mujer que duerma con el "otro" generaba la
posibilidad de corromper linajes y espacios sociales de poder. Dirá Malcolm
X, el activista musulmán afroamericano, que el verdadero horror del hombre
blanco, era ver en la cama a su mujer con un hombre negro. Malcolm X manejaba
en su discurso miedos muy profundos, miedos que llevaron a su asesinato en
febrero de 1965.
El control por el miedo no es
algo nuevo, nos acompaña desde los orígenes de la civilización. Pero entenderlo
en su contexto nos muestra realidades interesantes, como la imagen del represor
reprimiéndose a si mismo, intentando generar un poder que alivie su propio
pánico.