Redes urbanas
Del proyecto a la realización de una ciudad ideal.
Autora: Arq. Susana N. TULER.[1]
Director: Dr. Héctor B. Lahitte.
(Comisión de Investigaciones Científicas de la
Provincia de Buenos Aires. CIC)
(Facultad de Ciencias Naturales y Museo. UNLP)
Abstract
En este trabajo se plantea a la ciudad en función
de su inserción social y económica en las redes urbanas. Desde esta perspectiva
se abordan las preeminencias de los centros, asociadas a su intervención en el
funcionamiento de las redes comunicacionales. Los flujos circulatorios son
tomados como ejes para el análisis en momentos históricos significativos: el de
la Modernidad, con la ciudad como protagonista; el de la "Nueva
Modernidad" que propicia el S XIX y el actual, en el marco de la cultura
global.
Como referente de estudio de la red urbana
latinoamericana, se toma a la Ciudad de La Plata (Provincia de Buenos Aires.
Argentina), sobre la que se indagan cuestiones relativas a la articulación
entre una ciudad fundada en relación a una red preexistente, así como el
proceso acontecido desde el modelo fundacional al modelo desarrollado. En ese
sentido, se analizan los efectos derivados de la relación entre la red y la
ciudad, a nivel urbano (estructura formal-funcional a escala micro) y regional
(la red, a escala macro).
Como
todo producto social, la ciudad, lejos de constituir un fenómeno eterno, es un
constructo físico y mental, cuya existencia se basa en estructuras relacionales
que conforman un sistema fuertemente intercomunicado. Vinculada a la
acumulación constante y progresiva en tanto organismo concentrador y emisor
hacia otras entidades similares que acumulan, constituye un nodo de la red urbana a la que se integra. Esa
dinámica operativa de circulación e incremento de flujos lleva ineludiblemente
a la expansión, cuyas formas varían según las circunstancias: del traslado
físico de los primeros momentos de existencia de la ciudad, pasando entre
otras, por la económica que se da en América en el S XIX, en el mundo urbano
contemporáneo -apoyado en la disposición de tecnología aplicada a la
información- se producen fenómenos relativos a la concentración y emisión de
flujos, de tipo cultural-virtual. En este sentido, el proceso circulatorio
implica la preeminencia temporaria de los centros. El nacimiento o la
"caída" de unos en detrimento de otros, están asociados a su
intervención en el funcionamiento de la red comunicacional como mecanismo
regulador del equilibrio del sistema. Es decir, que a mayor participación,
mayores posibilidades de subsistencia, de comunicación y con ello, mayor
inserción en la trama urbana.
Así,
esta vinculación genera sentidos de pertenencia a un mundo que se va delineando
progresivamente en función de un universo en común. En él se vehiculizan no
sólo bienes y mensajes, sino interacciones que implican integraciones de
distinta complejidad en el marco de espacios -sociales, religiosos, económicos,
etc.- entendidos como fenómenos estructurales compartidos. Esto, a su vez, va conformando
mapas mentales cuya deriva está asociada a la representación del imaginario
urbano imperante que resulta de las relaciones operadas entre esos fenómenos.
Utopías de la Modernidad
Si el
modelo del Renacimiento como crítica al mundo existente, expresa una
intencionalidad dirigida al "deber ser", con una visión que se
traduce en el anhelo de superación para llegar a una organización
"ideal", el positivismo del S XIX lo hace a través del planteo de una
sociedad ordenada según las exigencias de la razón, el progreso indefinido y la
ciencia como recurso para resolver el futuro. En este sentido, la
"utopía" en ambos momentos, propone la reversión del orden
establecido a partir de la idea regulativa de la praxis en el marco de una
sociedad pensada a la medida del hombre. Los dos tienen en común una actitud
transformadora y un cuestionamiento de las relaciones del orden-desorden
existente en el que entra en juego lo ideal frente a lo posible.
La
ciudad indiana, como instrumento de la expansión europea a partir de la
exploración sistemática del espacio, traduce entonces el cambio de mentalidad
de la larga tradición agrícola y rural al mundo urbano, producto del excedente
de producción, la especialización y la división del trabajo del medioevo. La
gradual ampliación de los mercados llega a la economía globalizada que en la
actualidad se expresa en la conformación de una estrecha red de relaciones que
acerca los efectos entre ciudades remotas. En este sentido, la experiencia
ultramarina del Descubrimiento trae aparejada la idea de ciudad asociada al
capitalismo entendido en términos de acumulación y expansión. Por otra parte,
la complejización de las relaciones que acarrea la red urbana europea extendida
mediante la ciudad fundada por orden
del rey, instaura un sistema relacional abstracto a partir de la utilización
del valor aleatorio de la moneda, de la implementación de un orden regido por
leyes y del establecimiento de vínculos de tipo impersonal para la
administración de los bienes o el ejercicio de las prácticas sociales. Mediante
él, se organiza un sistema urbano "a distancia" en el que los
espacios económicos se amplían en base al comercio en continuo crecimiento,
convirtiendo en eficiente un centro productivo a partir de la circulación
dentro de la red económica, que en caso contrario se estancaría, tendiendo a
desaparecer.
Estos
constituyen los principios organizadores del Imperio Español que a comienzos
del S XVIII se encuentra en decadencia, cuando el capitalismo industrial inglés
ejerce la capacidad de concentración ya no basada en el traslado de los
productos, sino en la rápida transformación de las materias primas, a bajo
costo. Así, se da origen a la incorporación del concepto del tiempo como
variable de importancia en las prácticas expansivas. De ahí en más, el soporte
tecnológico como acelerador de los procesos de cambio hace que la
instantaneidad sea considerada una necesidad absoluta en el mundo urbano
actual. En él tiempos y espacios se acortan al no reconocer fronteras dentro de
la globalidad.
Permanencia y cambio
Las
tensiones entre tradición e innovación desde la arquitectura espontánea y
aislada hasta la ciudad con función definida, fueron modelando la imagen del
territorio. Las formas de apropiación a partir de la incorporación de las redes
constituyen manifestaciones del proceso mediante el cual el hombre intenta
ordenar el caos del universo que rige las conductas culturales desde tiempos
remotos. El par orden natural/orden racional se expresa a partir de la
significación culturalmente atribuida a determinados valores que en la
materialización de la ciudad constituyen representaciones del "ideal"
a alcanzar. Y es en función de la posición relativa que esos valores alcanzan
en el imaginario colectivo dominante que se construye y afirma "el"
modelo de ciudad.
La
Conquista Española se organiza a partir del S XV en base a la fundación de
ciudades como instrumentos de expansión en tanto entidades de captación de
flujos crecientes para su consolidación y crecimiento. El mecanismo adoptado
fue la acción sobre los puntos de contacto de los nuevos territorios que
permitieran al Imperio controlar desde allí los centros subsidiarios de la red
urbana. El puerto adquiere entonces una significación especial. Llegan y salen
desde él no sólo personas y mercancías sino también noticias que se integran al
circuito de las ciudades que actúan como entidades exportadoras dentro del
sistema, cuyo destino depende de la suerte de su integración con el resto: si
se repliega en una economía de subsistencia, la ciudad sale de la red y decae
irremediablemente.
De este
modo, la práctica fundacional, perfeccionada a partir de numerosas experiencias
de ensayo-error, lleva a la creación de centros urbanos y de un poder político
derivado de la alianza entre la monarquía y la burguesía. Se plantea así no
sólo la materialización de un fenómeno físico sino también formas de relación y
modos de convivencia ex novo. La idea imperial de sucesión de ciudades
vinculadas que llegan a un puerto en el que se concentran poderes políticos y económicos
españoles conectados desde allí con el poder central, representa entonces la
materialización de redes urbanas intercontinentales. En ellas se produce la
mayor circulación y por ende, el fortalecimiento del centro. Por ese motivo,
las ciudades-puerto resultan ser
puntos estratégicos para el dominio y son objeto de las rivalidades entre
potencias como las que se producen en la segunda mitad del S XVII cuando
aparecen en escena Holanda, Francia e Inglaterra compitiendo por su supremacía.
Es el momento en que la circulación hacia España decrece y con ello, su renta
también cae. Sumado a la magnitud que adquiere el aparato burocrático montado
en América, al aumento de los gastos y la disminución de los flujos
mercantiles, el Imperio Español se encuentra en un momento con serias
dificultades que van a comprometer su estabilidad.
Sin
embargo, las ciudades portuarias en contacto con la red, mantienen la esencia
de su funcionamiento basada en el comercio. Así, el control sobre los puertos
constituye el soporte de una estrategia de activación imperial. Su
implementación produce modificaciones en las estructuras territoriales como las
que se desarrollan con la irrupción progresiva de los puertos del Atlántico que
acompaña a la Revolución Industrial. El impacto que ésta genera no sólo radica
en la competencia entre la producción manufacturera y la de la máquina sino que
incide en el cambio de destino de los mercados. Aquellos que habían sido
controlados por el Imperio Español, ahora son manejados por Inglaterra cuyos
productos tienen mayor penetración en el Río de La Plata. De todos modos, el
centro de gravitación continúa siendo el puerto,
en tanto acceso, límite y articulador del territorio con el contexto.
En
nuestro país, la etapa de la emancipación del S XIX encuentra al puerto de
Buenos Aires en plena actividad exportadora de materias primas que los ingleses
reingresan como productos industrializados. De este modo, la actividad
mercantil va consolidando la posición de la ciudad de Buenos Aires en la red
que durante el S XVIII adquiere la supremacía del Atlántico a través del mundo
inglés, vuelto entonces Neoimperio. Como ciudad portuaria, está representando
además de un centro comercial, la cabeza política de la estructura imperial.
Proyecto
Las
ciudades fundadas llevan implícitas ideas previas a su materialización, en el
marco de un proyecto. Por definición,
éste se entiende como "plan y disposición detallados que se forman para la
realización de una cosa de importancia, anotando y extendiendo las principales
circunstancias que deben concurrir para su logro", a un "propósito o
pensamiento de hacer algo" y al "conjunto de escritos, cálculos y
dibujos que se hacen para dar idea de cómo ha de ser y lo que ha de costar una
obra de arquitectura o ingeniería".(Sapiens 1963:TIII:282)
Aplicado
a la ciudad, la "importancia" resulta del conjunto de atribuciones de
las que fue objeto como instrumento de expansión, a cuya materialidad se le
agrega la "concurrencia de circunstancias" que le dan origen. En el
caso de la Conquista, la ciudad de Guaman Poma de Ayala, representa el
imaginario urbano del momento más floreciente del Imperio Español, con un
planteo racional como respuesta lógica para una ciudad fundada. Su
"propósito" es crear una entidad que refuerce los mecanismos de
constitución del Imperio a través de un sistema ordenado de redes y subredes de
circulación. Si la praxis fue conformando el hecho fundacional hasta llegar a
la consolidación con el transcurso del tiempo en las Leyes de Indias, la
actividad de personas, bienes, leyes, modas y noticias circulando por la red,
hizo que se reforzara la experiencia urbana imperial.
El punto
de partida del proyecto remite a un mapa abstracto sobre el que se reparten
tierras a nombre del Rey por interpósita persona, estableciendo jerarquías
formales y funcionales. Se constituyen así, centralidades en los centros, que
repiten el esquema de la red general. En ellos, la plaza representa el nodo
político, económico, religioso y arquitectónico del sistema. En ese espacio
virtual, se determina también por proyecto al habitante potencial de la ciudad
y la obtención de la categoría de "vecino", confirmando la condición
de habitabilidad, se torna de esa manera en el requisito mediante el cual el
hecho urbano adquiere significación.
En este
sentido, la Modernidad instala una verdadera revolución cuyo protagonismo recae
en la ciudad como proyecto. La nueva Modernidad que propone el S XIX, a partir
del progreso lineal también repercute en el ámbito urbano con la ciudad como
símbolo de civilización.
El modelo ideal
Como
referente de análisis de la red urbana latinomericana, se toma aquí a la ciudad
de La Plata para indagar acerca de sus estructuras relacionales. Cuestiones
relativas a la articulación ciudad fundada - red preexistente, modelo
fundacional - modelo desarrollado, proyecto - realización, se presentan como
variables para encontrar respuestas en relación a ello. De este modo, se
plantea el problema en función de una ciudad materializada a fines del S XIX a
partir de un proyecto integral, de alto grado de abstracción, planificado a
priori, sin mayores condicionantes físicos que la existencia de un medio
favorable para el asentamiento humano, con cuya fundación se intenta solucionar
las demandas políticas de la provincia de Buenos Aires para el asiento de su
nueva capital.
Surgida
como ciudad abstracta (o proyectual), en relación a una red urbana y
planificada a nivel urbano y regional, como nodo de vinculación tanto con el
exterior (mediante el Puerto) como con el interior del país, una vez en
funcionamiento, ¿continúa articulándose a esa red tal como se previó? Por qué?
¿Hasta qué punto el modelo fundacional se adapta a los cambios exigidos por las
demandas inherentes al desarrollo de la ciudad ?
En este
sentido, se analizan los efectos derivados de la relación entre red y ciudad, a
nivel urbano (la estructura formal-funcional, a escala micro) y regional (la
red, a escala macro). Entre las
fuentes consultadas, podemos citar la antología documental de Barcia que
permite acercarnos a las impresiones -generalmente contrapuestas- que tuvieron
los habitantes de paso por la ciudad recién constituida.
Aquí
cabe aclarar que la fundación de La Plata se produjo en momentos en que en
Argentina se intentaba resolver, entre otros, los problemas surgidos de las
desavenencias políticas entre el interior y el exterior del país, trayendo
aparejada la búsqueda de la ubicación "ideal" para la capital de la
Provincia de Buenos Aires en reemplazo de la cabeza que durante años concentró
la riqueza del país, convertida en ese momento en Capital Federal. Surge así,
como una entidad en la que se depositan los conflictos internos de la clase
dirigente. Y en su génesis, entran en juego las manifestaciones de intereses
políticos encontrados que actuaron como abreactores de las redefiniciones que
modificaron el orden inicial totalizador, planificado desde el poder. Esa
dinámica dialéctica -también expresada en la visión de los primeros viajeros
que pasaron por la ciudad- se mantiene con el tiempo, dejando huellas del
acontecer nacional en la estructura urbana de La Plata.
La visión del visitante
La
multiplicidad de miradas se advierte en el uso de asociaciones y calificaciones
que oscilan entre los que definen a la ciudad como "empresa colosal"
y aquellos que no le encuentran una verdadera razón de ser (Child 1890.
"La Plata, ciudad incomprensible", en Barcia 1982:179-185).
Child hace referencia a la función
cuando afirma que "las ciudades comerciales se fundan y crecen donde son
necesarias, como lo prueban Buenos Aires y Rosario. En la nueva organización
económica de la República, los centros de negocios comerciales y agrícolas (que
proporcionan a los puertos importantes con qué alimentar su actividad) son las
únicas ciudades cuya existencia tiene razón de ser."
Estas
miradas fuertemente contrapuestas, dan lugar a consideraciones optimistas en
relación a su futuro (Corvetto 1885-1886. "La Plata o el poder creador de
la Argentina", en Barcia 1982:73),
El mismo autor afirma en otros
artículos recopilados por Barcia su visión optimista acerca de la ciudad,
apoyada en el logro de la optimización, perfeccionamiento y grandeza asociados
a la civilización. Asimismo, pondera el establecimiento de un nuevo orden de cosas a partir del progreso.
futuro
entendido en términos de cambio visto como progreso, fiabilidad y éxito de una
"empresa" basada en el comercio y la industria. (Estrada 1886.
"La Plata", en Barcia 1982:103-117)
El optimismo depositado en la economía
y el comercio en función del puerto de La Plata y de sus ventajas en relación
al de Buenos Aires, se traduce en la consideración que hace de La Plata como
una ciudad que nace de la nada y una vez fundada, llega a ser una obra
grandilocuente.
P. Corvetto (op. cit.) coincide con S.
De Estrada cuando afirma que la ciudad de La Plata ofrece un interés económico
especial a partir del comercio. En función de la red de comunicaciones,
encuentra en el Puerto el nodo de intercambio con la República y el símbolo de
la supremacía nacional de la ciudad.
En el
otro extremo, quienes entienden a La Plata como un "atrevimiento" y
una "osadía" (Coppin 1884 "La ciudad nacida como por
ensalmo", en Barcia 1982:47-53)
Para Coppin, el puerto de La Plata
constituye un servicio "mucho más seguro y cómodo que el de Buenos Aires
(...) los productos destinados a las provincias meridionales de la República
Argentina o que provengan de ellas, tomarían, con seguridad, la vía del Puerto
de La Plata". Estas afirmaciones dejan entrever la importancia adjudicada
por el autor al funcionamiento de la red comercial en función del par
ciudad-puerto.
o una
"ciudad milagro" (Corvetto, op.cit.), manifiestan su plena confianza
en el proyecto modernizador.
También
suman sus opiniones aquellos que, como Sarmiento -predicador de la dialéctica
"civilización o barbarie"- partiendo del escepticismo inicial, viran,
con el tiempo hacia el deslumbramiento por el progreso y la modernidad de La
Plata. Su mirada resume así las dos visiones contrapuestas acerca del
desarrollo alcanzado por esta ciudad fundada.
Sarmiento afirma que "la razón de
ser de las ciudades no se fija a priori" y luego "La Plata es una
ciudad ideal, de amplitudes grandiosas donde antes había estrecheces."
(Barcia 1982:18). Para él, el progreso significa "salir del molde
colonial, de su inmovilidad y antigüedad" ("La Plata" 1885, en
Barcia 1982:71). Esta ciudad representa en su imaginario el modelo del
pensamiento argentino y el hecho de "superar a New York" es visto
como un éxito absoluto.
En
relación al proyecto, la competencia con Buenos Aires se vuelve motivo de
reflexión. De este modo, los celos políticos se advierten en el "error de
construir a la ciudad tan cerca de Buenos Aires"
T. Turner ("La Plata, una ciudad
encantada" 1890 en Barcia 1982:174) opina que "La Plata debe su
nacimiento a una lucha por el poder supremo entre los habitantes de la
provincia y el gobierno nacional (...) después de esa querella, hubo siempre
una encontrada rivalidad entre los provincianos y los federales.",
expresando la oposición de los adversarios frente al proyecto de la nueva
ciudad.
y traen
como consecuencia apreciaciones en las que se califica a La Plata como ciudad
satélite de aquélla. (Scalabrini 1893. "La Plata, esqueleto de
ciudad", en Barcia 1982:197-201).
En 1903 sir T. Hungerford Holdich
("La Plata, hermoso monumento a la locura", en Barcia 1982:227-228)
define a la ciudad como un suburbio de Buenos Aires. En este sentido M. Honoré,
en "Alrededores de Buenos Aires" 1910 (Barcia 1982:263) expresa en el
título del artículo -por demás elocuente- la cualidad que adjudica a la nueva
capital. Ya en 1910 T. Child ("La Plata, ciudad incomprensible", en
Barcia 1982:184) afirmaba que "...el porvenir de la ciudad no puede ser ni
industrial, ni comercial, ni tampoco podrá convertirse en centro de agitación
política, pues la vida política de la provincia todavía está concentrada en
Buenos Aires, la capital nacional."
En el otro extremo, autores como de
Gubernantis (1896. "La Plata, bella signora", en Barcia 1982:203-215)
consideran que Buenos Aires no representa una competencia, sino que por el
contrario, se extendería hasta alcanzar a La Plata y que a pesar de conocer los
intereses políticos opuestos a su crecimiento, ésta tendría altas
probabilidades de éxito. En este sentido, las connotaciones que trae aparejada
la ciudad, que van desde el "carácter arqueológico", la "city
burocrática" o comercial (Rahola 1903. "La Plata, villa de
estufa", en Barcia 1982:229-233), a la "residencia de verano de
políticos y magistrados" (Lafond, en Barcia 1982:36), expresan las
opiniones acerca de la dependencia que le otorga carácter de ciudad laboral,
cuya población habita efectivamente en la Capital de la República.
V. Blasco Ibañez ("La Plata:
improvisación brillante, locura grandiosa". 1909, en Barcia 1982:259)
encuentra a la ciudad desierta por las noches y opina que "Los hombres
emprendedores que crearon La Plata, supieron hacer una gran ciudad; lo que no
acertaron a conseguir fue rellenarla con los habitantes necesarios(...) Es
inútil que el Gobierno de la provincia obligue a sus empleados a vivir en la
capital bonaerense."
Asimismo,
por tratarse de opiniones de personas no residentes, abundan las comparaciones
de La Plata con el contexto mundial. "La nueva California" de F.
Escardó (Barcia 1982:22), Washington, Chicago, Bello Horizonte y Versalles, se
convierten así en modelos de análisis que representan al "otro
conocido" por los viajeros. Es de notar que la búsqueda de referentes
provenientes del mundo exterior, caracteriza también al imaginario dominante en
el poder político durante el período de constitución de la ciudad.
La
calificación de "ciudad oficial", plantea la dualidad entre una
ciudad ideal y decretada (Scardin 1905 "La Plata, a la espera", en
Barcia 1982:219-227) y una ciudad que se materializa, de carácter
real.(Daireaux 1882-1886. "La ciudad política", en Barcia
1982:143-151)
"... después de cinco años que
lleva la nueva creación, a pesar de su resultados más aparentes que reales y
más asombrosos que positivos."
En
relación a la red existente, es recurrente el tema del puerto, a través del
cual se verifica la credibilidad del proyecto integral de la ciudad tanto como
su eficiencia.
"Hace poco los provincianos han logrado la promulgación de leyes en virtud de las cuales se ha detenido la carga y descarga de mercaderías en los fondeaderos de la rada de Buenos Aires, de modo que se obliga a los navíos grandes como para entrar en los diques de Puerto Madero, a dirigirse a La Plata; desde allí, la mercadería se transporta por ferrocarril a la capital federal y a otros lugares".(Turner 1890 "La Plata, una ciudad encantada", en Barcia 1982:177). "El resultado será asombroso, si prospera la idea de crear una zona neutral, en la cual puedan los comerciantes e industriales gozar de absoluta libertad para sus operaciones de tránsito. Más aún, si Puerto Ensenada se convierte en puerta de entrada de la inmigración, sustrayéndola a la fascinación nociva de la metrópoli que se interpone entre el colono y el campo desierto." (Rahola 1903 "La Plata, villa de estufa", en Barcia 1982:230). Aunque también existen opiniones encontradas que ven al puerto de La Plata como un fracaso. (Forrest 1912. "La Plata, víctima de Némesis", en Barcia 1982:269).
La
admiración por el avance acelerado de las obras de la ciudad se deja plasmada
en la versión de E. Daireaux que encuentra en La Plata un centro no sólo
administrativo, sino de residencia. Con ese optimismo, F. Escardó la define
como una gran plaza comercial a partir del funcionamiento del puerto, que torna
"en emporio de riqueza al punto de embarque a donde por sus facilidades se
envíen nuestros productos recibiendo los extranjeros." (Barcia 1982:140).
A través
de las expresiones vertidas por los viajeros -primando en unas el interés
político, económico o cultural hacia la ciudad con profesías de éxito o
fracaso- se lee la validez de los conceptos en estrecha vinculación con el
mundo del observador. En ellas, se pone de manifiesto claramente la visión que
tienen del pasaje de una ciudad ideal a una real, en la que la inclusión y
permanencia dentro de una red preexistente tuvieron consecuencias físicas que
se expresaron en la estructura urbana a lo largo del tiempo.
"El ideal de La Plata se ha
incorporado a las cosas reales, como el sueño de la Armórica" (Barcia
1982:108).
Conclusiones
En
Latinoamérica ya se había instalado el proceso de emancipación política cuando
surgió La Plata como proyecto de ciudad fundada que se aplicó en una Argentina
que, como producto de la división internacional del trabajo, respondía al
modelo de crecimiento hacia afuera. En el contexto de revoluciones sobre el
Atlántico y de intereses generados por la Primera Revolución Industrial,
sumados al impacto de la incidencia del ferrocarril asociado a Inglaterra, se
cambió la orientación de la red preexistente de la que el Noroeste formaba
parte, para centralizar el poder en Buenos Aires.
El
modelo propuesto para La Plata (que Choay denomina progresista - higienista)
intentaba revertir los inconvenientes generados por la ciudad industrial. Su
planteo derivado de la estricta inserción en la red urbana a partir del puerto,
incluía a las ciudades de la pampa anterior,
Única extensión de la pampa ocupada
hacia 1850. Delimitada por los ríos Paraná, de La Plata, Salado y el Arroyo del
Medio.
cuya
conexión con Europa a partir de 1862, se producía previa concentración de
productos en los puertos de Rosario y Buenos Aires, mediante un abanico de
líneas férreas reforzando la red de la región cerealera de la Pampa Húmeda. De
este modo, el sistema ferrocarril-puerto ponía en valor y funcionamiento
territorios, estableciendo, a la vez, fronteras urbanas. Buenos Aires -ya
perfilada como ciudad mercantil desde los siglos XVII y XVIII- va adquiriendo
importancia por la circulación que allí se produce. Desde principios del S XX
concentró la actividad de la región pampeana (de orientación predominantemente
Atlántica). Su expansión progresiva hacia la periferia produjo el
sobredimensionamiento del Gran Buenos Aires hasta nuestros días. La
infraestructura de comunicaciones (red vial, telégrafo, teléfono, líneas de
alta tensión) acompañando el ferrocarril, establecieron el modelo relacional
que imprimió a Buenos Aires el carácter de polo de atracción regional y
nacional.
En los
relatos de viajeros se advierte la franca hostilidad y competencia entre
platenses y porteños que va a determinar la escisión entre el modelo
fundacional y el modelo desarrollado. El proyecto inicial de La Plata
contemplaba al puerto como factor clave del sistema local-mundial, representado
en la traza mediante un eje urbano de conexión. Sin embargo, a pesar de las
bondades naturales del puerto de la Ensenada utilizado desde el S XVI como
punto neurálgico de conquista, defensa y comunicación, la voluntad política
estatal derivó en la supremacía del de Buenos Aires por sus potencialidades en
tanto lugar estratégico en función de la red. Esto trajo como consecuencia la
redefinición proyectual derivada de la praxis, emergente de la pérdida de valor
de los elementos morfológicos de origen como resultado de las nuevas demandas
funcionales. Así, a nivel microurbano, la estructura heredada se
refuncionalizó: el eje simbólico cívico monumental de las avenidas 51 y 53,
enlazado linealmente con el puerto, pasa de ser principal a secundario a partir
de 1960.
Época que coincide con la llegada de
los capitales transnacionales al país y se incrementa el contacto con nuevos
mercados. Esto trae aparejado nuevas formas de socialización y simbolización
urbana. En La Plata, la dependencia de Capital Federal, se expresa en la
acentuación del corredor vial que la une a ésta, en una época en que el uso del
transporte automotor va reemplazando al ferrocarril.
La atracción de la Capital Federal produjo su reemplazo por las vías
de acceso desde allí a la ciudad (avenidas 7 y 13), que sumado a la
concentración de edificios vinculados a la actividad administrativa y
comercial, dieron nacimiento a un eje perpendicular al eje fundacional, el cual
constituyó la corriente circulatoria más notable que modifica la
direccionalidad del proyecto. En este sentido, tanto los intereses políticos
como la cercanía con Buenos Aires, despojaron a La Plata de la posibilidad de
consolidarse como nodo relevante de la red. A nivel macrourbano, la
paralización del puerto y de las vías de comunicación ferroviaria a principios
del S XX, pilares del plan regional que incluía a Berisso y Ensenada, produjo
la desaparición de las conexiones directas con la provincia y el país y reducen
a La Plata a la condición de ciudad periférica de la metrópolis de Buenos
Aires. De este modo, el proyecto que para los autores materializaría su
conexión con el mundo a través del puerto y con la red ideal, se reformuló,
acompañando la red real. En ella, la presión centralista de Buenos Aires que a
partir de 1904 pasó a tener el puerto de cabecera nacional, debilitó la
infraestuctura comunicacional macroregional de La Plata y por ende, el proyecto
de integración ciudad-puerto perdió papel protagónico en la década del '60, en
momentos en que se activaba la relación vial La Plata-Buenos Aires.
En la fundación de La Plata se preveía
el funcionamiento en relación a la red ya que el Decreto del 5/9/1882
dictaminaba el estudio del contexto territorial (que incluía a Ensenada) para
su materialización.
Por eso,
si La Plata fue consecuencia de una decisión política que a partir de un orden
totalizador intentó constituirla en nodo activador del sector productivo de la
Cuenca del Plata y del territorio circundante, también su destino fue producto
de una voluntad que ahogó la vocación portuaria inicial de la ciudad y su
potencialidades, subsumiéndola como centro terciario. Si fue concebida como
sistema cerrado y acabado en función de su inserción en la red socioeconómica a
partir del puerto, el modelo desarrollado representó entonces el fracaso de la
filosofía del progreso de la Generación del '80, convirtiendo al proyecto en
una nueva utopía de T. Moro, donde lo mejor aún no llegó.
La
utopía sigue presente y la modernidad vuelve a plantearse como necesidad en las
políticas gubernamentales. El intento de promover a La Plata como Patrimonio de
la Humanidad, pone otra vez al puerto en el centro de la escena. Las acciones
relativas al proyecto inicial y las que intentan generar la re-fundación de la
ciudad, tienen en común las complejidades asociadas a la incidencia del
elemento externo, entendido en términos de inserción en un contexto mayor. Si
el sentido de progreso y desarrollo y el sueño de un nuevo orden organizaron el
modelo fundacional a nivel mundial, hoy se aplica en un marco que trasciende a
la red global.
En la
actualidad, los planteos estratégicos de planificación y gestión consideran a
la ciudad como nodo de intercambio regional, donde los macroespacios económicos
(Mercosur, Corredor Bioceánico, etc) exceden las delimitaciones
jurisdiccionales. El desafío que hoy se le propone consiste en su inserción al
nuevo espacio multicultural, mediante el cual organizar la ciudad signifique
una forma renovada de organizar el mundo.
Para
concluir, así como el mapa no es el territorio sino una abstracción mental, la
traza de La Plata representó niveles de abstracción que se incrementaron
progresivamente. Desde la conformación primigenia del plan ideal inserto en la
red mundial hasta las demandas de liderazgo de los centros en el marco del
espacio telemático global de hoy, los perfiles de actuación hacen referencia a
la creación de un nuevo orden que retoma en América Latina el conflicto que
planteaba Sarmiento entre civilización y barbarie a partir de la condición de
entidad "integrada" o "apartada" de la red. En el nuevo
escenario, la actualización de las relaciones urbanas va configurando nuevos
ideales, construidos sobre la base de la imágenes de la ciudad, cuyo proceso
implica una transformación continua por el carácter efímero que ésta posee.
La
fundación de La Plata representó la utopía de construir una ciudad desde el
vacío en el momento en que distintas teorías y estéticas se superponían. La
legitimación del progreso como oposición a "la nada" hizo que en el
discurso de los viajeros se expresara la brecha entre los imaginarios del romanticismo
utópico y del positivismo pragmático con la misma dualidad manifiesta en el
elemento racional, apolíneo frente al dionisíaco del trazado urbano y que
impregnó las redefiniciones desde el proyecto ideal al real de la ciudad.
Bibliografía
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