MECHANICS OF COMPLEX NETWORKS: CRÓNICA DEL CONTACTO ENTRE DISCIPLINAS

 

Una semana entre físicos teóricos

 

No hace mucho que una empresa consultora se anunciaba en las revistas con un slogan impactante: “Nosotros no enseñamos las leyes de los Recursos Humanos, nosotros las escribimos”. Siguiendo con la metáfora, y si adoptamos una actitud humilde, los científicos sociales tenemos dónde elegir a la hora de colgar la etiqueta de “autores de las leyes del Análisis de Redes Sociales”. Por ejemplo, contamos con quienes calculan indicadores de centralidad, quienes diseñan programas de análisis de redes o quienes elaboran modelos estadísticos. Probablemente no sea necesario ser tan humildes, pero sí que podemos aprender algo de esas disciplinas. Veamos en este caso qué se cuentan los físicos.

 

Los físicos teóricos están analizando la estructura de todo tipo de redes: biológicas (como las redes metabólicas), de comunicación (como Internet) o sociales (como las redes de colaboración entre científicos). En todos los casos encuentran un mismo fenómeno de auto-organización de los sistemas complejos: la mayoría de los vértices están escasamente conectados, mientras que un escaso número de nodos están altamente inter-conectados, y juegan un papel importante en términos funcionales. El método de trabajo suele consistir en aplicar unas potentes herramientas de modelización estadística para analizar las propiedades y topologías de estas estructuras.

 

¿Qué se puede destacar de su trabajo?

 

 

 

 

 

Aunque el tema se presenta complejo, a más de uno le puede interesar una visión panorámica de los avances en este tipo de análisis:

 

Bornholdt, S. & Schuster, H.G. (Eds.) (2002). Handbook of graphs and networks. From the Genom to the Internet. Weinheim: Wiley-VCH.

 

No dejes que la realidad te estropee una buena teoría

 

Sin embargo, no todo el monte es orégano. Ni siquiera para los físicos. Es frecuente que en la construcción de modelos se definan los parámetros a priori, sin partir de una base empírica. La información contradictoria se interpreta en términos de “ruido”. La simulación también prescinde a veces de datos empíricos. Y se intenta generalizar sin más a la explicación de fenómenos sociales modelos elaborados para fenómenos físicos.

 

Aquí es donde puede entrar en juego la colaboración inter-disciplinar. En lo que hace referencia a nuestro ámbito, podemos recurrir al tópico y afirmar: “no preguntéis qué puede hacer la física por las ciencias sociales, sino qué pueden hacer las ciencias sociales por la física”. En efecto, las ciencias sociales están en condiciones de aprovechar la capacidad de modelización de la física, pero al mismo tiempo de definir (basándose en conocimiento empírico largamente contrastado) los presupuestos de tales modelos. Las ciencias sociales tienen un papel substancial a la hora de formular preguntas, y de orientar sobre los criterios de clasificación de las topologías de redes.

 

De hecho, ya se está trabajando con esa lógica multidisciplinar en encuentros en los que se discute la aplicabilidad del análisis de sistemas complejos a la sociología, la economía, la biología, etcétera. Valga un botón de muestra:

 

International Workshop on Complex Systems in Natural and Social Sciences (CSNSS’02). September 26-29, 2002, Matrafured, Hungary.

www.if.pw.edu.pl/~complex

 

Identidad, asociación y estructura: las ciencias sociales contra-atacan

 

Los trabajos de Duncan Watts y Mark Newman, son dos buenos ejemplos de la aplicación del análisis de sistemas complejos a redes sociales.

 

Watts recuerda que los “seis grados de separación” de Milgram se caracterizan precisamente por ser una aproximación más realista al problema del mundo pequeño (small-world) que el enfoque matemático pionero de Pool y Kochen.

 

Las redes de mundo pequeño no sólo sugieren que existen caminos cortos entre pares de nodos elegidos al azar, sino que los individuos pueden encontrar en la práctica dichos caminos utilizando simplemente (a) información local sobre la red y (b) estrategias heurísticas simples. Siguiendo esta lógica, Watts cuestiona que la estructura social coincida con las rejillas geométricas que se utilizan en los modelos físicos, y pone en duda que la estructura de la red sea suficiente para conocer los patrones de búsqueda de los individuos en mundos pequeños.

 

En cierto modo, los individuos dividen el mundo jerárquicamente, en función de la distancia social. Por eso se puede avanzar la hipótesis de que la identidad social condiciona tanto la creación de la red como las estrategias personales de búsqueda con éxito.

 

Por su parte, Mark Newman toma como punto de partida la gran cantidad de evidencias empíricas que muestran la tendencia de las personas a asociarse con otros individuos similares. Por ejemplo, si entre los nodos más débiles de una red vamos retirando aquellos con más poder de intermediación (betweeness), observamos cómo se va rompiendo en agrupaciones.

 

La aportación de Newman es formular una ecuación que refleja el índice de asociación de una red. Al aplicarlo a redes conocidas, se puede distinguir entre las redes que se ajustan a una lógica asociativa y aquellas que no. Entre las primeras se cuentan por ejemplo la red de colaboración entre actores, las relaciones entre estudiantes y las co-autorías. No son asociativas sin embargo las redes de neuronas, la cadena de alimentación o Internet. Una implicación interesante de esta categorización es que las redes asociativas son muy resistentes, pues mantienen su funcionamiento aún quitando los nodos “más fuertes”.

 

¿Qué revelan los trabajos tan sugerentes de Watts y Newman? Pues que cuando la física se encuentra con la ciencia social el placer es mutuo. Y que tanto a unos como a otros corresponde escribir las leyes del Análisis de Redes Sociales.

 

 

Enlaces