Amistad e identificación: las micro fundaciones de las pertenencias macro.
Amigos europeos e identidad europea
[1]
Ainhoa de Federico de
la Rúa[2]
CLERSÉ-IFRESI,
Universidad de Lille (Francia)
Universidad
Pública de Navarra (España)
Abstract
Macro belongings to abstract
“imagined communities” (Anderson 1983), such as nations, are grounded on the
generalized metonymy transfer, encouraged by institutions, to the inhabitants
of a certain territory, of the interpersonal experience of trust and solidarity.
Indeed, trust and solidarity are
first learned in the interactions taking place sphere of kinship. Later on, it
is through the learning of solidarity in friendship by age groups that
individuals are able to go beyond primary family solidarity into more abstract
solidarity in universalistic societies as ours (Eisenstadt 1956).
The national social contract is
ideologically founded on the ideal model of friendship solidarity. The most
explicit example of it being the French motto “liberté égalité fraternité”.
This doesn’t mean that there is an exact correspondence between the two kinds
of relationships, as Eisenstadt (1984) points out the ideal fraternity
announced by the nation serves to hide and justify , the power and
instrumentality that the order of the nation-state exerts. At the same time,
friendship (in its large conception) sustains the social contract at the same
time as it has to be relegated to the private sphere due to its subversive
potential (Paine 1969).
Friendship relations often stay within
the sphere of nation-states, since their institutions structure interaction and
interdependencies by the division of labor. However what happens with
cross-national friendships? The paradoxical figure of “foreign friends”
introduces a tension between the foundations of abstract solidarity and the
experience of interpersonal solidarity. Is this tension relegated to be solved
in the private sphere? May it have an impact on the claims of public macro
belongings?
Furthermore, in the European
context there is an institutional setting allowing and trying to encourage
European identity. Can such micro European friendships give a content to the,
otherwise empty in terms of emotional attachment, macro legal shell of European
citizenship encouraging European identity?
We examine the effects of
cross-national friendships in a sample of 218 European exchange students on
their perceptions of other Europeans as foreign and opening on their European
identity.
Resumen
Las
pertenencias a “comunidades imaginadas” macro (Anderson 1983), tales como las
naciones, están fundadas en la transferencia metonímica generalizada, fomentada
por las instituciones, a los habitantes de cierto territorio, de la experiencia
interpersonal de confianza y solidaridad.
En
efecto, la confianza y la solidaridad son primero aprendidas en las
interacciones que tienen lugar en la esfera de la familia. Después, mediante el
aprendizaje de la solidaridad a partir de la amistad en grupos de pares de la
misma edad, los individuos son capaces de pasar de la solidaridad primaria
familiar hacia formas de solidaridad más abstractas en sociedades
universalistas como las nuestras (Eisenstadt 1956).
El
contrato social nacional está ideológicamente fundado en el modelo ideal de la
solidaridad en las relaciones de amistad. El ejemplo más explícito de ello es
el lema francés “liberté, égalité, fraternité”. Esto no quiere decir que exista
una correspondencia exacta entre estos dos tipos de relación, tal como
Eisenstadt (1984) señala, la fraternidad ideal anunciada por la nación sirve
para ocultar y justificar el poder y la instrumentalidad que el orden de la
nación-estado ejerce sobre sus miembros. Al mismo tiempo, la amistad (en su
acepción más amplia) sostiene el contrato social al mismo tiempo que debe ser
relegada a la esfera privada debido a su potencial subversivo (Paine 1969).
Las
relaciones de amistad a menudo ocurren dentro de la esfera de los
estados-nación, puesto que sus instituciones estructuran la interacción y las
interdependencias entre los actores a partir de la organización de la división
social del trabajo. Sin embargo, ¿qué sucede con las relaciones
transnacionales? La figura paradójica del “amigo extranjero” introduce una
tensión entre los fundamentos de la solidaridad abstracta y la experiencia de
la solidaridad interpersonal. ¿Queda esta tensión relegada a ser resuelta en la
esfera privada? ¿O acaso tiene una incidencia en las pertenencias públicas
macro sociales reclamadas y proclamadas por los actores?
Actualmente,
en Europa existe un contexto institucional que permite e intenta promover la
identificación con Europa. ¿Podrían tales amistades europeas dar un contenido
al envoltorio legal macro de la ciudadanía Europea - por otra parte vacío en
términos de apego emocional- fomentando la identidad Europea?
Examinamos
el efecto de relaciones de amistad trans-nacionales en una muestra de 218
estudiantes Europeos, en su mayoría participantes en programas Europeos de
intercambio, sobre la percepción y categorización mutua en tanto que
extranjeros, abriendo la cuestión de la identidad Europea.
Identidad,
nación, amistad
Este artículo trata sobre “identidad” y sobre “identidad europea” y su
relación con procesos interpersonales de establecimiento de relaciones de
amistad. El término “identidad” es uno de los más vagos y confusos en
sociología, dado que su uso profano tiende a confundirse con la comprensión
sociológica de éste. El modo en que la “identidad” nos interesa aquí es tal
como se utiliza comúnmente por los profanos para referirse a lo que en términos
especializados podría definirse como los sentimientos de pertenencia a una –por
lo menos deseada- “comunidad imaginada política, soberana y limitada
territorialmente” (Anderson 1986).
Es posible distinguir varias dimensiones en este tipo de “identidad”:
1) Las definiciones (macro) de la ciudadanía y los derechos legales
llevadas a cabo y garantizadas por los Estados y otras instituciones legítimas
garantes del orden. En Europa, con un lugar progresivamente más prominente, la
Unión Europea.
2) Los discursos (macro) sobre la “identidad” ligados a la emergencia
histórica de las naciones y el nacionalismo que pretenden conferir a una
comunidad imaginada con una supuesta etnicidad común (antepasados, cultura y
medios de comunicación) la legitimidad de devenir, en términos de Schnapper
(1994), una “comunidad política de destino”.[3]
3) Los sentimientos individuales (micro) de pertenencia e
identificación a las unidades - eventualmente en competición, tensión o
conflicto- definidas por las instituciones (1) y/o por los discursos
ideológicos (2).
La relación entre estas tres dimensiones es compleja y representa el
objeto de largos y extensos debates teóricos e ideológicos en las ciencias
sociales, en particular la relación entre la ciudadanía institucional (demos) y la “nacionidad” (ethnos) (Schnapper 1994, Lamo de
Espinosa 1995 entre muchos otros). Sin embargo el estudio de los sentimientos
subjetivos individuales de pertenencia a las “comunidades imaginadas” son a
menudo, incluso de forma periódica, estudiados empíricamente (Eurobarómetros,
encuestas del CIS...) pero poco teorizados[4].
La atención principal de nuestra investigación trata de las (micro)
identificaciones subjetivas tal como pueden ser formadas o influidas por (meso)
redes de amistad en el marco de los (macro) discursos ideológicos y los
contextos institucionales. El dominio de aplicación es Europa y la “identidad
Europea”.
Figura 1. El caso de la identidad europea: una
aplicación del “barco” de Coleman (1992).
1) Las definiciones institucionales de la ciudadanía pueden tener un
impacto directo sobre los sentimientos de pertenencia a cierta unidad
(comunidad imaginada): el hecho de que exista una categoría administrativa de
pertenencia y los derechos asociados a ella puede causar que los individuos se
sientan identificados con ésta. Sin embargo, esto parece bastante abstracto y
queda lejos de los elementos más afectivos y simbólicos presentes en las
identificaciones a comunidades imaginadas. A pesar de ello, no olvidemos que,
la existencia de estas definiciones de la ciudadanía a) legitiman los
sentimientos de pertenencia, puesto que corresponden con la categoría
“oficial”, b) producen la organización institucional que estructuran las
interacciones y las experiencias de los individuos, lo que a su vez puede tener
un impacto sobre las oportunidades de interacción y los procesos de
identificación[5].
La convergencia institucional de las sociedades Europeas (Mendras
1997), así como la construcción de la Unión Europea y la definición de ciertas
esferas de ciudadanía Europea y derechos de los Europeos, ofrecen la matriz
institucional que podría acoger los sentimientos de pertenencia e
identificación. Además, éstos permiten estilos de vida y trayectorias
biográficas genuinamente “Europeas”[6]
para aquellos individuos con la capacidad y/o el capital económico, humano,
social, de disfrutar de sus derechos Europeos.
2) Los discursos ideológicos sobre la “identidad nacional” basados en
una supuesta etnicidad común (antepasados y cultura) y la existencia de medios
comunes de comunicación, han tenido, por otra parte, bastante éxito –aunque
nunca completamente- en formar y movilizar las identificaciones y los
sentimientos de pertenencia de los individuos. Existen pocas pruebas de la
existencia de un discurso sobre la “identidad Europea” ampliamente aceptado
compitiendo con los nacionales, y por el contrario, mucha discrepancia sobre
los términos en que éste debería ser definido. Los textos oficiales de la Unión
Europea han adoptado, siguiendo parcialmente el modelo de las identidades
nacionales, una definición etnoculturalista y liberal (Hansen 2000). Los
científicos sociales (Habermas 1999, Touraine 1999, Therborn 1999, Soysal
2001...) a menudo proponen definiciones con un mayor énfasis en la ciudadanía,
los valores universales y los derechos humanos que sobre rasgos culturales
particulares. Sin embargo, entre la población, tal como informan los
Eurobarómetros, la identidad europea aparece con mucha frecuencia entre las
identidades avanzadas por los encuestados, a menudo en segundo lugar tras la
identidad nacional. Los Eurobarómetros sólo proponen un posicionamiento
combinando identidades nacional y europea, pero recordemos que la identidad
nacional no siempre es la primordial, a menudo (según los países) aparece tras
niveles de identificación más locales como la ciudad o la región.
Los Eurobarómetros también nos enseñan que aquellos individuos más
proclives a sentirse europeos (lo mismo que los más propensos a sentirse
“nacionales”) son aquellos con más estudios, con profesiones de categorías
sociales elevadas, mayores ingresos, urbanos, y entre las generaciones más
jóvenes. Es razonable emitir la hipótesis de una correspondencia entre el
poder, pero de manera más general, las oportunidades ofrecidas por el nivel de
identificación, y la propia identificación.
3) Entre las oportunidades que abre la definición de los derechos
ciudadanos, en este caso los derechos europeos - y aquí descendemos al nivel
micro- está el de mayor interacción con otros individuos europeos, y eventualmente
el establecimiento de todo tipo de relaciones, entre ellas las de amistad, es
decir, relaciones de confianza y solidaridad. ¿Por qué centrarse en un tipo de
relación tan privada y aparentemente insignificante como la amistad, cuando
anteriormente hemos mencionado elementos sociales “serios” como las
instituciones y los discursos ideológicos? La elección de la amistad como la
relación estudiada no es fortuita: la ideología de la nación está fundada de
manera explícita y funcional en los modelos ideales de confianza y solidaridad
de las relaciones de amistad y parentesco lateral. Para ilustrar esto con un
ejemplo claro, uno de los primeros estados nación históricos, Francia, se dio
como lema liberté égalité fraternité.
Por otro lado las alusiones a la “madre patria” que convierten a los
conciudadanos en “hermanos ideales” son típicas en los discursos nacionalistas.
De hecho en la literatura sobre la nación encontramos como colofón de la
definición de Anderson que:
“es
imaginada en tanto que comunidad, porque a pesar de la desigualdad y la
explotación que pueda predominar en cada una, la nación siempre es concebida
como una profunda camaradería horizontal. Finalmente
es esta fraternidad la que la ha hecho posible en los últimos dos siglos” [7].
De manera similar, en las aproximaciones que sitúan la amistad en el
interior de la matriz de las instituciones macro sociales encontramos
Eisenstadt y Roninger (1984) afirmando que, gracias a la existencia de
expresiones concretas de confianza y solidaridad en las relaciones de amistad y
parentesco y mediante su relegación a la esfera privada, el estado (nacional)
puede proclamar estos valores ideales al mismo tiempo que ejerce relaciones
instrumentales y de poder[8].
Es decir, que los ideales nacionales y la cohesión nacional se sostienen por la
experiencia cotidiana interpersonal de solidaridad y confianza en las
comunidades personales de amigos y parientes. Para ilustrar esto tomemos como
punto de partida a Fichte (1955:3) cuando se dirige a la nación alemana:
"Estoy
hablando a todos los alemanes, sobre todos los alemanes, sin excepción,
desdeñando a propósito todas las diferencias resultado de eventos profanos por
los que nuestra nación ha sufrido desde hace siglos [Ich rede fuer Deutsche
schlechtweg, von Deutschen schlechtweg, nicht anerkennend, sondern durchaus
beiseitesetzend undwegwerfend all die trennenden Unterscheidungen, welche
unselige Ereignisse seit Jahrhunderten in der einen Nation gemacht haben]"
Según el idealismo de Fichte, existe una esencia de “lo alemán” y por
ello un alemán sería igual a otro alemán en raza, clase, cultura etc. Es
evidente que tal alemán no existe, mucho menos de forma generalizada. Sin
embargo podríamos argüir que los individuos pueden experimentar esta igualdad
en la práctica en el caso ideal –también hallado empíricamente- que ofrece el
modelo del “amigo-edad”, el “amigo verdadero”, definido por Ferrand (1993,p.
XLIII-XLVII). Los “amigos-edad” son individuos en calidad paradójica de
“hermanos” fuera del parentesco, cuyos lazos son irrevocables, a vida y a
muerte, y son más iguales incluso que los hermanos verdaderos (con la excepción
mitológicamente valorada de los hermanos gemelos), ya que no existe entre ellos
siquiera distinción de rango y a menudo tampoco de otras características
sociales. Los amigos de verdad, los “amigos-edad” son los “iguales” sociales
por excelencia.
Incluso sin hacer referencia a teorías macro de la amistad que la
sitúen en la matriz institucional de la sociedad en relación con las otras
instituciones reguladoras “duras” de la sociedad, y que son las que permitirían
la transición de micro a macro, encontramos argumentos para defender la “línea
micro”: Además de ser iguales morales, los amigos tienden a ser socialmente
similares y a devenir parecidos como consecuencia de su relación de amistad.
¿Amigos
extranjeros?
Es probable que, por la mera existencia de un estado (nacional)
organizando la vida social, la amistad y el parentesco tiendan a tener lugar
dentro de sus límites. En este caso el paralelismo entre la comunidad personal
privada que produce la confianza y la solidaridad concretas y la comunidad
imaginada pública que obtiene crédito gracias a la anterior son coherentes.
¿Pero qué sucede cuando esta correspondencia no es tal? ¿Qué ocurre cuando la
comunidad personal está compuesta por ciudadanos de diferentes naciones-estado?
Dado el marco de la construcción europea y los derechos a la movilidad y al
trabajo que ésta permite para los ciudadanos de la UE en su espacio, es
probable que esto suceda cada vez más, al menos en el caso de los ciudadanos
con mayor formación.
La hipótesis que adelantamos aquí es que, dado que los sentimientos de
pertenencia e identificación a comunidades imaginadas públicas, es decir la
solidaridad con esas comunidades abstractas, está basada en el modelo ideal de
la amistad fraternal y apoyado en la experiencia concreta de confianza y
solidaridad a través de la amistad y el parentesco con miembros de estas
unidades, transferidas de forma metonímica al conjunto de la unidad. El
desarrollo significativo de confianza y solidaridad con miembros de otras
unidades puede tener un impacto en la identificación y sentimientos de
pertenencia: aumentando su ámbito, haciéndolas relativas respecto a otras o
compartidas con identificaciones a otras unidades.[9]
Sin embargo, dado que la amistad se ve relegada a la esfera privada,
es necesario realizar una distinción entre dos niveles de impacto potencial:
1) Primero, el establecimiento de relaciones de amistad puede cambiar
las percepciones de “quien pertenece y quien no pertenece”. Puesto que la
pertenencia y solidaridad con una comunidad imaginada es mediada primero por la
pertenencia y solidaridad hacia comunidades personales concretas, la inclusión
en una misma comunidad personal podría conllevar el sentimiento o la percepción
de pertenecer a la misma comunidad abstracta, incluso si esta no está
especificada de manera explícita. La justificación de cual debiera ser la comunidad imaginada “receptora” puede aparecer a posteriori. Por lo tanto, por el
propio proceso en que dos extraños devienen amigos, personas (oficialmente)
extranjeras la una a la otra pueden terminar no percibiéndose como tales. Los
contextos institucionales pueden sin duda favorecer estas percepciones. Hasta
aquí estamos en el nivel privado de transformación de las percepciones y la
caracterización mutua como consecuencia del establecimiento de una relación de
amistad.
2) El ámbito de influencia de la amistad puede sin embargo trascender
la esfera privada. La existencia de relaciones trans-nacionales, especialmente
si éstas son fuertes tanto en términos diádicos (duración, intensidad
subjetiva, calidad de los contenidos...) o en términos estructurales
(centralidad, imbricación) y las características generales de la red personal
(densidad, composición...), pueden favorecer la emergencia o aumentar la
importancia relativa de los sentimientos de pertenencia e identificación con
comunidades imaginadas capaces de incluir a los miembros de las comunidades
personales.
Por el momento tan solo tenemos resultados empíricos sobre los efectos
posibles de la amistad en la esfera privada. Los análisis que presentamos aquí
se refieren a este tipo de influencia a partir del caso que estudiamos.
El caso de
estudio: la identidad Europea de estudiantes en programas europeos de
intercambio
La UE es consciente, ya lo era el Consejo de Europa desde los años 50,
de que la simple integración económica e institucional no es suficiente para su
legitimidad pública y para la unidad europea. Para ello, es necesaria además la
emergencia de la conciencia o identidad europea, al menos en cierta parte de la
población. En línea con esta reflexión, desde mediados de los años 80, la UE ha
invertido grandes cantidades, primero de ecus, y luego de euros[10]
para fomentar la movilidad estudiante con una doble idea enfatizada
explícitamente en su discurso oficial: 1) Los estudiantes europeos en
intercambio, entendidos como vectores de cultura, la experiencia intercultural
que provocan y en que participan, pueden ser un poderoso catalizador de la
formación de la conciencia o identidad europea. 2) La movilidad estudiante es
el mecanismo para el desarrollo de una mano de obra móvil y bien altamente
educada que perciba la UE como su mercado de trabajo potencial, una idea que
parece como la condición sine qua non para la realización del mercado único[11].
Desde su implantación en 1987, tan sólo gracias al programa Erasmus (existen
otros muchos) se estima que aproximadamente 1,5 millones de estudiantes
universitarios han disfrutado de una estancia de 3 a 12 meses en otro país
europeo[12].
Para nuestra investigación hemos escogido estudiar una muestra de
estos estudiantes Erasmus. Esta población, temporalmente móvil, tiene grandes
oportunidades de interacción y establecimiento de relaciones de amistad con
otros ciudadanos europeos. Además, dado que ésta población se encuentra
concentrada en instituciones universitarias, es posible observar tanto los
procesos de formación de amistad como sus efectos.
Un cierto número de estudios y evaluaciones, la mayoría financiados
por la UE, han sido llevados a cabo a propósito de las experiencias de los
estudiantes participando en estos programas por equipos en Kassel (Alemania) y
Lille (Francia). Algunos de ellos mencionan la gran importancia concedida por
los propios estudiantes a sus nuevas relaciones de amistad y que las relaciones
transnacionales son frecuentes (Martineau 1995). Pero ninguno las estudia en
profundidad de manera sistemática, mucho menos su impacto sobre la identidad europea
de los estudiantes participantes. De hecho, al no relacionar la calidad de las
redes personales de los estudiantes con el tipo de identidad europea emergente
(o no), los resultados de estas encuestas son a menudo insípidos y
decepcionantes[13].
La presente investigación se basa en datos sobre 218 estudiantes
universitarios de la Universidad de Lille (Francia), la Universidad Pública de
Navarra (España) y la Universidad de Groningen (Holanda). Entre los 218 consta
una muestra de control de estudiantes Españoles de la Universidad Pública de
Navarra que no participaron en ningún programa de intercambio. Procedimos
mediante un cuestionario estandarizado (en francés, español e inglés)
incluyendo varios módulos. Primero un módulo de análisis de redes sociales mediante
el que se interrogó a los estudiantes por sus amigos y otras relaciones
importantes, tanto el año anterior al intercambio, como durante el intercambio.
Este módulo permite examinar las relaciones de amistad (intensidad, contenido,
roles...) así como las redes personales de los estudiantes encuestados
(densidad, subgrupos, composición...). Un segundo módulo incluía preguntas
sobre las identificaciones tanto con comunidades imaginadas definidas
territorialmente (localidades, regiones, naciones, Europa, otros) como con
otros tipos de comunidades (religiosas, lingüísticas, étnicas...).
Como anunciamos anteriormente presentamos resultados parciales sobre
estos aspectos. Primero una breve descripción sobre las relaciones creadas por
los estudiantes: con quienes devienen amigos y la presencia de relaciones
transnacionales en sus redes personales. Una vez establecida la existencia de
relaciones transnacionales, examinaremos los efectos de éstas al nivel de la
esfera privada, es decir, el impacto de la amistad en la categorización mutua
en tanto que extranjeros. El siguiente paso sería evaluar si las relaciones de
amistad son capaces de abolir la “extranjería” sólo en la esfera privada o si
estas relaciones (o su importancia, o su acumulación, o su heterogeneidad en
las redes personales) tienen un impacto en las esferas públicas de
identificación. Esto es, si influyen en las identidades proclamadas por los
individuos, modificando las estructuras cognitivas y afectivas de
identificación y pertenencia, tal vez otorgando mayor importancia a identidades
transnacionales capaces de incluir a los miembros de las comunidades
personales. Este segundo paso queda fuera del presente artículo.
Descripción de
las relaciones
Cuando examinamos los lazos de amistad establecidos por los
estudiantes de esta muestra, vemos que los 218 estudiantes –control incluido-
mencionaron 6592 relaciones. El conjunto de estudiantes mencionaron una media
de 15 relaciones en cualquier momento. Los estudiantes Erasmus mencionaron 10
relaciones de promedio durante su periodo de intercambio. Respecto al tipo de
amigos, nos damos cuenta de que durante el periodo Erasmus el 62% de las
relaciones establecidas son con personas de igual nacionalidad y el 38% son
amistades transnacionales. La población que hemos escogido estudiar crea por lo
tanto amistades transnacionales en número considerable, lo que permite estudiar
los efectos de éstas. A continuación, el primer paso es examinar cómo se
resuelve la tensión introducida por la figura del “amigo extranjero”. ¿Podrá la
instauración de una relación de amistad entre dos personas de diferentes
nacionalidades hacer que la importancia de la nacionalidad se atenúe? ¿Seguirán
los amigos considerándose extranjeros mutuos? Y si no es así, ¿fomentará su
relación de amistad otras formas de identificación, o será esta relación de
solidaridad relegada a la esfera privada? Por el momento podemos contestar a
las dos primeras preguntas, relativas al nivel privado.
Antes de examinar los resultados empíricos recordemos las dos lógicas
principales implicadas:
1) La lógica de la nación implicaría que la solidaridad se establezca
preferentemente entre miembros de la misma nacionalidad y no con miembros
externos a ella (ya hemos visto que aunque la tendencia está presente, se dan numerosos
casos en que eso no es así). También, de acuerdo con la lógica de la nación las
personas de misma nacionalidad no deberían ser consideradas como extranjeras y
las personas de nacionalidad distinta deberían ser consideradas como
extranjeras.
2) La lógica de la amistad, por otra parte, implicaría que, una vez la
amistad establecida, un amigo se convierte en un igual y sus otras
características sociales pierden importancia ante esta igualdad. La lógica de
la amistad, implicaría que los amigos ya no sean considerados como extranjeros,
incluso a pesar de que su nacionalidad diferente pueda ser percibida en algunos
casos entre otras características sociales.
De algún modo,
la lógica de la amistad “deformaría” la lógica institucional de la nación al
encontrarse en su fundamento. La noción de “extranjería” en este caso, no haría
tanto referencia a algo sustantivo o determinado institucionalmente, sino
relativo a la pertenencia a un grupo social común, ya sea este una comunidad
personal, una comunidad imaginada o ambos mediante el establecimiento de una
relación metonímica entre ellos.
Examinemos los datos y veamos qué sucede. Para valorar la posición
percibida entre los amigos en esta cuestión de la “extranjería” se preguntó a
los estudiantes si consideraban a cada amigo como un extranjero o no y si
notaban o no el hecho de que el amigo tenía una nacionalidad diferente. En las
respuestas que se propusieron se pretendía capturar el eventual efecto de
“deformación” de la amistad.
La pregunta y las respuestas propuestas eran las siguientes:
“Q13. Consideras a estas personas como
extranjeras?”.
0. No
la considero como extranjera, tiene la misma nacionalidad que yo.
1. No
la considero como extranjera aunque me doy cuenta de que tiene una nacionalidad
diferente.
2. No
la considero como extranjera; y no noto que tiene una nacionalidad diferente.
3. La
considero extranjera y me doy cuenta de que tiene una nacionalidad diferente.”
La primera posibilidad y la última son evidentes y corresponden a la
lógica de la nación: una persona con igual nacionalidad no es extranjera (0);
por otra parte una persona con nacionalidad diferente es extranjera (3). Las
dos posibilidades intermedias corresponden a los efectos que se podrían esperar
de la lógica de la amistad en la percepción de amigos trans-nacionales.
Introducimos un matiz entre notar la nacionalidad diferente como una
característica social (1) y dejar de percibirla (2). En este caso la
“extranjería” es completamente eliminada de la esfera de la amistad. Esperamos
una progresión en el nivel de intimidad o fuerza de la relación y la percepción
del amigo como cada vez menos extranjero.
Tabla 1. Amigos transnacionales y percepción de
extranjería. *
Percepción de
la extranjería |
Número |
Porcentaje |
Amigos Extranjeros (%) |
Igual nacionalidad, no considerado extranjero |
1337 |
62% |
------ |
No considerado extranjero, nacionalidad percibida. |
500 |
23% |
60% |
No considerado extranjero, nacionalidad olvidada |
206 |
9% |
25% |
Extranjero |
130 |
6% |
15% |
Totales |
2173 |
100% |
100% |
(*)Relaciones establecidas sólo por Erasmus y durante su periodo en el
extranjero.
Tal como observamos la amistad opera una deformación de las fronteras
percibidas de extranjería. Las personas de igual nacionalidad representan el
62% y la lógica de la nación supone que no sean consideradas extranjeras[14].
Sin embargo, del restante 38%, solo 6% de
los amigos son considerados como extranjeros.
Si excluimos los amigos de igual nacionalidad, observamos que el 85% de los amigos transnacionales no son
considerados como extranjeros, sólo el 15% son considerados extranjeros. La
amistad ejerce claramente un movimiento de las fronteras de extranjería
percibida en la gran mayoría de los casos. Si examinamos el tipo de percepción
que tienen los estudiantes sobre sus amigos transnacionales, observamos que en
la mayoría de los lazos (el 60%) los amigos no son considerados extranjeros,
aunque su nacionalidad distinta sí es percibida. ¿Quiere esto decir que
aquellos que responden de este modo consideran otras unidades de pertenencia a
la que ellos y sus amigos pertenecen, y respecto a la que no son extranjeros
mutuos? Otras relaciones de amistad transnacional (el 25%) implican que el amigo
no es percibido como extranjero y también que su nacionalidad no es siquiera
percibida. ¿Quiere esto decir que la relación de amistad ha alcanzado un nivel
de intimidad tal que toda otra categorización social, incluida la nacionalidad,
considerada tan primordial por algunos, pierde importancia? Finalmente, en el
15% de los casos, la minoría, el establecimiento de una amistad no implica un
cambio de percepciones sobre la extranjería del amigo.
Diferencias
sistemáticas
En la sección anterior, puramente descriptiva, hemos asumido, de
acuerdo con nuestra hipótesis, que la percepción de los amigos transnacionales
en tanto que “no extranjeros” es debida al propio establecimiento relaciones de
amistad y a la calidad de ésta. Sin embargo, es evidente que esto puede ser
debido a otros factores - por ejemplo, ideológicos, cognitivos o en el peor de
los casos a aspectos metodológicos[15]-
y sencillamente reflejarse en ciertas relaciones. En esta sección estudiamos
las diferencias sistemáticas entre las relaciones a las que se aplican
categorizaciones distintas tanto para aprender más a propósito de los efectos
de la amistad como para situar los efectos de las dimensiones ideológicas e
institucionales.
Antes de comenzar, especifiquemos cuatro elementos en tres niveles
analíticos a examinar para estudiar tales diferencias sistemáticas: 1) Nivel de
los individuos, egos y alteri; 2) nivel de las relaciones:
díadas; y 3) nivel de la red personal: tríadas y zona de primer orden. En
efecto, las diferencias en la designación de ciertos amigos transnacionales en
tanto que no extranjeros pueden ser debidas a: 1) las características de los
egos que responden. En efecto, ciertas personas pueden ser, por distintas razones, más “abiertas”, más
inclusivas, o más permeables en sus cogniciones que otros. 2) También pueden
ser debidas a diferencias sistemáticas entre los alter. Es posible imaginar que ciertas personas con características
específicas sean más fácilmente considerables como “no-extranjeros”. 3)
También, de acuerdo con nuestra hipótesis, la propia dinámica de las relaciones
de amistad puede hacer que, dada la calidad
de la relación, ciertos alter
sean menos percibidos como extranjeros. 4) Finalmente, la posición de la relación transnacional en la red personal de ego
puede hacer que ciertas relaciones, las más inmersas en mi opinión, sean menos
percibidas como extranjeras.
Apoyándonos en estos distintos niveles de análisis, queremos examinar
la incidencia de aspectos institucionales, ideológicos y relacionales en la
caracterización de ciertos alteri en
tanto que extranjeros.
1) Hipótesis a
nivel macro
1.1 Las instituciones tienen el poder de definir quién pertenece y
quién no en términos legales de ciudadanía. La percepción de ciertos alter en tanto que extranjeros puede ser
influida por los términos institucionales. En este caso, podríamos imaginar
que, dado que existe una semi-ciudadanía o ciudadanía secundaria Europea, los alteri ciudadanos de estados miembros de
la UE, o europeos en general, no fueran considerados como extranjeros.
1.2 Los modelos ideológicos de la nación tienen tradiciones
diferentes. Algunos estados tienen tradiciones basadas en ius soli, la civilización y la ciudadanía (Francia), otras tienen
tradiciones más etno-culturales basadas en ius
sangui, la cultura y la nacionalidad (Alemania). Algunos estados tienen una
tradición de definición universalista, abstracta y directa de la ciudadanía
(Francia de nuevo), en otras la ciudadanía es mediada por la pertenencia
intermedia a comunidades o “regiones históricas” (Gran Bretaña o España).
Además de los modelos ideológicos de los estados (en los que se socializaron
los individuos), los individuos también pueden adherirse más o menos a ellos,
según sus ideologías de identificación y pertenencia. Los modelos ideológicos,
tanto si son heredados de las tradiciones nacionales, como individuales,
probablemente afecten a cómo se considere a los alteri en tanto que extranjeros o no.
2) Hipótesis a nivel
meso
2.1 Amistad, confianza y solidaridad diádica. Conforme la confianza y
la solidaridad se va estableciendo entre los amigos, conforme se van
convirtiendo en iguales, tal como lo postula la amistad entre ellos, pero
también en más similares debido al ajuste recíproco del comportamiento y al
establecimiento de nuevas normas comunes (Por ejemplo, para que dos amigos
puedan comer juntos es necesario que se pongan de acuerdo en cuál es la
definición de la “comida”: ¿se trata de alimentos calientes o fríos?, ¿en gran
cantidad o tan solo un poco de pan con queso o embutido?, ¿a las 12:00 o a las
15:00? etc...) se considerarán cada vez, evidentemente como menos extraños, y
por lo tanto menos como extranjeros. Conforme su amistad y confianza se hacen
más profundas (por ejemplo, al haber sido demostradas en el tiempo o mediante
contenidos específicos de la relación) y la relación de amistad puede soportar
la descontextualización y conducir a un acercamiento de la díada a la esfera
más privada (Allan 79), las otras características sociales, por lo tanto la
nacionalidad, ya no son relevantes, y por lo tanto son olvidadas o pasan
desapercibidas.
2.2 La red como garantía de la confianza y la solidaridad. La
confianza interpersonal diádica también puede ser sustituida y/o reforzada por
la inscripción de la relación en la red personal: cuando alteri importantes en los que ya se tiene confianza, consideran a
un tercer alter como digno de confianza y receptor de
solidaridad, es más probable que ego
lo haga también. Cuando el comportamiento de los alteri significativos para ego
sugieren que el alter transnacional
es digno de confianza y solidaridad y/o forma parte del grupo, es más probable
que ego no considere a alter como extranjero.
Para probar estas hipótesis, examinamos la incidencia de diversas
variables en la percepción de un alter
transnacional en tanto que extranjero. Presentamos un sumario de los resultados
de las variables por nivel de análisis en la siguiente tabla[16].
Tabla 2. Sumario de los resultados*.
Nivel |
Variable |
Significatividad |
Ego |
Nacionalidad |
Si |
Ego |
Identificaciones principales |
Si |
Ego |
Actitudes Europeas |
Si |
Alter |
Ciudadano UE o Europeo |
No |
Díada |
Fuerza del lazo |
Si |
Red |
Imbricación del lazo |
Si |
Red |
Densidad de la red |
Si |
(*) Para más detalles sobre las relaciones entre variables ver las tablas
4, 5 y 6 en el anexo.
Comentamos a continuación de manera más detallada los resultados
hallados en los análisis en relación con las hipótesis en ambos niveles macro y
meso.
Resultados del
nivel macro
1.1 Instituciones: al existir una semi-ciudadanía o ciudadanía
secundaria Europea instituida y garantizada por la UE, los alteri ciudadanos estrictos de la UE o, por extensión, todos
aquellos europeos, serían menos percibidos como extranjeros. En esta hipótesis
tuvimos una gran sorpresa: ni los ciudadanos de la UE, ni los europeos en
general son menos frecuentemente percibidos como extranjeros que los no
europeos. La UE no tiene la capacidad directa de incidir en la percepción de
extranjería de los alteri. Si esto
ocurre finalmente, debe ser gracias a caminos indirectos que pasan por el nivel
meso, el nivel micro o ambos.
1.2 Ideologías. Los modelos ideológicos, más o menos inclusivos, de la
nación y la pertenencia deben afectar a la manera en que los alteri son percibidos o no en tanto que
extranjeros. Aquí podemos distinguir los modelos ideológicos en tanto que estos
pueden manifestarse según la tradición nacional de los países de los egos, cuya variable sería la
nacionalidad, pero también, según los modelos de identificación propios a los egos.
En cuanto a las tradiciones nacionales por países, encontramos
(teniendo en cuenta sólo las nacionalidades más representadas en la muestra)
que ciertas nacionalidades se muestran más inclusivas y abiertas al considerar
menos frecuentemente a los alteri en
tanto que extranjeros y ciertas otras menos inclusivas. La media de no considerar a un amigo transnacional como
extranjero es del 82%, los franceses (92%), italianos (90%) y alemanes
(89%) se muestran más inclusivos, mientras que los españoles (80%), pero
especialmente los británicos (62%) resultan más cerrados. Aunque la muestra es
pequeña para sacar grandes conclusiones, parecería que las naciones que se
apoyan en pertenencias a comunidades o regiones históricas como mediadoras de
la nacionalidad son menos inclusivas que aquellas que se basan en valores
universalistas de ciudadanía y, ya sea la civilización o la cultura.
Para reconstruir el sistema de identificación de los egos les pedimos
que dijeran en qué medida se sentían identificados, en una escala de cuatro
puntos (nada, un poco, bastante, mucho) con diferentes tipos de comunidades y
contextos (nación, cultura, idioma, tendencia política, movimientos sociales,
profesión, religión, familia y amigos).
El análisis factorial de estas variables (Figura 3) muestra un espacio
cuyos dos factores principales están estructurados, el primero, por la
identificación en general, y en particular por los elementos nacionales
(nación, cultura y lengua). El segundo factor, positivamente por elementos
políticos (ideas políticas y movimientos sociales) y negativamente por
elementos tradicionales (religión, familia y trabajo). Los egos con puntuaciones altas en el polo “político”, tienden a
considerar menos como extranjeros a sus amigos transnacionales. Por el
contrario, los egos con valores altos
en el polo “tradicional” tienden a considerarlos algo más a menudo como
extranjeros. El polo “nacional” sin embargo, no parece tener una influencia
clara.
Figura 3. Análisis factorial de identificaciones y
extranjería
*Los
dos factores explican el 49,6% de la varianza.
Estos resultados podrían encajar con los hallazgos de Duchesne y
Frognier (1995) quienes afirman que la identidad nacional no es contradictoria
o competidora con la identidad Europea, sino que por el contrario, aquellos
individuos más socializados ya en un ideal de nación abstracto y universalista
son más proclives a aceptar la identidad Europea.
En cuanto a las actitudes Europeas de los egos, en general, aquellos con actitudes Europeas, medidas a partir
de preguntas estándar de los Eurobarómetros, tienden a considerar menos
frecuentemente como extranjeros a los alteri
transnacionales[17].
Resultados del
nivel meso
A nivel meso, en que proponemos los aspectos más originales de nuestra
investigación, encontramos resultados muy interesantes. También es en este punto
donde los resultados son al mismo tiempo más coherentes y más matizados.
2.1 Amistad, confianza y solidaridad diádica. Conforme la confianza y
la solidaridad se va estableciendo entre los amigos y estos se van convirtiendo
en similares y en iguales, los amigos deberían tender a no considerarse
extranjeros. Conforme la amistad es profundizada, la nacionalidad debería
llegar incluso a ser olvidada.
Esta hipótesis se vio fuertemente confirmada a partir de todos los
indicadores considerados. En efecto, todas las medidas sobre la fuerza de la
díada indican que el establecimiento de una relación de confianza y solidaridad
producen que los alteri
transnacionales no sean considerados extranjeros. Encontramos diferencias
sistemáticas muy interesantes, no sólo entre los alteri considerados como extranjeros o no, sino también entre los alteri no considerados extranjeros cuya
nacionalidad es percibida y aquellos cuya nacionalidad es olvidada o pasa
desapercibida.
2.1.1 Relaciones en que los alteri
no son considerados extranjeros. Estas relaciones son más fuertes que aquellas
en que los alteri con considerados
extranjeros. Parece que para no considerar a un alteri transnacional como extranjero, es requerida cierta fuerza de
la relación, pero no mucha: que alter
sea un “conocido” no es suficiente, pero una relación amistosa basta. Sin
embargo, es necesaria cierta cantidad de interacción voluntaria (por teléfono o
e-mail), en cambio la interacción frecuente cara a cara, probablemente más
dependiente de contextos de actividad, no es suficiente. Sin embargo, la
relación no requiere ser muy larga, encontramos el umbral máximo en un año de
relación. Los intercambios de pistas y consejos generales, hablar del futuro,
de Europa, o de viajes, son contenidos de conversación relacionados con no
considerar a alter como extranjero.
Otros contenidos más comprometidos, como prestar cantidades de dinero
importantes para un estudiante (150€), estar dispuesto a cuidar en caso de
enfermedad, o hablar de cuestiones amorosas y problemas personales, también
influyen en que alter no sea
considerado extranjero, sin embargo la puntuación más alta es para un contenido
relativamente “ligero”: sencillamente salir a pasarlo bien.
2.1.2. Relaciones en que además se olvida la nacionalidad de alter. Para olvidar la nacionalidad de alter es requerida una relación mucho
más consolidada. Una ‘relación amistosa’ puede ser suficiente, pero es mejor
que se trate de un ‘amigo’, aunque no es necesario que se trate de un ‘mejor
amigo’. La duración de la relación requiere ser mayor: 2 o 3 años son
necesarios por lo menos, y el umbral máximo es a los 5 años de relación. Por
otro lado, estas relaciones soportan bien un contacto cara a cara poco
frecuente (menos de una vez al mes), dado que a menudo estos alter viven más lejos de 500km de ego. En cuanto a los contenidos se
refiere, hablar del futuro, prestar dinero (150€), estar dispuesto a invertir
3800€ en un negocio con alter, pero
especialmente hablar de cuestiones amorosas y problemas personales, o estar
dispuesto a cuidar en caso de enfermedad, son los contenidos más relacionados
con olvidar la nacionalidad de alter.
También un cierto grado de multiplicidad de las relaciones está asociado con
olvidar la nacionalidad de alter.
Todo esto muestra que las relaciones en que es posible olvidar la nacionalidad
requieren mayores niveles de confianza y solicitud.
Vemos claramente a este nivel cómo la amistad tiene un impacto en
definir la “pertenencia” designando las fronteras de la extranjería ya al nivel
diádico, es decir la mera existencia de lazos entre pares de actores. Hemos
visto que, incluso más lejos, que cuando se llega a niveles de confianza y
solidaridad altos entre los pares de actores, la cuestión de la nacionalidad
puede incluso desaparecer del campo de relevancia de la relación: cuando la
confianza y la solidaridad existe en la esfera privada, la solidaridad
abstracta apoyada por la nacionalidad se vuelve innecesaria, por lo tanto
olvidada.
2.2 Redes como garantía de la confianza y solidaridad.
Más allá del nivel diádico, queremos examinar cómo la imbricación (o
no) de una relación en una red tiene un efecto adicional para que alter sea considerado o no como
extranjero. En efecto, la relación entre alter
y otros alteri importantes para ego pueden favorecer una percepción más
inclusiva de alter. Cuanto menos
extraño es alter, menos extranjero
es, esto ya aparece en el nivel diádico, tal vez del mismo modo cuando un alter es menos considerado como extraño
por los otros alteri del entorno de ego, este tiende a no considerarlo como
extranjero. En este caso, los alteri
están funcionando como una garantía de la pertenencia de alter al mundo micro social de ego,
lo que también tiene un impacto en la percepción de ego de la pertenencia de alter
a su mundo macro-social (su extranjería).
Tenemos dos indicadores de la imbricación de alter en la red. Nuestra primera medida es un indicador estándar de
relación entre los alteri:
preguntamos a ego si cada uno de los alter conocía a los cinco mejores amigos
de ego. Además, más allá del simple
conocimiento, preguntamos a ego cómo
percibía la calidad de la relación entre los alteri y sus cinco mejores amigos. Las respuestas ofrecidas eran:
‘conflicto’, ‘desconocido’, ‘conocido’, ‘relación amistosa’, ‘amigos’, ‘mejores
amigos’. Esto permite ver en qué medida la simple imbricación (simplemente
conocerse) puede explicar las variaciones en las fronteras de extranjería, o si
un cierto grado de confianza y solidaridad entre los alteri es necesario como garantía de la pertenencia y no
extranjería de alter.
Los datos mostraron que el simple conocimiento entre alteri no tiene ningún papel. El hecho
de que un alter transnacional conozca
o no a los mejores amigos de ego no
hace que sea menos percibido como extranjero. Sin embargo, cuando el alter transnacional tiene un cierto
número de ‘relaciones amistosas’, o incluso mejor de ‘amigos’ entre los mejores
amigos de ego, es más probable que no
sea considerado como extranjero. Nuestro análisis muestra que el máximo es
tener al menos 3 ‘relaciones amistosas’ o al menos 2 ‘amigos’ entre los mejores
amigos de ego para no ser considerado
extranjero. Mayores niveles de confianza entre los alteri parecen requerir menos relaciones adicionales para
garantizar la pertenencia de alter al
mundo micro-social de ego.
De modo similar, examinamos cómo la imbricación influye en que ego, no sólo no considere a alter como extranjero, sino que olvide
su nacionalidad. Hemos visto en la sección anterior que las relaciones en que ego olvida la nacionalidad de alter tienden a ser más consolidadas,
más largas y más fuertes. Si el argumento adelantado en el párrafo anterior es
cierto (mayores niveles de confianza entre alteri
requieren menos relaciones adicionales para garantizar la pertenencia de alter al mundo micro-social), entonces
estas relaciones deberían requerir imbricación en menos relaciones para
garantizar la confianza o imbricación en relaciones menos fuertes, ya que la
propia díada es portadora de mucha confianza. Esto es en efecto lo que
hallamos: aunque la probabilidad de que la nacionalidad de alter sea olvidada crece constantemente conforme está imbricado en
‘relaciones amistosas’, esta dependencia, aunque significativa, es debil
(claramente mucho menos fuerte que el efecto de la imbricación simplemente para
no considerar a alter como
extranjero). Por otro lado, la amistad entre alter y los mejores amigos de ego
es apenas significativa. Así pues, el proceso mediante el que olvidamos la
nacionalidad de un alter
transnacional parece más ligado a un proceso diádico de amistad y al
establecimiento de confianza más privada e interpersonal.
Nuestra segunda medida de imbricación consistió en preguntar a ego (entre otros contextos habituales de
interacción) si a menudo veía a alter
en un grupo de amigos, y si lo veía a menudo en solitario. Esta pregunta
combina la imbricación interpersonal (para verse con otros amigos es necesario
conocerse) con el contexto particular habitual de verse con alter: un alter encontrado a menudo con un grupo de amigos, dado que la
noción de ‘grupo’ incluye la percepción de una pertenencia común, puede ser más
fácilmente identificado como alguien que ‘pertenece’ al mundo micro-social y
por lo tanto tal vez más fácilmente percibido como no extranjero. Los datos
muestran que la interacción habitual con alter
en un grupo de amigos tiene impacto en que alter
no sea considerado extranjero, sin embargo, no tiene ningún efecto, de acuerdo
con los resultados anteriores, en que la nacionalidad de alter sea olvidada. Por otra parte, encontrarse a solas con alter no tiene efectos de ningún tipo.
Por último, las redes más densas, es decir, en que los amigos se
conocen más y/o son más amigos entre sí, independientemente de si los lazos son
transnacionales o no, permiten que aquellos alter
transnacionales sean incluidos más fácilmente y menos considerados como
extranjeros. Las redes más densas y amistosas son más inclusivas con los alteri transnacionales.
Así pues, vemos que tanto las díadas como las redes de amistad inciden
en la delimitación de las fronteras de extranjería en el ámbito privado.
Conclusiones y desarrollo futuro
En este artículo hemos pretendido explicar la identificación de los
individuos, a partir de procesos macro y meso, aplicado a la identidad europea
en el contexto actual de integración institucional. Hemos distinguido entre la
identificación en la esfera privada y la identificación en la esfera pública.
Hemos operacionalizado la identificación en la esfera privada a partir de la
categorización de los alteri en tanto
que extranjeros o no. La identificación en la esfera pública haría referencia a
las identidades proclamadas en los discursos de los individuos. En este
artículo sólo hemos examinado las identidades en la esfera privada.
Los resultados hallados, volviendo al esquema del “barco” de Coleman
(1992) sobre las relaciones micro-macro, podrían ser expresados de esta manera:
Figura 4. (Continuación)
1. El establecimiento de la semi-ciudadanía o ciudadanía secundaria
Europea garantizada por la Unión Europea favorece las posibilidades para la
interacción europea y por lo tanto la emergencia de nichos y estilos de vida
“europeos”. Sin embargo, la definición institucional de ciudadanía europea no
produce directamente alteraciones en las fronteras de la extranjería al nivel privado,
si esto ocurre finalmente, entonces debe ser gracias a caminos indirectos que
pasen por el nivel meso o el nivel micro.
2) Los discursos ideológicos sobre la nacionalidad, la pertenencia, la
identificación, tanto si son heredados de las tradiciones nacionales por la
socialización de los egos como si
corresponden a sus propios sistemas de identificación, muestran efectos en las
fronteras de identificación al nivel privado.
3) El establecimiento de relaciones de amistad y la imbricación en
redes de amistad tienen un efecto muy claro en las fronteras de identificación
al nivel privado. Conforme se van estableciendo relaciones de confianza y
solidaridad, tanto si la garantía de estas reposa en el nivel diádico como en
la red, las fronteras cognitivas entre ego
y alter tienden a atenuarse, incluso
a desaparecer cuando la confianza ya es muy consistente.
El siguiente paso lógico de nuestra investigación sería examinar cómo
los factores macro y meso inciden en las pertenencias pública, esto es las
identidades aceptadas y proclamadas por los individuos.
Figura 5. (Continuación)
Nuestras hipótesis respecto a estos niveles son las siguientes:
1) La ciudadanía institucional europea no ha sido capaz de tener un
efecto a nivel privado en la identificación de los individuos. Por lo tanto
suponemos que, de igual modo, hoy en día tampoco tenga una especial incidencia
en la identificación pública. No esperamos que los ciudadanos de la UE se
consideren como europeos más frecuentemente, o con mayor intensidad que los
demás europeos.
2) Los discursos sobre la identidad heredados de las tradiciones
nacionales y los sistemas identitarios personales sí han tenido un efecto en
las identificaciones privadas. Esperamos, dado que se trata de la misma
naturaleza de fenómenos, y que estos parecen comportarse de forma sistémica,
que estos discursos tengan un papel tanto más importante en la aceptación y
adopción de la identidad europea.
3) El movimiento de las fronteras de extranjería en el ámbito privado
aparece más claramente producido por la amistad y los procesos de redes
mediante la creación de similitud, igualdad, solidaridad y confianza entre los
amigos. Sin embargo, para que la amistad, considerada en nuestras sociedades
como una relación relegada a la esfera privada, tenga una incidencia que
trascienda a la esfera pública probablemente sea necesario algo más. Proponemos
dos posibles mecanismos compatibles entre sí:
3.1) Efectos propios a las redes: La presencia de relaciones numerosas
con europeos (aunque a priori estos
no sean considerados como menos extranjeros), especialmente si éstas son
fuertes tanto en términos diádicos como en términos estructurales, y tal vez
según las características generales de la red personal, puedan, mediante procesos
de requilibrio cognitivo, favorecer la emergencia, o aumentar la importancia
relativa, de los sentimientos de pertenencia e identificación con comunidades
imaginadas capaces de incluir a los miembros de las comunidades personales sin
que estas estén determinadas a priori.
3.2) Por la mera existencia de un marco legal de ciudadanía europea,
el resultado de producción de igualdad e identidad en los procesos meso de
amistad puede ser justificado a
posteriori en beneficio de la identifiación europea, tanto si se trata de
un proceso consciente como si no. Así, aunque la semi-ciudadanía garantizada
por la UE no sea capaz de producir adhesion a la identidad europea, al crear la
categoría institucional de “llegada” (además de facilitar la interacción), puede
permitir la justificación a posteriori
de un proceso que, en realidad, es efectivamente activado y producido por
procesos meso y micro. Si esto es así, entonces se cierra el ciclo
macro-micro-macro.
Esta es una cuestión abierta por el momento pero, si fuera confirmada,
la UE tendría interés en reforzar los efectos de la lógica de la amistad, dada
la posibilidad de “recuperar” al nivel macro las solidaridades aparecidas a
nivel micro, ya que estas aparecen “certificadas” o garantizadas por la
ciudadanía secundaria o semi-ciudadanía europea.
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[1]
Agradezco a Alexis Ferrand, Narciso Pizarro, Ronald Breiger y Reyes Herrero sus
comentarios sobre versiones anteriores.
[2]
Enviar correspondencia a: Ainhoa de Federico, federico@univ-lille1.fr
[3]
Se podría decir que la primera dimensión, la definición institucional de la
ciudadanía, resulta de una reificación de la segunda dimensión, los discursos
sobre la identidad, mediante la institucionalización y operacionalización de
los consensos logrados por las distintas élites, en tensión, portadoras de los
discursos a los órganos de representación política.
[4]
Más prometedora parece la investigación europea EURONAT, en curso, dirigida por
Bo Strath y Anna Triandafyllidou (Instituto Universitario Europeo de Florencia)
reuniendo equipos interdisciplinares de toda Europa.
[5]
No olvidemos el importante papel de instituciones impuestas por los estados
como la escuela obligatoria para todos los ciudadanos, y el alistamiento
masculino obligatorio, en la construcción de las naciones modernas.
[6]
No sería la primera vez que esto se produce en la historia, por no volver a
ejemplos evidentes como el de la Respublica
Litteraria de la Europa renacentista (Pomian 1990, p91-102), más
recientemente en el siglo XIX y a principios del XX, antes de la II guerra
mundial y el auge de los nacionalismos, los intelectuales y la academia
científica eran eminentemente europeos y las universidades europeas contaban
con mayores números de extranjeros entre sus filas que hoy en día (Manitakis
2000).
[7]
La traducción y la itálica son mías (Anderson, 1984, p7).
[8]
Para encontrar una exposición más detallada sobre la relación entre amistad y
nación ver de Federico 2001 http://www.mmu.ac.uk/gsa/first_conference.html.
[9]
Sin duda, el mecanismo o proceso que describimos aquí no es el único que puede
fomentar sentimientos de identificación con una comunidad imaginada macro, en
nuestro caso “Europa”. Todos los elementos simbólicos introducidos en la vida
cotidiana por las instituciones, como por ejemplo la llegada del Euro en enero
del 2002, contribuyen y aceleran estos procesos.
[10]
Por ejemplo, 840 Millones de euros sólo para el periodo 1990-1995.
[11]
Sobre la importancia concedida por la UE a los programas de intercambio de
estudiantes europeos y la evolución de su discurso a propósito de la
importancia del desarrollo de la conciencia europea mediante éstos ver
Ruiz-Gelices et al. (2000).
[12]
Cifra importante si se compara con los 5 millones estimados de europeos que
viven en otro estado miembro de la EU. A estas migraciones también se podrían
añadir otros tipos de migraciones temporales: turismo, residencias secundarias,
jubilaciones...
[13]
Más prometedora resulta la propuesta etnográfica de la tesis en curso de Enric
Ruiz Gelices.
[14]
Hubiéramos podido examinar en más detalle si eso sucede. De hecho se dio el caso
de una sola persona, que se
identificaba como vasca, que categorizó a amigos de la misma nacionalidad
institucional, española, como extranjeros.
[15]
Hemos realizados análisis tanto sobre el protocolo, como sobre aspectos
cognitivos. No los presentamos aquí por falta de espacio.
[16]
La tabla y los comentarios presentados están basados en análisis que utilizan
–por ahora- métodos estadísticos sencillos: Chi-cuadrado para probar la
dependencia entre variables, fi y gamma de Goodman y Kruskall para determinar
la intensidad de la dependencia. Prevemos en un futuro cercano, realizar
análisis de regresión para controlar las interdependencias entre variables y
presentar un modelo en que sólo aparezcan los efectos significativos. Pensamos
utilizar regresión multinivel, dado que las diadas no son independientes, sino
que están ligadas al ego respondente.
Esto permitirá distinguir la importancia
de distintas variables actuando al nivel individual, diádico y de la
red.
[17] En este punto no es posible identificar cuál es la causa y cual la consecuencia: ¿Son las actitudes europeas las que provocan que las amistades no sean consideradas extranjeras o, es que cuando ego, gracias a la formación de la amistad, tiene suficientes amigos transnacionales que no considera extranjeros, aumentan sus actitudes europeas? Por ahora sólo podemos constatar la coocurrencia de ambas e intuir que la causalidad es en ambos sentidos.